Aunque no tenga diez goles en mundiales, ni el guiño de la FIFA en las ceremonias oficiales, ni el amén de los marketeros que celebran la habilidad para ser diplomático, debo decir –a riesgo de que los 'trolls' me derroten por goleada- que Julio César Uribe fue igual o mejor que Cubillas. Muy parecidos en calidad natural, técnica en espacio reducido, carácter para jugar..... Si bajamos a la cancha a recordarlo, era la unión del volante con el punta; o, si se quiere, la mezcla made in Cristal del asistidor cabal con el goleador serial.
Para que se entienda bien y nos situemos al hablar de este señor que cumple 60 años: el mejor Uribe era la combinación de Farfán y Paolo, todo en un combo futbolero que hoy se añora. Pero mientras Teófilo tuvo, pese a sus raíces locales, una mentalidad casi europea que le sirvió para matar por objetivos durante casi dos décadas, Julio César fue –y ahí va la crítica- tan peruano que se peleó con su entrenador italiano hasta irse del Cagliari (y tan arisco que se 'mechó' con media selección en España 82). El problema no eran sus piernas, sino su cabeza y, vale decirlo, su boca, siempre grande y atenta a los conflictos, como admite en su libro. En ese sentido, le faltó la mentalidad que sí tuvo Cubillas y los "conceptos claros" que –oh! ironía- él reclama hoy a sus pupilos. No me obliguen, eso sí, a elegir en una pichanga imaginaria entre uno u otro, porque decepcionaría a los cubillistas que, quizá, son mayoría. Si es por plata -y debo apostar, no sé, la renta de mi casa-, elijo a Uribe como 10 y voy muy tranquilo a jugar.
Los golazos del ‘Nene’ están en los archivos y son invencibles a la hora de la comparación oficial. Pero quien guarda un buen video de Uribe y no lo ha borrado, sabe que hablamos de un monstruo. Aquel Uribe, el del 81, ese especialmente, fue un jugador sublime. Lástima grande. Tanta belleza para tan poco.