Bianca Cogorno: “Donde hay una canoa hay lucha”
Bianca Cogorno: “Donde hay una canoa hay lucha”
Milagros Asto Sánchez

Como buena punteña, Bianca Cogorno se dice una mujer de mar. Rema desde los 7 años, pero conoció la canoa polinésica en el 2011, un año después de que empezara a practicarse en el Perú. Con este deporte –que recrea las antiguas técnicas de navegación utilizadas en esa zona del Pacífico–, Cogorno ha ganado medallas de plata y bronce en competencias sudamericanas. Pero lo más especial para ella fue navegar en Tahití en julio pasado. Ahora se prepara para volver y participar en el Mundial Hawaiki Nui Va’a 2016. 

— Cuando se terminaba de construir una canoa en las islas polinésicas esta era considerada portadora de un poder espiritual. Ahora que hay embarcaciones más modernas, ¿siente ese misticismo?
Totalmente. Para nosotros, la canoa es un ser vivo, es un guerrero. Tiene miles de años. Detrás de una canoa polinésica hay toda una filosofía de vida. Se bendice antes de salir, nace a la hora que entra al mar y cuando tú remas, si estás conectado con la canoa y lo mereces, el espíritu de la canoa te asigna al mejor guerrero. La Polinesia Francesa no ha dejado que se pierda esa tradición.

— ¿Cómo se prepara para subir a la canoa?
Nosotros nos preparamos en lo emocional, físico y espiritual para poder conectarnos de una manera mucho más profunda con la naturaleza y con el mar. Tomamos clases de ‘coaching’ para integrar al equipo y de hatha yoga para que, a través de la respiración, podamos entrar a nuestra parte más interna, que es nuestro corazón.

— Habla siempre en plural, ¿cómo es el trabajo en equipo en una canoa polinésica?
Cuando tú entras en una canoa primero haces un círculo de energía. Solamente si todos tenemos una misma energía podemos fluir y la canoa se levanta sobre el mar. Siempre hablo en plural porque una persona no puede remar una canoa por sí misma. No cuando se trata de la V6, la canoa madre, como en la que vamos a competir y en la que navegan seis personas. Cada chica tiene su posición, que es única e irremplazable, y tiene una gran misión.

— Parece un deporte que requiere...
Lo primero es la humildad. Para los tahitianos es un honor entrar a una canoa. Es más, no puedes pisar el asiento, solo el piso. Hay mucho respeto en torno a una canoa polinésica. Si alguna persona en la canoa entra creyendo que es la única que rema o la más fuerte del equipo, nos rompe el equilibrio.

— ¿Cuál es la parte más difícil de este deporte? 
Lo más difícil es tener claro lo que es un equipo y que nunca te dejes vencer por el ego.

— ¿Y lo que más le gusta?
Este deporte es como un árbol que cayó, no tiene nada sofisticado. Es primitivo, puro, cercano a la naturaleza. No hay mecanismos que te ayuden como en otros deportes olímpicos de canoa, solo tienes una pala, igual que como remaban los polinesios. Es como llegar a la esencia misma del deporte. Te conecta con la naturaleza y vuelve al origen.
— Una de las características de este deporte es que puede ser practicado por personas de todas las edades.
Así es, resulta muy inclusivo y le da calidad de vida a la gente. Las personas que empiezan en este deporte lo hacen a los 8 años y terminan a los 70, pero hemos tenido remadores que han llegado hasta los 80. No te imaginas cómo se siente una persona de más de 70 años que está en la categoría Golden Senior Máster y rema 6 kilómetros, no sabes la alegría que eso le da a una persona de la tercera edad. Es casi como renacer.

— Incluso existe una categoría para personas minusválidas. 
Yo remé por primera vez con minusválidos en Tahití. Eran personas a quienes había que subir a la canoa al borde del muelle y algunos incluso tenían una sonda puesta. Ellos han desarrollado sus extremidades superiores de forma tan increíble que tienen una fuerza impresionante. Es un gran mensaje de vida.

— ¿Qué puede enseñarle a las personas este deporte? 
Te diría que, en primer lugar, el contacto con el mar sana el alma. Creo que la mujer que tiene miedos puede empezar a vencerlos a través del mar. También te enseña que la vida cambia durante el día y no solo de un día para el otro, te enseña a adaptarte. Nosotras nos hemos vuelto mujeres mucho más aguerridas de lo que éramos. 

— ¿Cómo se prepara su equipo para el Mundial?
Este es el Mundial más importante para nosotras. Vamos a recorrer 24 kilómetros, pero ‘las canchas’ de Tahití son muy complicadas porque hay corales y nos podemos atascar. Estamos entrenando duro. Practicamos nuestra técnica individualmente y en equipo y hacemos un deporte cardio en paralelo. Será la carrera más hermosa porque pasaremos por Huahine, Raiatea, Tahaa y Bora Bora, las cuatro principales islas de la Polinesia Francesa.

— ¿Qué le gustaría lograr con la canoa polinésica?
Como Hano Hano Perú estamos luchando para que este deporte sea olímpico. Donde hay una canoa polinésica hay lucha. 

— ¿Cuándo va a dejar Bianca Cogorno de estar en el mar?
Nunca. Hasta el día que me muera y más. Mis cenizas estarán en el mar.  

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