La naturaleza no tiene sentimientos. Impotente, el entrañable Roger Federer bracea con todas las fuerzas que le quedan, pero la marea serbia lo arrastra igual hacia las olas. Djokovic, implacable, se solaza en la venganza del deporte. Tan solo dos meses atrás tuvo que hincarse ante ‘Su Majestad’ en el Masters, pero no en estos océanos. Aquí, en Australia, ‘Nole’ tiene su reino. Aquí, es él quien gobierna.
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No es de ahora que Melbourne lo tiene seducido. Es un romance intenso que ha alumbrado 7 títulos grandes y, de paso, algunos de sus partidos inolvidables. Fue precisamente en la Arena Rod Laver donde un desfalleciente Djokovic encontró las energías para no darse por vencido ante Nadal después de 6 horas. Es en este mismo escenario donde barrió tres veces a Murray en la definición. Su casa.
En este 2020, el ‘Djoker’ ha jugado 12 partidos individuales y dos de dobles en Australia. Ha triunfado en todos. Su horizonte tiene dos flancos abiertos: el primero es superar a Federer como máximo ganador de torneos de Grand Slam. De imponerse, se pone a tres títulos del suizo. Y el segundo objetivo es conquistar el oro olímpico, que es el único título importante que falta en su resplandeciente hoja de vida.
‘Nole’ es el favorito para coronarse otra vez en Australia. Está jugando como si la raqueta fuese una extensión de su brazo. Su estado físico es impecable y la motivación de hacer historia lo impulsa a cazar más lunas. Djokovic es capaz, aun en un día flojo, de armar una estrategia para superar a un rival en estado de gracia. El último Wimbledon es otra prueba de su grandeza. Federer hizo catorce puntos más, pero igual, el serbio fue el que levantó el brazo al final del día.
Con estos antecedentes se podría creer, erróneamente, que lo de ‘Nole’ en esta definición será un trámite sencillo. Nada más lejos de la realidad. Si alguien puede hacerle frente a este Djokovic espléndido es, precisamente, Dominic Thiem.
Si bien es cierto que el serbio supera al austríaco en el frente a frente por 6 a 4, Dominic ha doblegado a Novak en cuatro de los últimos cinco enfrentamientos. El último hace dos meses en el Masters de Londres, sobre una superficie muy similar a la de Melbourne Park. Sus otras tres victorias fueron en arcilla, acaso el único terreno donde el tenis de ‘Nole’ no ha acariciado la perfección.
Otro aspecto a considerar es que Thiem (26 años) está en el mejor momento de su carrera profesional. Ya no es solo el pegador de grandes impactos, ahora ha mejorado mucho su juego defensivo y su capacidad para enfrentar mejor los puntos claves. En esto tiene mucho que ver el chileno Nicolás Massú, su entrenador desde hace unos meses, que lo ha convencido de que tiene suficiente capacidad y potencia como para desbordar a cualquier tenista del circuito. Incluido a ‘Nole’.
Sí, señor.
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