Waldir Sáenz, el famoso ex goleador de Alianza Lima (178 en 349 partidos) cumple 47 años. Vi muchos jugadores pasar por Alianza, decenas, pero pocos dejar huella. Waldir cumplía todo el manual: tenía gambeta, pase y lo más caro: gol. Los hizo de todas formas, como si tuviera ojos en la nuca y fue precisamente ese talento lo que despertó curiosidad en los poderosos y polémicos hermanos Miguel Ángel y Gilberto Rodríguez Orejuela, dueños entonces del América de Cali.
Pusieron un millón de dólares en la mesa por el entonces Potrillo, en 1994.
En el América habían desfilado allá por 1987 los argentinos Julio C. Falcioni y Ricardo Gareca, los paraguayos Juan M. Battaglia y Roberto Cabañas y la gran figura colombiana Willington Ortíz. Los Rodríguez Orejuela como dueños del club caleño escucharon hablar de Waldir Sáenz que no había un día de la semana que no hiciera goles de derecha y más de zurda pero nunca de cabeza. Si el Atlético Nacional cuyo dueño era otro famoso narcotraficante, Pablo Escobar a donde llegaron a jugar Guillermo La Rosa y César Cueto dirigidos por el argentino Osvaldo Zubeldia (+); los Rodríguez Orejuela también querían gastar. Había mucho dinero y cada quién se jugaba un partido aparte.
Cuando llegó la oferta por Waldir en Alianza Lima en 1994, confirmé lo que uno de los Rodríguez Orejuela, Miguel Ángel, con un rostro lleno de acné, me dijo al terminar su conferencia de prensa en el Hotel Bolívar (el América había venido a jugar la Copa América en 1992). “Tarde o temprano me llevaré el mejor delantero que tengan ustedes”. Los máximos dirigentes aliancistas eran Pío Dávila como presidente, Alfredo Deza de vice, Alberto ‘Beco’ Espantoso como past presidente, además de Carlos Franco y Alejandro Herrera. Alianza Lima en esos días se había ido a jugar cinco partidos a México con ‘Wally’, por supuesto, como su figura. Y hubo arreglo para su ida al fútbol colombiano. Tan es así que el propio Waldir me lo confesó: “No jugué los dos últimos partidos en México porque mi transferencia estaba hecha”.
‘Wally’ continuó: “Incluso, cuando volvimos a Lima, en el aeropuerto los periodistas me preguntaron por lo del América y respondí que todo dependía del arreglo final” ¿Qué pasó, entonces? ¿Por qué Waldir siguió jugando en Alianza Lima? El popular ‘Wally’ hoy me le explica: “Las cosas hay que decirlas tal como ocurrieron: hasta donde yo sé los hermanos Rodríguez Orejuela tenían sus ‘anticuchos’ y acá los dirigentes identificados con el club y de una posición económica respetada, la rechazaron de plano y yo me quedé sin ir a Cali”.
Pero fue Pio Dávila, quién nos aclaró por completo el por qué ‘Wally’ no se fue al América. "Yo en la gira a México había ido presidiendo la delegación y, al final me trasladé por mi cuenta a Dallas a ver a mi hijo Pio. Allí recibí la llamada de Cali pero respondí que todo lo decidía mi directiva. Carlos Franco, que quiere mucho a Waldir, aceptó la transferencia. Pero fue el ‘Beco’ Espantoso, quien en su casa ante los dirigentes se opuso tenazmente a la ida de ‘Wally’:
“Alianza Lima no podía tratar con narcotraficantes”, dijo. Y punto.
Tito Ordóñez, otro conocido dirigente aliancista, me aseveró que en una reunión estando presente ‘Wally’ el propio Carlos Franco le dijo en son de broma: “Negro, te debimos haber vendido ese año al América”. Yo le pregunto a ‘Wally’ si es cierto ello y me responde que sí .
‘Wally’ añorando esos años trae a la memoria el título que ganó con Alianza Lima en 1997 donde él hizo 15 goles, los brasileños Marquinho (10) y Marcelo Bujica (8), David Chévez (8) y César Rosales (7). Sonriendo dice que su presidente Alberto ‘Beco’ Espantoso (+) los terminó vendiendo a todos ellos el año siguiente y acabó contratando a Miguel Asprilla, Marcos Lovera, Lino Morán, Aldo Cavero, Christian Sotomayor, Marcelo Ribeiro y Facundo García: entre todos no hicieron ni 10 goles. Lo mejor que hizo fue traer a un juvenil llamado Claudio Pizarro juvenil, dice ‘Wally’ hoy. El Rapids de Colorado (EEUU) años después por él pagó 250 mil dólares al presidente de ese entonces, Alberto Masías.
Pero esa ya es otra historia.