Lev Yashin, el '1′ y el único

En tiempos en que el arquero era un apestado, Lev Ivanovich Yashin cambió los designios del cuidapalos. Vestido de luto, desde la fría y lejana Unión Soviética le dio legitimidad al incomprendido oficio del único jugador que utiliza las manos en la cancha, el único que pone en riesgo su prestigio en cada intervención. Ya decía Eduardo Galeano en “El fútbol a sol y sombra” que “con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición”.

La ‘Araña Negra’ –por su atuendo y ágiles movimientos de brazos que parecía tener ocho extremidades– tampoco escapó a la condena. Tras regresar a su país luego del Mundial Chile 62, donde fue derrotado por el anfitrión en cuartos de final y también recibió un gol olímpico del colombiano Marcos Coll aunque la responsabilidad mayor fue de uno de sus defensas que cuidaba el primer palo, fue culpado por la eliminación. En el escrutinio público, guiado por las impiadosas críticas de un periodista que no era especialista en fútbol, hasta se pidió su jubilación. Nadie recordó quién fue el portero campeón olímpico en Melbourne 56 ni tampoco el ‘1’ que cerró la portería soviética en la conquista de la Eurocopa del 60.

Solo un año después del cargamontón que amenazó con sepultar su carrera, cuidando siempre el arco del Dinamo de Moscú –único club al que defendió durante 24 temporadas y conquistó ocho títulos en su país– consiguió que toda Europa se pusiera de rodillas ante él. Logró algo inédito hasta el día de hoy: inscribió su nombre como único arquero en ganar el Balón de Oro de la revista “France Football”. Esa acreditación fue solo la confirmación de lo que los especialistas veían en él: el verdadero eslabón de la cadena evolutiva del guardameta.

Previo a la aparición de la ‘Araña Negra’, los arqueros se limitaban a esperar en su línea del arco. Con Yashin las funciones del ‘1’ cambiaron. Él, con sus 189 centímetros de estatura, se atrevió a arriesgarse, a salir a cortar centros, a jugar también fuera del cajón del área chica para anticipar a los delanteros. Además, era el generador de contragolpes con sus saques rápidos. Él sobrevivió al tiempo y se convirtió en mito. Fue un portero moderno.

“Lev Yashin cambió por completo lo que significaba ser portero. Gracias a él un guardameta adquirió un peso mucho mayor dentro del equipo. Yashin dirigía activamente a sus defensores, sacaba bien el balón con las manos y salía de su línea para ayudar a la defensa”, lo recordó así su excompañero Vladimir Ponomaryov. Los periodistas europeos de la época coinciden con cada una de las palabras del exfutbolista ruso.

La ‘Araña Negra’, que tuvo sus inicios bajo los arcos de hockey sobre hielo, fue el ‘galáctico’ que nunca atajó en el Real Madrid. Cuentan en España que tras ser Balón de Oro le ofrecieron un cheque en blanco para ser el cuidapalos del equipo merengue. Pero en aquellas épocas era imposible que Yashin recibiera el permiso para salir de las fronteras soviéticas.

Mejor portero del siglo XX para la FIFA y la Federación Internacional de Historia y Estadísticas (IFFHS), con 270 partidos sin ver vencido su arco en 326 presentaciones con el Dinamo y cerca de 150 penales atajados, no habrá otro como Yashin. Solo un cáncer de estómago pudo vencerlo para siempre el 20 de marzo de 1990. Pero su leyenda sigue viva 90 años después de su nacimiento el 22 de octubre de 1929. Su imagen en el póster oficial de Rusia 2018 lo demuestra, y pronto se estrenará en los cines su película biográfica “Lev Yashin, el portero de los sueños”. Nunca un mejor título para definir lo que realmente significó la ‘Araña Negra’.