Lo más lindo de la noche, quizá, el color melón de la camiseta. El segundo uniforme alterno del 2023 fue usado el miércoles por Universitario para su debut ante César Vallejo en el año del Centenario, en una decisión que queda para la historia: 1) Es la primera vez que usa ese color en un partido de temporada. 2) Es un guiño a su reciente pasado: todo lo que ocurrió y tiene que ver con el 2023, le trae recuerdos felices.
Por eso, la primera conclusión sobre la U de Fabián Bustos es esa: el tiempo no pasó. Es una U del pasado que necesita inyección y breves ajustes, si quiere dar un salto de calidad.
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El equipo
No es ninguna sorpresa: el plan inicial de la administración Ferrari fue renovar los contratos del 90% del plantel y hacer breves ajustes. No de ahora, claro: este grupo se formó en diciembre del 2022, tras el final de una generación con nombres tipo Quina, Alonso o Quinteros, precisamente mirando el Centenario del club. Una refundación. Y dados los resultados de diciembre, campeones en Matute, Ferrari y Manuel Barreto ratificaron la apuesta. Por eso, el primer once del año tiene todo el espíritu del 2023. Salvo Britos, el arquero uruguayo campeón con Liverpool, los otros diez jugaron la final en Matute. A ratos, parecía un partido cualquiera del año que se fue.
¿Es una ventaja respecto de los demás equipos de la Liga 1? Digamos que la U parte con un funcionamiento conocido, el mismo 3-5-2 y jugadores que no necesitan tiempo de adaptación. Está es la consolidación de una idea. ¿Es suficiente? Digamos que para ser el primer partido alcanza con saber que existe una base y que el salto de calidad tiene que ver con un plan B por los extremos -ya se sabe que Polo es el bisturí o que Cabanillas quien mejor centra- y la verdadera apuesta tras la salida de Quispe a México. Esa sorpresa, ese vértigo, ya no está.
La intensidad
Fossati le heredó el sistema, los jugadores y la mochila sin piedras, por lo que la gestión Bustos tendrá que ser medida por decisiones que potencien a esta U campeona. El goleador, por ejemplo. O la intensidad, vista anoche con César Vallejo, que obligaba a casa futbolista -de Di Benedetto a Valera- a salir disparado para achicar espacios y anticipar al rival. El sello Bustos parece estar por ahí. La noche del Mansiche dejó esas primeras señas. Lo otro será la quirúrgica decisión sobre los dos refuerzos que le faltan al plantel. Y la forma en que encarará la U la altura (8 equipos) y la visita en cualquier otra provincia.
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— Universitario (@Universitario) January 10, 2024
Calca de Quispe
Es la gran pregunta. ¿Calca puede jugar de Quispe? Puede, sin duda. Conoce el campo, a sus compañeros, tiene pase y gol. Pero no carga con el cuchillazo de Piero cuando corta por el medio, ni la gambeta corta y menos, la recuperación de balones que sí tenía el hoy 27 de Pumas, ese caro valor que lo distinguía. La U ha perdido eso y la gran lección de la noche es la necesidad de la administración y la gerencia deportiva de fichar a un futbolista que pueda ser enlace, mixto o 10. ¿Opciones? Del extranjero los argentinos Maroni (ex Boca) y Ortiz (ex SC), ambos con contactos iniciales hechos ya. Y de fuera, también, pero jugador local, es una sorpresa: Christofer Gonzáles, a quien le interesa la propuesta e incluso habría recibido la llamada de dos ex U que lo conocen, Oreja Flores y Andy Polo.
Los nuevos
Raro ver a Carvallo en el arco rival y a un gigante con cara de seriote en el crema. La gran novedad del primer tiempo fue la titularidad del charrúa Sebastián Britos, que casi no tuvo actividad -solo un cabezazo de Noronha a los 31′ que resolvió con frialdad- y que dejó como carta de presentación su permanente pase largo y una concentración de hombre de cera. Se nota que es un arquero atajador, muy debajo de sus palos y por la altura viene precedido de buen juego aéreo. La Libertadores es el gran reto. “Me he adaptado muy bien ya. Es un grupo sano. La mezcla de jóvenes y experimentados se nota apenas uno llega al vestuario”, dijo anoche a Liga 1 Max. Señas que ilusionan sobre la solidez de un grupo que va por el bicampeonato en el año más glorioso de su historia.
¿Dorregaray? ¿Olivares? Sobre el primero hay, sobre todo, esperanza. Entró a los 20 del segundo tiempo y lo más notorio que deja es su porte: es una torre que va a ganar mucho arriba pero necesita habilitadores. Ese cabezazo al final, tras centro de Bolívar, es un botón. Sobre Christofer, ex Cristal, será misión de Bustos hallarle un sitio, sea en el equipo o sea de recambio, una función en el campo. Por tamaño puede ser 9, pero su reciente pasado en Cienciano, obliga a repensar que podría ser extremo. La U tendría así tres edificios: Dorregaray, Valera y él.
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