Debajo de norte, donde canta la Trinchera, la ira se nota en mis venas. Acabo de anotar el que siento es el gol de mi vida. Cabeza, rebote, patada. Golazo, 1-0, y celebración como Spiderman. Pero no. El VAR actúa, es riguroso. El uruguayo Ostojich pita y apaga el grito. Para que la bronca sea mayor, en la siguiente jugada, LDU anota. No lo puedo creer. La noche parece más noche, los cánticos ahora son rumores de desconfianza en las tribunas.
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Acaba el primer tiempo. Cabezas abajo. Caminata de plomo hasta el vestuario. Adentro no hay café. Al contrario, hay replanteo. Me habla Corzo, me alienta Riveros, me aconseja Polo. Salimos al campo sin mirar el marcador. Esto lo ganamos todos, pienso. Veo que a Ureña le sale la melena del león y corta un ataque. Veo que Polo se sube al monoplaza de su carril de fórmula uno y juega con Pérez Guedes. Tengo las palpitaciones a mil. Le digo con la mirada a Martín que centre ahí, al corazón del área, que el resto lo hago yo. Me hace caso. Me lanzo de palomita y pongo de cabeza a LDU. 1-1, abajo de sur, siento que la tribuna familiar crema me abraza con el alma.
Esto no puede acabar con tan poco, pienso. Me meto entre los centrales ecuatorianos, peleo en cada balón, lucho el puesto de titular en todas las jugadas. Ahora, veo que Concha filtra un pase desde la volante. El balón queda suelto. Rodríguez de LDU duda, siente mis pisadas firmes, juega con su arquero y el balón caprichoso no le obedece y se queda dando botecitos. Es mi momento, lo sé. Recuerdo a mis hermanos en Tarapoto, a las mandarinas que venden mis viejos en un camión, a la oportunidad frente a mí esperando que ponga la centenaria garra merengue. Me lanzo como lo hacía en la canchita de mi barrio con los chimpunes adelante y le gano el duelo al arquero. El balón caprichoso me obedece, ingresa al arco dando botecitos. El silencio se rompe con un grito de gol en el Monumental. Son 60 mil, son 70 mil, son millones de gargantas cremas gritando por mí. Yo puedo ser el Tunche o puedo ser tú, un hincha cualquiera cumpliendo su sueño de muchacho: que Universitario gane en la Copa, en la Liga 1, de local o de visita. Que gane siempre y mucho más en su centenario.
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La ‘U’ encendió la luz de los equipos peruanos en la Copa Libertadores 2024. Con un gran segundo tiempo y frente al actual campeón de la Copa Sudamericana, los dirigidos por Fabián Bustos remontaron 2-1 en casa e iniciaron su participación en el torneo con tres puntos valiosos.
Así vimos al once crema contra LDU de Quito en el Monumental.
La solidez que se consagra
Aunque esta vez no se pudo dejar la portería en cero, la línea defensiva que componen Sebastián Britos, Aldo Corzo, Williams Riveros y Marco Saravia (reemplazó al suspendido Matís Di Benedetto) mostró orden y disciplina para desarticular a la ofensiva de LDU, que semanas atrás dio batalla a Fluminense en las finales de la Recopa Sudamericana.
La primera señal de lo bueno y lo malo que mostraron estuvo en la tarjeta amarilla de Saravia antes de los 15 minutos por falta contra Michael Estrada. En adelante, los encargados de frenar al delantero de 1.87 de estatura y 90 kilos fueron Corzo y Riveros en relevos. Cada vez que se escapaba, se las ingeniaron para sus ataques no representen real peligro para el arco merengue.
La segunda y definitiva muestra de la organización en defensa estuvo en el control que se tuvo sobre el centrodelantero Alex Arce, actual goleador del equipo en la liga ecuatoriana con 7 tantos. El guaraní pasó desapercibido en el Monumental.
El gol, claro, cayó como un baldazo de agua fría, pero representó un hecho aislado en el primer tiempo. Entre el remate potente de Quiñónez y el desvío en un jugador crema, Britos no pudo evitar el tanto. Ya con el marcador a favor, las figuras de Corzo, Riveros y Saravia se lucieron en los despejes y cortes.
El cambio que definió la suerte
Con Canchita Gonzáles en la cancha la ‘U’ no jugaba mal. Su apresurada lesión, sin embargo, obligó a que Jairo Concha, aún sin estar totalmente recuperado de sus dolores en la espalda, saltara a jugar su mejor partido con Universitario este año.
Jairo le dio posesión y dinámica a su puesto de interior por izquierda. Se asoció bien con Portocarrero por la zona. Blindó a Ureña y buscó a Edison Flores con mayor facilidad. De los pies de Concha nació la jugada del segundo gol.
Por su parte, Rodrigo Ureña tuvo un mejor desempeño cuando la ‘U’ jugaba contra la adversidad y ponía en riesgo el invicto de perder luego de 8 meses. El chileno se encargó de frenar la organización de LDU en el medio. Junto a Pérez Guedes libraron batallas en cada balón dividido y le dieron una salida limpia a la ‘U’ por derecha. Tanto es así que el empate se fabricó por derecha en conjunto con Polo y Rivera.
El ataque que respondió a la altura
¿Fue un riesgo jugar sin centrodelantero de referencia? No. La ‘U’ este año no juega a tirar centros al área, aunque así consiguió ayer el 1-1 momentáneo, por eso Bustos dejó a Dorregaray y Olivares en el banco para mandar al Tunche y Orejas en la línea ofensiva.
La respuesta fue clara. El gran momento que vive Rivera se notó en cada balón que tocó. Creó faltas, se movió por todo el frente de ataque y facturó su primer doblete con camiseta de Universitario.
En tanto, el trabajo de Flores fue más sacrificado. Tuvo que tapar las salidas de la defensa de LDU. Con el 2-1 a favor, se vio a Orejas casi a la par de la línea de los volantes buscando copar todo el mediocentro.
Ingresaron, luego, Murrugarra, Cabanillas, Dorregaray y Olivares para darle oxígeno al equipo y cumplieron. Una victoria del tamaño del Monumental, una remontada histórica que quedará en los registros como la primera volteada de un equipo peruano al LDU de Quito.
Si revisamos las estadísticas, los números de la ‘U’ son incontestables. En los últimos 27 partidos de local consiguió 23 victorias, 3 empates y 1 derrota (Corinthians 2-1 por Copa Sudamericana). En cuanto a goles, anotó 50 veces y solo recibió 9 tantos en contra. Brutal.
La cereza que coronó la torta llega con otro dato importante: anoche la ‘U’ se convirtió en el club peruano con más triunfos en la Copa Libertadores con 73 victorias en 229 partidos. El camino aún es largo, pero el primer paso de alegría fue como un salto hacia la luna de felicidad.