Las lágrimas de dolor y frustración han sido enterradas. La fastidiosa opción de retirarse ha quedado desfasada. Y es que Andy Murray nunca lo quiso así, ni lo querrá tan pronto. Por ello, su tenis ha resurgido de las cenizas con una progresiva mejora, la cual le da muchas razones para seguir sujetando firmemente su raqueta. Su gran victoria ante el suizo Stan Wawrinka (3-6, 6-4, 6-4) el último domingo firma su renacer en el circuito ATP: 31 meses después vuelve a coronarse con un título en el European Open de Amberes. La cadera que amenazó con convertirlo en extenista ya es pasado.
Toda esta dramática novela del escocés se inició en Melbourne Park, en enero pasado. Ahí, entre llantos, decepción y una mezcla de sentimientos negativos, Murray tenía claro que su carrera estaba llegando a su fin. La derrota en primera ronda contra Roberto Bautista reforzó esa idea. No obstante, con 31 años en ese entonces, el británico estaba consciente de que su retiro era demasiado pronto, tanto para él como para el mundo del tenis.
Pero la lesión en la cadera podía más que su propia voluntad. Seguir jugando significaba más dolor que diversión. Con una fe muy pobre, el británico se vio envuelto en una desagradable incertidumbre al punto de soñar con resistir hasta Wimbledon para poner punto final a su carrera. Murray no podía encontrar otra salida en su cabeza. Sin embargo, pasar por el quirófano no solo amenguó su dolor, sino que lo desapareció por completo. La ‘nueva’ cadera le permite ver el futuro con optimismo.
Su confirmación en el Open de Australia de la próxima temporada simboliza más que su apetito por seguir compitiendo. Significa que la carrera del británico no ha terminado, tiene todavía más partidos y títulos que disputar. “Mi gran objetivo es disfrutar de mis últimos años en el circuito”, dijo en una entrevista para “The Telegraph”.
-Evolución creciente-
Tras padecer mucho tiempo luchando contra las lesiones -el mayor rival en toda su carrera-, Murray ahora luce en buenas condiciones y su ilusión también. Parece ser que la operación a la que se sometió en enero para la reconstrucción de su cadera ha consumado totalmente su dolor. No obstante, aún el temor por lesionarse está presente y eso limita su juego, pero no lo hará todo el tiempo.
Luego de aquella operación, Murray reapareció en las pistas de los torneos de Queen’s. Lo hizo jugando en dobles junto al toledano Feliciano López, con quien conquistó el título, aunque no muy significativo. Luego, y sin mucho éxito, siguió compitiendo en la misma categoría en Eastbourne, Wimbledon, Washington y Montreal.
Ya en Cincinnati se animó a jugar en singles. Pese a que su rendimiento no era el mejor, este ha ido evolucionando a través de los partidos. Claro reflejo son los últimos tres torneos en que se ha hecho presente: China Open, Masters 1000 de Shanghái y el reciente European Open.
En Beijing, China, el británico tuvo una notable participación, deshaciéndose del italiano Matteo Berrettini (13°) y de su compatriota Cameron Norrie (69°) en primera y segunda ronda, respectivamente. En cuartos de final se encontró con el austríaco Dominic Thiem (5°), con quien cayó en un atractivo duelo.
La historia se repitió en Shanghái. Ahí derrotó al argentino Juan Ignacio Londero (56°); sin embargo, en la siguiente ronda se topó rápidamente con el italiano Fabio Fognini (12°). Lamentablemente, el británico cayó en un duelo muy disputado reflejado en los parciales 7-6, 2-6 y 7-6.
Las sensaciones que dejó Murray en ambos torneos eran altas, pero su ránking no le ayuda para nada. Y es que las lesiones lo han llevado de ser el número 1 del mundo en el 2016 hasta descender al puesto 503. Por eso, el sorteo y los cuadros no le han favorecido. Pero su gran victoria en el ATP 500 de Amberes le permite ascender hasta la ubicación 127.
En el European Open también rompió la mala racha de no ganar un torneo luego de 31 meses. En canchas belgas consiguió el título 46 de su carrera en el circuito ATP.
“Esto significa mucho para mí, sobre todo después de los problemas que he tenido en los últimos años. No esperaba conseguir esto y por eso estoy muy feliz. Estoy muy orgulloso de lo que he hecho esta semana”, explicó el escocés tras secarse las lágrimas de felicidad.
Todavía falta mucho para ver la mejor versión de quien fuera líder de la clasificación mundial en tiempos de Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, esa que le permitió conquistar dos trofeos de Wimbledon, uno del US Open, 14 Masters 1000 y dos oros olímpicos. Y quizá no volvamos a disfrutarla. Pero de ahora en adelante todo en la carrera de Andy Murray es ganancia. El británico de 32 años ha renacido en el circuito ATP como el ave fénix.