“Era un jugador fantástico” nos dice quedito pero firme el maestro Ernesto Cherquis Bialo. “Una vez, jugando por Huracán el clásico contra San Lorenzo, Miguel Loayza convirtió el gol del triunfo a poco de terminar el encuentro. Un hincha acérrimo del ‘Globo’, con las pulsaciones a mil, no pudo soportar tanta emoción y como en el cuento de Fontanarrosa sufrió un infarto y perdió la vida segundos después. No tuvo tiempo de percatarse que el árbitro anuló el tanto “. El episodio trágico tendría colofón. Tres años más tarde, Miguelito estaba siendo entrevistado en vivo, en la radio, por Cherquis cuando, inesperadamente, entró una llamada al programa. Se trataba del vástago de aquel fanático que había sido testigo del gol fatídico y que lejos de responsabilizar a Loayza por el doloroso suceso le agradecía el haber hecho felices a los “quemeros” con su talento.
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El mejor Miguel Loayza no pudo verse en el Perú. Su aparición estelar en Ciclista Lima a los 17 años hizo que a los 19 ya esté en Cataluña contratado por el Barcelona. Allí, se coronó la temporada siguiente. De regreso en Sudamérica repitió la fórmula campeonando con Boca en el 62, para luego pasar a Rosario Central. Huracán, River Plate (donde fue finalista de la Libertadores en el 66), el ‘Globo’ nuevamente y terminar su carrera con dos títulos más en el 69 y el 70 en el Deportivo Cali.
Con la selección tuvo un torneo inolvidable en el Sudamericano del 59 de Buenos Aires. La oncena nacional comenzó empatando 2 a2 contra el Brasil de Pelé, vigente campeón del mundo, con goles de Juan Seminario. Ese día el joven Loayza enloqueció con sus gambetas a Everaldo y a Nilton Santos. Cuatro días más tarde en, acaso su mejor partido con la blanquirroja, “El Mago” guiaba a Perú a la victoria frente a los uruguayos. Hizo un hat-trick con un gol de chalaca de antología. Luego en la derrota contra Argentina y el empate frente a Chile volvió a convertir. Solo tenía 19 años y en apariencia un futuro enorme con la selección.
“Al peruano Miguel Loayza le decían “El Maestrito”. El apodo obedecía a su notable habilidad; sus gambetas tenían carácter docente”, se lee en el portal “Quemeros” de la Argentina. En el Rio de la Plata pudieron disfrutarlo. Dicen que jugaba en puntitas de pie. Con la selección después de ese inicio apoteósico casi no se le volvió a ver.
En la Copa América del 63 que se disputó en la altura de la La Paz no fue tomado en cuenta y en la de 1967 Perú no participó en el torneo. Tampoco estuvo inexplicablemente ni en las eliminatorias para el mundial de Chile 62 ni en las de Inglaterra 66. En esa época estaba en plenitud y se cree que su aporte hubiese ayudado a alcanzar objetivos. Otra vez, cautivos del azar, nos quedamos sin verlo.
“Tenía una gambeta corta endemoniada y una facilidad enorme para eludir rivales”, rememora Juan Carlos Guzman ex compañero suyo en Núñez. En las huestes xeneizes también lo recuerdan con entrañable cariño. Murió en Buenos Aires en el 2017. Tenía 87 años. “El Maestrito” ha sido el único futbolista peruano que ha jugado por Boca y por River en la historia. No es poca cosa.
“Era un jugador fantástico”, repite quedito pero firme Cherquis Bialo.
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