No siempre un hombre llega al cielo y retorna para contarlo. En el Perú, la primera vez que alguien hizo un viaje de esa naturaleza fue hace 20 años en Cerro de Pasco, una ciudad con más de cuatro mil metros de altura. Los que tuvieron la suerte de verlo en el estadio Daniel Alcides Carrión dicen que cuando el árbitro José Arana tocó su silbato, Luis Alberto Carranza desapareció. Segundos después, una cámara de televisión lo encontró: ‘Betito’ estaba sentado, ahogado y encorvado. Tenía los ojos cerrados y, con la poquita fuerza que le quedaba, juntaba sus manos para sostener una máscara de oxígeno. Había dejado el último suspiro por Universitario de Deportes.
“Lo mío fue revivirlo”, cuenta el doctor Jorge Alva, protagonista de este recuerdo por llevar el balón de oxígeno hasta el centro del campo y así recuperar al héroe que en solo seis minutos le había obsequiado dos tantos a Universitario y, de paso, el título del Apertura 2000. El doctor Alva, además, hizo de la preparación de una sopa –concentrada con tubérculos como la yuca, el camote y olluco– otros de los mitos del fútbol peruano y que la prensa quiso resolver bautizándola con el nombre de un ave: ‘sopa de cóndor’.
La ligereza de la denominación obligó a que el galeno niegue dos cosas: algún tipo de crimen ante agrupaciones protectoras de animales de Bolivia y firmar algún contrato con alguna empresa productora de alimentos, que soñaba con tener en sus ingredientes tan famosa fórmula.
‘Betito’ Carranza: “Era muy rica y psicológicamente te ayudaba…”.
Aquella tarde del 25 de junio, ‘Betito’ Carranza ingresó en un momento doblemente complicado: Unión Minas iba 1-0 adelante con tanto de Wilkin Cavero y Roberto Chale lo llamó para que ingrese por Gustavo Grondona.
El argentino ya estaba cansado sin haber entrado al campo. Sus únicos escudos que le quedaban eran el chullo y los guantes para combatir el frío. Entró a trote largo y lo que hizo hoy está en YouTube, Twitter, Facebook y en un lugar donde es imposible algún tipo de hackeo: la memoria. “Siempre digo que para mí el penal fue más difícil (le hicieron falta a ‘Machito’ Gómez), porque no tenía a ningún compañero cerca y agarré la pelota. Estaba bastante nervioso por lo que significaba. La verdad, me quedó una granada”. La granada explotó y el cotejo se puso 1-1.
Doctor Jorge Alva: “Recuerdo que esa semana entrenamos con pelotas de vóley. Sobre todo con los arqueros y la defensa”
‘Betito’ Carranza (aún se agita para contarlo): “En el segundo (gol), la idea original era llevar la pelota lo más lejos posible…”
Como todos, en la billetera carga su documento de identidad, el cual registra que nació el 15 de junio de 1972 (feliz ‘cumple’ atrasado, ‘Beto’). En la cronología de su vida como futbolista, él siente que lo hecho en Universitario tiene un lugar especial.
“Yo vivía un momento duro, estuve dos años sin jugar por una lesión en la rodilla y en el ambiente se instaló la idea de que estaba roto. Por eso la ‘U’ fue importante para mí”. Por eso, seguramente, corrió los 70 metros entre las nubes, sintiendo dolor en el pecho y con el único deseo de dejar en claro que todo el esfuerzo que hizo desde que salió de su ciudad en Quilmes, para luego ir a Racing, Boca Juniors, San Lorenzo e Independiente valió la pena.
Fueron segundos, además, que sirvieron para que el agradecimiento no solo quede en palabras. Entonces, avanzó, avanzó, avanzó y dejó en el camino a Roberto Barquero, Marco Morachimo y Martín Alva. Lo que vino después, según las imágenes, fue una definición de fulbito: puntazo al único rincón posible; según su modesta palabra, un acto del destino.
“La verdad no quise patear la pelota en el lugar donde entró. Yo había llegado sin aire y justo ingresó entre el arquero y el palo…”.
Aún es un misterio que haya tenido fuerza en la garganta para que el grito se escuche en todo lo alto y también aquí abajo, donde la gente estaba preocupada y veía con angustia cómo los compañeros iban a abrazarlo por la gesta, pero sobre todo para que no se caiga. Luis Alberto, un jugador que hasta entonces no tenía la titularidad asegurada, estaba sin equilibrio y esperando que todo termine. Estaba con la mente en blanco y sin saber realmente que aquella hazaña iba a significar que Fox Sports le entregue un reconocimiento al gol de año, que cada 25 de junio no sea cualquier día en el calendario…
“La ‘U’ me dio muchísimo más de lo que yo le pude dar cuando estuve”.
… y que quizás 20 años después sirva para dejar en claro que la ‘U’, en el momento más difícil de su historia, no es esa insignia que hoy algunos sin remordimientos se quieren arranchar. La ‘U’ es la insignia que hay que cuidar aquí en la tierra y hasta en el cielo, como alguna vez lo hizo Beto.
VIDEO RECOMENDADO
MÁS EN DT:
- Ricardo Gareca: ¿Cómo se convirtió en el símbolo de la vuelta al fútbol durante la cuarentena?
- El día que Luis Advíncula conoció a Everton, el delantero más difícil que le tocó marcar en su carrera
- Selección peruana: cuando Marcos Calderón dijo no y Roberto Chale asumió como DT
- ¿Por qué Enrique Casaretto fue titular ante Brasil en la Copa América 1975?