La generación de los ochenta y noventa creció deleitándose con el máximo espectáculo futbolístico que se podía dar en esos tiempos en el ámbito internacional: la Copa Intercontinental. Para ese entonces, ver enfrentarse en partido único al campeón de la glamorosa Champions League ante el monarca de la gloriosa y antigua Copa Libertadores era, sin dudar, una sensación alucinante. Era tener cara a cara al mejor contendiente del físicamente potente y moderno fútbol europeo, contra el representante número uno del juego alegre y pícaro tan típico del sudamericano. Un choque de estilos, de costumbres y hasta de formas de vivir.
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Pero ya desde el 2005 el Mundial de Clubes apareció para desterrar al torneo en mención por varios motivos, en donde primó sobre todo el beneficio económico. En una misma sede, se enfrentan los campeones de cada continente en busca del trofeo, y ya no solo los de Sudamérica y del Viejo Continente en noventa minutos. Sin embargo, las estadísticas demuestran que siguen siendo los sudamericanos y europeos los mejores y, por ende, son los que más veces han disputado la final entre sí: 9 de 13 duelos por el trofeo se dieron de esta forma. Siempre es interesante, más que todo por cultura general futbolera, ver hasta dónde pueden llegar los cuadros asiáticos y mexicanos. Pero el plato fuerte, por el que uno pagaría capricho con una entrada cara, es observar medirse al peso pesado de los dos continentes en donde el fútbol es una de las prioridades cotidianas.
Por ello, este sábado (12:30 p.m.) en Qatar, el destino ha querido darle al espectador lo que quiere: se enfrentarán Flamengo, que fue capaz de tumbarse al omnipotente River Plate de Marcelo Gallardo, y el Liverpool, que aplanó al Barcelona de Messi en su camino hacia la ‘Orejona’. Sin embargo, no es la primera vez que estos dos históricos del fútbol mundial se enfrentarán por la gloria. En 1981, ambos clubes disputaron una final de Copa Intercontinental que acabó con un contundente 3-0 a favor del ‘Mengao’. Ya 38 años después, el contexto y la realidad son otras en algunos aspectos, pero también parecidas en otras. A continuación repasamos algunas diferencias y similitudes de esta final que jugaron hace casi cuatro décadas atrás.
El favorito es el Liverpool
Sin en aquella final del 1981 se hablaba en la previa de fuerzas parejas, e incluso de un ligero favoritismo del conjunto brasileño por la cantidad de cracks que tenía, la realidad de hoy es otra. Son los ‘Reds’ de Jürgen Klopp los claros candidatos para celebrar. Flamengo tiene sus méritos, evidentemente. Es un cuadro que sabe golpear en momentos oportunos, con un orden táctico que es característico de los equipos que dirigió Jorge Jesús pero, nombre por nombre, está muy por detrás del conjunto inglés.
Es verdad que a la hora que rueda el balón puede pasar de todo pero, al menos en el análisis previo, hay una distancia importante entre uno y otro equipo. Algo que, por supuesto, no es propio de este duelo, sino de una tendencia que se viene dando hace quince años. No hay que ser un erudito en el tema para darse cuenta de que el fútbol europeo está cuatro o cinco escalones sobre el sudamericano en cuanto a preparación física, futbolística, infraestructura, organización, etc.
La figura es Salah
No fue gratis que a Zico lo apodaran como el ‘Pelé blanco’. El ’10′ del ‘Fla’ reunía características difíciles de reunir en un solo futbolista: era tan contundente como mágico cuando el balón caía en sus pies. Ganó 24 títulos nacionales con el cuadro brasileño y, en la obtención de la Libertadores de 1981, se despachó con 11 goles y fue la figura descollante. Dicen, los que cubrieron dicho encuentro por la Intercontinental, que a los ingleses le temblaron las piernas cuando iban a marcarlo.
No obstante, el gran jugador a temer ahora pertenece al bando rojo: el egipcio Mohamed Salah. En la presente temporada, el ‘Faraón’ viene derechito de cara al arco: acumula 9 conquistas en 14 duelos de la Premier League y cuatro dianas en seis encuentros en la Liga de Campeones. El ex-Chelsea, que se recuesta por el sector derecho del ataque, tendrá un duelo de titanes con el lateral brasileño Filipe Luís.
Más de 90 minutos
En aquel 1981, la Copa Intercontinental se disputó solo en un encuentro y reunía a los dos equipos campeones de la Conmebol y la UEFA. Noventa minutos definían al mejor del mundo. Sin embargo, con este nuevo formato y la aparición del Mundial de Clubes, se juega un minitorneo con los campeones de cada confederación. Eso sí, los clubes sudamericanos y europeos empiezan a jugar desde semifinales.
Se juega en tierras asiáticas
En la final de la Intercontinental de 1981, brasileños y británicos se enfrentaron en el Estadio Nacional de Japón (ahora conocido como el Olímpico), ubicado en la ciudad de Tokio. Aquel recinto tenía capacidad en ese entonces para 50.000 espectadores y poseía una infraestructura moderna para la época. El Estadio Internacional Khalifa, que albergara la final del 2019, es un recinto multiusos ubicado en la ciudad de Doha, Qatar. Ha sido sede principal de los Juegos Asiáticos del 2006, lo cual permitió que su aforo inicial de 20.000 espectadores se incrementara a 50.000. Ambos, cada uno en su época, son monumentos a la altura de una competición de esta magnitud.
Mantienen su identidad
Ambos clubes siguen manteniendo una preferencia algo inusual, en tiempo donde los clubes se llenan de futbolistas extranjeros, por elementos nacionales. En aquel partido de 1981, Liverpool presentó cinco ingleses en su once titular, mientras que en Flamengo todos eran nacidos en Brasil. Para el duelo de este sábado, los primeros saltarán al campo con cinco futbolistas locales y los segundos presentarán apenas dos extranjeros (el español Pablo Marí y el uruguayo Giorgian De Arrascaeta). Este dato es por lo menos curioso, no solo será un rótulo que la final se juegue entre Brasil e Inglaterra, sino además los representarán en cancha varios futbolistas de dichas nacionalidades.