Sus primeras canastas eran tiros ganadores, todos. Así lo imaginaba Kobe Bryant y así lo vivió la ‘Mamba’ Negra. Apenas tenía seis años cuando juntaba las medias de su padre para crear un balón y tentar su puntería. No se equivocó. El aro siempre fue su destino.
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Kobe falleció este domingo en un accidente de helicóptero. En la localidad de Calabasas se estrelló la historia de este hombre que es un símbolo de la NBA, o acaso la NBA misma, por todo lo que significó su nombre en el básquet mundial en los últimos años, entre 1996 y 2016, temporadas en las que vistió la camiseta de Los Angeles Lakers.
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Pasó en la temporada 1999/2000. Kobe Bryant se rompió la muñeca y su compañero John Celestand esperaba ganarse el rédito de ser el primero del plantel en llegar al gimnasio. Máxima fue su sorpresa cuando encontró a Kobe ya con muchos minutos de trabajo. Tenía el brazo derecho enyesado y lanzaba con la mano izquierda.
Así era Kobe, un hombre que trabajaba y no dejaba de trabajar. Su entrenador Phil Jackson contó otra anécdota que grafica esto. “Eran las 8:30 de la mañana y estaba durmiendo en su coche frente al pabellón. Había estado entrenando él solo por la noche y estaba descansando un rato para nuestro entrenamiento de por la mañana”, declaró al New York Post. Los desayunos eran habituales entre ellos.
Lo mismo quedó demostrado previo a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Contaron Bosh y Wade que en un desayuno vieron a Kobe con hielo en las rodillas. Eran las 8 de la mañana. “¿De dónde viene?”, preguntó Boch. “Se levantó tres horas antes y ya había completado una sesión de entrenamiento él solo”, contó luego Wade.
Así, en base a su trabajo su nombre es sinónimo de la NBA. Kobe ha fallecido pero su legado seguro será imitado por muchos.