“Pongan más huevos, pongan más corazón”, resonó con fuerza desde la trinchera norte del Monumental mientras el plantel de Universitario calentaba en el campo en la previa. Esos versos, entonados a modo de reclamo, terminó acompañando a los cremas por más de 90 minutos. Y la ‘U’ -contagiado por esa afición que no abandona ni en los momentos más adversos- puso más huevos, puso más corazón… para triunfar, para soñar y para desahogar un grito de gol después de tres largas fechas.
Ya desde una hora antes de que el reloj marcara las 7 de la noche, el estadio comenzó a llenarse de camisetas cremas. En el camino a las puertas, ningún amante del club más ganador del país transitaba cabizbajo. Todo lo contrario. Habían razones para mantener la mirada arriba y seguir con la ilusión intacta más allá del negativo presente de su equipo.
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Ya dentro, en las tribunas, solo quedaba aguardar por el pitazo inicial. La ansiedad consumía a la mayoría, claro. Y es que no existe ningún hincha crema en este mundo que no creyera que el partido contra Binacional era clave. Y ganar, una real obligación.
Universitario asumía este partido con el cuchillo entre los dientes, luego de caer derrotado en las últimas tres fechas. Perdió ante César Vallejo, Municipal y Cienciano y en ninguno de esos encuentros pudo celebrar. El grito se quedó atorado en la garganta mucho tiempo y parecía que no se podía hacer más nada. La sequía lucía interminable.
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Incluso, esa sensación angustiante se mantuvo en los primeros minutos del choque nocturno de este sábado. Los hinchas apenas podían conformarse con suspirar el “uffff” en vez de gritar el gol que nunca llegaba, como de costumbre. La catástrofe que representó la marcha del goleador Valera parecía ya no tener solución, pero finalmente no ha sido así, al menos esa es la impresión que dejó ahora la ‘U’.
Y es que, tras varios intentos en la portería del ‘Bi’, por fin llegó el gol más esperado de las últimas semanas. Aunque otra vez parecía que la suerte no estaba al lado de los cremas, después de que el balón quedara rodando por el área rival sin sentido, Nelson Cabanillas se lució con un centro milimétrico para que Alexander Succar -peleado a lo largo de la temporada con el gol- se sacara la espina con una gran definición de cabeza.
Tuvieron que pasar más de 300 minutos para que la hinchada crema vuelva a regocijarse como lo merece en el primer partido después del día de su 98 aniversario. Absolutamente todos levantados de sus asientos en las tribunas del Monumental, algunos con los puños de guerra apuntando al cielo, otros desahogando efusivamente el grito de gol de su garganta. Y cómo no, los besos y abrazos tampoco faltaron. Poco importaba que no conociesen a los de su costado. La “U” volvía a ser la “U” y la unión volvía a ser parte de las gradas del estadio.
De pronto, la fiesta se armó para hacer digno el sábado nocturno. En Norte, en Oriente, en Occidente, incluso en Sur, todos saltaban y gritaban con total pasión mientras pronunciaban con fervor “Dale U” repetidamente.
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“La U tenía que meter goles ya, porque sino la gente se iba a ir contra el plantel”, dice con satisfacción uno de los hinchas presentes. “No tengo garganta”, exclamó otra hincha, que cargó a una niña de la emoción por el primer gol.
Ya con la ventaja en el marcador, todos aprovecharon para embutirse de pop corn, panes con pollo, gaseosa… la tranquilidad había retornado a casa. Y las cosas no cambiaron en la segunda mitad. Succar, encendido, volvió a anotar rápidamente a los tres minutos de haber comenzado el complemento, emulando la típica presión de Benzema a los porteros. Diego Enriquez fue víctima, con mucha complicidad en el segundo tanto, de una noche inspiradora para el ‘7′ crema.
En el resto del encuentro tocó hacer valer la garra crema a como de lugar. La expulsión de Piero Guzmán complicó mucho a los locales, claro, pero ya nada podía evitar el retorno del equipo de Carlos Compagnucci a la senda triunfal. 2-0 y punto. La U vuelve a sonreír y su hinchada también.
“Estoy demasiado feliz por el resultado. La verdad es que ya hacía falta ganar y qué mejor que hacerlo en casa”, declara emocionada una hincha tras el final del partido.
El regocijo es enorme. Los problemas parecen haber sido enterrados. Incluso, algunos en las tribunas -en medio de la emoción- recuerdan a Valera con alegría y le desean lo mejor, aunque otros prefieren no darle cabida a su exgoleador ahora que la ‘U’, lo más importante por sobre todas las cosas, ya encontró la solución al gol.
“Obviamente, igual se extraña a Valera. Es un símbolo y le deseo que siga creciendo”, expresa un aficionado que no se cansa de sonreír después de haber renegado casi todo el partido. “Ningún jugador es indispensable, se sigue con los que están”, sentencia por su parte otra aficionada.
Lo cierto, más allá de cualquier otra cosa, es que Universitario ha vuelto a triunfar, su goleador ha vuelto a anotar y su hinchada ha vuelto a festejar. La resaca crema del domingo será satisfactoria antes que molestosa. Y con justa razón. Los cremas vuelven a soñar con el Clausura y también con un cupo internacional, como su historia manda.