Claudia Suárez, medallista de oro en los Juegos Panamericanos Lima 2019 en paleta frontón, junto a su hijo Matías. (Foto: Proyecto Legado)
Claudia Suárez, medallista de oro en los Juegos Panamericanos Lima 2019 en paleta frontón, junto a su hijo Matías. (Foto: Proyecto Legado)
/ German Falcon
Redacción EC

Son consideradas madres coraje, porque lucharon contra cualquier obstáculo para repartir su tiempo entre las canchas y el cuidado a sus hijos. Así lo cuentan las deportistas nacionales (paleta frontón), Paola Gil (esgrima) y Cindy Calle (vóleibol playa), quienes representan al universo de madres que lucharon por convertirse en atletas de alto rendimiento, cumpliendo con la exigencia en ambos roles.

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En el , Claudia Suárez, medallista de oro en Lima 2019, retrocede más de 15 años y revive los entrenamientos que realizaba al lado de Matías, su hijo, cuando él apenas tenía un año y la acompañaba a las canchas de Paleta frontón.

Aprendí a pasar tiempo con mi hijo en las mañanas, por las tardes el entreno y luego mi trabajo como profesora, dando clases particulares. Ser madre es una bendición y a la vez puedes ser una destacada deportista“, afirmó en declaraciones para el Proyecto Especial Legado Juegos Panamericanos y Parapanamericanos.

En esa misma línea, Cindy Calle recuerda que luego del nacimiento de Noha, su hijo, luchó contra el tiempo, superó lesiones y encontró la fórmula para llegar con energías a casa a seguir jugando con su engreído.

“Pasaré un Día de la Madre distinto, por la pandemia, pero feliz por tener a mi hijo al lado. Es difícil ser mamá y deportista. Superar los obstáculos, te hace más fuerte y hay que tener mucha paciencia. Yo lo llevaba a mis entrenamientos y lo colocaba en una colchoneta. Ser mamá me cambió la vida”, contó la voleibolista.

La voleibolista Cindy Calle entrena con su hijo Noah. (Foto: Proyecto Legado)
La voleibolista Cindy Calle entrena con su hijo Noah. (Foto: Proyecto Legado)
/ German Falcon

En tanto, Paola Gil recuerda con nostalgia el momento en el cual se vio obligada a abandonar Venezuela después de 20 años, con el objetivo de buscar suerte en tierras peruanas. Ella, además, tuvo que dejar a Sharlot, su hija de 5 años.

Soy peruana por mi padre, pero viví siempre en Venezuela. La situación en el país me obligó a salir disparada. Fue así como, primero, me fui a Ecuador, con tan solo 20 dólares en el bolsillo. No duré mucho y vine a Lima. Las puertas se me abrieron aquí y no dudé en traer a mi niña. Ahora, yo la incentivo a practicar la Esgrima. A lo mejor nos representa en el futuro. Quiero llevarla conmigo de la mano, para cumplir juntas este sueño”, agrega Paola Gil.

La esgrimista Paola Gil posa junto a su hija Sharlot. (Foto: Proyecto Legado)
La esgrimista Paola Gil posa junto a su hija Sharlot. (Foto: Proyecto Legado)
/ German Falcon

Las destacadas atletas peruanas reafirman que el deporte se convirtió en el vehículo transmisor de valores para sus hijos y en la expresión necesaria para generar futuras generaciones.

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