Retiro de Messi podría afectar contratos de selección argentina
Retiro de Messi podría afectar contratos de selección argentina
Pedro Canelo

“La selección se acabó para mí”, dice en la zona mixta del estadio MetLife de Nueva Jersey. Cuando la prensa de su país esperaba la renuncia de Gerardo Martino, el que decidió irse fue el 10. Bomba en la final de este torneo. Nadie lo puede creer.

Minutos antes había tenido la misma cara de autogol de hace dos años en el centro del campo del Maracaná. La diferencia es que ahora no resistió el sentimiento y se echó a llorar después de esta final de la Copa América Centenario. Lionel Messi conoció la pena máxima con el peor penal que haya disparado en toda su carrera y, desde el palco de prensa del MetLife Stadium, se escucharon las críticas más duras y hasta injustas contra un 10 que se quedó muy solo. Sí, porque lo de Leo fue un intento de monólogo ante un equipo ordenado como el chileno que ha hecho de la presión en la marca una forma de ganar. Messi está llorando, pero deberá secar rápido esas lágrimas y aguantar el otro dolor que se viene. El periodismo de su país lo va a “matar” y él tendrá que ser más fuerte si es que enfría la cabeza y decide volver para el Mundial de Rusia 2018.

“Es un muerto”, “hay que darle a palos”, “pecho frío de siempre”, “no existe”, frases letales de líderes de opinión que todos vemos casi a diario en las transmisiones de canales de cable. Son pocos los que defenderán a Messi. Son pocos los que dirán que Leo, tan obligado a comportarse como Maradona, intentó casi todo el partido repetir el gol del siglo ante los ingleses. Como si la única forma de hacerle daño a Chile fuera una acción individual. Fue la condena de un capitán molesto que nunca encontró una buena compañía ni en Higuaín (tiene peores finales que una película hindú) ni en el 'Kun' Agüero (el verdadero pecho de congeladora de la celeste).

Desesperado Messi, con esa barba que dejó crecer para confirmar que quería lucir diferente, que quería ser diferente. Fue un capitán de verdad. Declaró siempre, ofreció conferencias de prensa y hasta se enfrentó a la AFA por culpa de un avión demorado. No alcanzó por ahora. Mandó a las nubes un tiro desde los doce pasos, quizá queriendo asegurar el remate ante un golero (Claudio Bravo) que lo conoce demasiado desde las prácticas del Barcelona. Se tapó el rostro con su camiseta antes del penal definitivo de Silva. Sin duda, fue a quien más le dolió esta caída.

No hay que ser profeta para pronosticar la lluvia de adjetivos y sentencias que sentirá Messi. Ni la Hacienda en España pudo sentarlo con tanta fiereza en el sillón de los acusados como desde esta noche lo harán los medios argentinos y de otras partes del mundo. Messi nunca será Maradona, será lo primero que se dirá. Si Leo quiere jugarse las últimas cartas en el Mundial de Rusia 2018, tendrá que surfear esas olas de anticuerpos que se vendrán. Ese será el primer obstáculo que tendrá para ganarse el derecho a su revancha, más que las mismas Eliminatorias de las que ya se borró. Por ahora está fuera de la albiceleste. Ojalá retorne pero antes tendrá que limpiarse esas lágrimas y ser más fuerte que nunca. Lionel, si quieres seguir siendo el rey: basta y no llores.

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