“Con los buenos jugadores es fácil entenderte y Griezmann es uno de los grandes jugadores que está pasando por un momento de su carrera excepcional. Después ya verá el técnico cómo lo acomoda todo, pero obviamente es un jugadorazo y nos entenderíamos”. La declaración de Lionel Messi a “Mundo Deportivo” corresponde a junio del 2018, tiempos en los que nombre de Antoine Griezmann ya era asociado al mundo Barcelona. Un año después, el fichaje del francés se concretó, pero el augurio del crack argentino fue solo palabras al viento. En la cancha, la desconexión es evidente y las sospechas de la prensa española sobre una nula relación entre ambos se alimenta, y se exagera también, en cada gesto.
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La última muestra del evidente divorcio se dio durante el empate sin goles ante el Slavia Praga en el Nou Camp, por la Champions League. En el minuto 34 y fracción, Messi inicia un contragolpe desde la mitad de la cancha y prefiere conducir el balón hasta el borde del área rival. Hasta ahí todo correcto. El problema se genera cuando está rodeado por tres defensores checos y Griezmann aparece solo por la izquierda, libre y perfilado para definir. La elección de la ‘Pulga’ fue disparar al arco. El balón pegó en el poste. Claro, si era gol nadie repararía en la jugada. Pero no entró y lo que se discute es si el argentino eligió bien. ¿Si el compañero de al lado era Luis Suárez también hubiese optado por el remate?
El reporte de la UEFA del Barcelona vs. Slavia indica que el argentino solo eligió al francés en tres oportunidades para descargar la jugada, la misma cantidad de pases que tuvo como destino a los centrales Gerard Piqué y Clement Lenglet. Los socios preferidos de Messi fueron Jordi Alba (6) y Frenkie de Jong (5), mientras que a su otro compañero de ataque, Ousmane Dembélé, lo buscó cuatro veces.
En 93 minutos el galo solo cedió el balón en una oportunidad a la ‘Pulga’, mientras que Lenglet fue el mayor receptor de sus balones con 6. Aunque en este juego la distribución de pases de los dos delanteros fue bajísima, sí llama la atención la desconexión entre ambos. El diario “Marca” de España señala que en cuatro partidos de Champions solo hilvanaron 18 pases (4,5 por encuentro), una diferencia abismal con las 32 asociaciones entre la dupla Messi-Suárez en tres encuentros (10,6 por juego). Dieciocho veces también fueron las que el argentino combinó con Dembélé, aunque en solo 120 minutos, mientras que con el jovencísimo Ansu Fati tiene tres pases en 84’. En promedio, su sociedad con Antoine es la más pobre en ataque.
No habría nada de raro en esas estadísticas si se entiende que el argentino y el uruguayo llevan más de cinco años compartiendo el vestuario. Son amigos, confidentes, siempre se los ve juntos. Se entienden hasta dormidos. Lo que genera polémica son las versiones que indicaban que Messi le había bajado el pulgar a Griezmann por dos razones. La primera fue el anuncio del francés, a través de su documental, que descartaba su llegada al Nou Camp la temporada pasada; y la segunda que para este curso el argentino ya había elegido a Neymar para volver a juntar a la ‘MSN’.
“No opino de Griezmann”, repetía Messi tras la negativa del francés. “No recibí mensajes de Leo, sí de Luis, quien me dio la bienvenida”, comentaba Antoine en una de sus primeras conferencias como jugador culé.
Sí hay una intención de ambos lados de no ventilar sus diferencias públicamente. Comentarios amables son los que se escuchan ahora desde los dos bandos. Solo hace unos días el propio Griezmann quiso bajarle la temperatura a ya de por sí fría relación. “Ni Messi ni yo somos personas muy habladoras, así que es complicado que hablemos. Pero ya le he dado algún mate y estamos en la buena dirección”, comentó el francés.
Durante los entrenamientos en la Ciudad Deportiva del Barcelona, las cámaras rara vez los pillarán juntos o compartiendo palabras y risas. Ello tampoco sucede en la cancha. No hay ‘feeling’ entre ambos y en los partidos esas diferencias se van acentuando. Lo peor es que ello genera que los últimos resultados del Barza no sean buenos. El técnico Ernesto Valverde debe trabajar más para hacer que los 120 millones de euros invertidos en el atacante galo no se vayan al tacho.