Everton Ribeiro, capitán de Flamengo, levanta la Copa Libertadores y todo el plantel del ‘Mengao’ adelanta sus días de carnaval. En medio de esa alegría, tantas veces brasileña, las tribunas del Monumental se entregan a un sismo que tuvo como epicentro la pasión sudamericana por el fútbol. Y allí, cerca al cielo, un estallido de luces celebra este bicampeonato continental del ‘Fla’ y que Lima, nunca más la horrible, se vistió de gala para volver a ser la ciudad de los reyes (de América).
► River Plate perdió final de la Copa Libertadores ante Flamengo en tiempo de descuento
Han sido casi cinco días como centro del fútbol sudamericano. Y Lima fue un éxito rotundo, por voto unánime de los periodistas de todo el mundo y de las hinchadas impresionantes de dos clubes bañados de historia. Los banderazos, la fiesta anticipada, el desfile multicolor rumbo al estadio de Universitario, fueron imágenes que solo se pueden ver en una Copa América o en un Mundial de fútbol. Lima también ha campeonado. Hace pocos días, el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, no descartó que nuestro país puede postular como sede de dos eventos futbolísticos importantes en el largo plazo: la Copa América 2024 y el Mundial de Fútbol 2030. Esta final fue una prueba ante la vista de casi 200 países que sintonizaron en directo esta histórica final única entre Flamengo y River Plate. La sensación en medio de tanta euforia es que sí podemos.
-Dos mareas rojas-
Los desfiles de las barras de los ‘millonarios’ y del ‘Fla’, rumbo al Monumental de Ate, se unían en un rojo intenso. Ambos fanáticos convivieron en una fiesta total, sin incidentes, con todo bajo control. El River Plate de Marcelo Gallardo, acostumbrado a ganar siempre, mostró toda su grandeza al aceptar la derrota. Ninguno se quitó la medalla de plata, a pesar de la rabia de haber perdido el título en solo cuatro minutos, después de ese doblete heroico de Gabriel Barbosa. Como dijo Gallardo después en conferencia: había dolor, pero sobre todo orgullo por todo lo ganado antes.
Flamengo esperó 38 años para volver a dar una vuelta olímpica en Copa Libertadores. Demasiado tiempo para tanta cantidad de hinchas fieles. Hubo angustia y adversidad al comenzar perdiendo por ese gol del colombiano Santos Borré. Se les iba de las manos otra vez la felicidad copera, ya se culpaba a ‘Gabigol’ por haber tocado el trofeo antes del partido. River había planteado de manera inteligente, con convencimiento de sus posibilidades para hacer daño y de los flancos débiles del rival. En el primer tiempo, el club argentino estuvo amurallado, con disciplina militar para defender, presión agobiante desde el medio y con un brillante sentido de la oportunidad.
Tuvo que ser el mismo ‘Gabigol’ el que derribe esa larga espera con dos goles en minutos de descuento. Funcionó el replanteo de un técnico muy interesante como Jorge Jesus. Bruno Henrique despertó en la hora más urgente con esa plasticidad de ballet. El cuadro carioca empujó hasta que, casi por cansancio, hizo que la zaga de River cediera y se equivoque. Era difícil surfear esa ola intensa y hambrienta de triunfos. El ‘Mengao’ se negó a jugar el tiempo extra, cuando parecía que con el empate ya era suficiente golpe para los argentinos. Fue una remontada divina: con un ángel Gabriel en ataque y un Jesus salvador en el banco.
La historia dirá que la primera final única de la Copa Libertadores se disputó en Lima, en el Monumental de Ate. Una final de clubes sudamericanos que, para confirmar sus ganas de trascender fronteras continentales, hasta tuvo soldados de la Guerra de las Galaxias. A la capital peruana no le faltó nada a pesar de haber tenido solo once días para organizarlo todo. Lima estuvo monumental. La gloria eterna de esta Libertadores también es para ella.