Ezequiel Unsain, arquero de Defensa y Justicia, ha leído muy bien el manual de estilo del equipo argentino. Seguir la doctrina de Pep Guardiola, intentar salir jugando, la posesión por sobre todas las cosas. Lo hicieron con Beccacece y lo continuaron con Mariano Soso. El nuevo técnico, Hernán Crespo, no ha modificado esa hoja de ruta futbolística. Por eso, a los seis minutos de iniciado el encuentro ante Atlético Tucumán, Unsain se la pasó a su defensor más cercano. Cuando le devolvieron el servicio, un descuido en el control determinó el blooper de la semana. Autogol de Ripley. “Son los riesgos por mantener un estilo de juego”, dijo Unsain tan resignado como firme. Es el capitán del equipo. Nunca rifará una pelota.
Los últimos tiempos del balompié mundial han ubicado a esa propuesta de juego en el centro de interminables discusiones. ¿Es la posesión de la pelota lo mejor para el fútbol? Uno de los próceres de este discurso fue Guardiola con ese magnífico Barcelona, que armó entre el 2008 y el 2012. Buen trato de la pelota, posesión abrumadora y efectividad ante cualquier rival. Casi nunca le falló esa doctrina. Comenzaron a aparecer seguidores de ese derivado del fútbol total holandés, que encontró en la Masía del Barcelona su mejor centro de operaciones.
Han pasado casi diez años del último título de Champions obtenido por Pep con los azulgranas. La derrota ante el Tottenham de su antítesis, Jose Mourinho, lo ha puesto en una situación extrema como entrenador del Manchester City. Su temporada 2019-2020 ha recibido muy temprano un ultimátum: sin Liga Premier, solo le queda la Champions League para redimirse de tantos tropezones en las canchas de Inglaterra. ¿Qué equipo será su rival en esta definición de octavos de final? El Real Madrid, como si estuviera escrito por un guionista de película.
Al golero de Defensa Justicia, Unsain, no se han cansado de cargarlo en las redes sociales. Lo han trato como al alemán Karius después de la final de Champions 2018, solo por ser apóstol de un estilo que cada vez es más cuestionado. Ante los Spurs, el City acumuló un 68% de posesión del balón. Con solo dos remates, el equipo de ‘Mou’ se llevó los tres puntos.
-Un proceso con tarjeta amarilla-
Para un entrenador acostumbrado a irse, la posibilidad que le apuren el cierre de su proceso podría convertirse en la principal mancha de una carrera repleta de títulos y admiración. Lo de Guardiola va más allá del éxito de un entrenador, es el triunfo (o derrota) de un estilo. Eso también tendrá que defender ante el Real Madrid que, curiosamente, está dirigido por el coach más ganador de la década: Zinedine Zidane.
Cuando el Barcelona decidió echar a Ernesto Valverde, la decisión del reemplazo también fue fiel a ese legado de Pep. El elegido por Quique Setién, quien se ha autodenominado como “más guardiolista que Guardiola”. El Barza, en el caso de Setién, no escogió a un entrenador. Escogió una idea.
La posesión del balón, una debilidad de los más románticos en este deporte, recibe golpes desde distintos frentes. El Leeds United de Marcelo Bielsa sumó 77% de posesión ante el Wigan. Remató al arco 19 veces, contra cinco del rival. Perdió de local 0-1.
-La tentación del fracaso-
“Desde que gané los seis títulos con el Barcelona en un año, vengo fracasando todas las temporadas”, dijo con algo de ironía Guardiola, para tratar de despojarse de esa autoexigencia que él mismo alimenta. En el libro “Otra manera de ganar” de Guillem Balagué, queda descrito cómo a Pep le costaba disfrutar el éxito, debido a que siempre había una valla más alta por saltar.
Con el Manchester City no pudo consolidar la costumbre del triunfo, ni la jerarquía internacional. Se invirtieron 500 millones de dólares en un equipo que, por ratos, se queda sin respuestas sobre todo en la defensa y volante.
La dinámica del fútbol actual hasta podría sugerir un recambio en los mercados de pases. Se está gastando mucho en delanteros y extremos, sin considerar que los equipos más ganadores de los últimos tiempos tenían al “dream team” en el mediocampo. Lo tuvo el Barza con Xavi, Busquets e Iniesta y el Madrid tricampeón de Champions con Kross, Casemiro y Modric.
El próximo 26 de febrero, en el Santiago Bernabéu, Pep Guardiola tendrá, quizá, la prueba más decisiva de sus últimos cinco años como entrenador. Solo superando ese escollo podrá sacarle lustre a su manual de estilo. Ese que nos enamoró y que hoy, por ratos, nos hace sentir nostálgicos. Si gana Guardiola no solo festejarán los hinchas del City. También lo harán Bielsa y Setién. Si gana el Pep, el golero Unsain podrá sonreír y sentir que todo valió la pena. Hasta esa cara de autogol de un sábado de verano.