El mexicano Checo Pérez ganó en el GP de Arabia Saudita, mientras que su compañero, Verstappen, quedó en el segundo puesto.
El mexicano Checo Pérez ganó en el GP de Arabia Saudita, mientras que su compañero, Verstappen, quedó en el segundo puesto.
Daniel San Román

Las buenas costumbres de la gestión del talento afirman, y que Inés Temple me desmienta si incurro en un error, que es vital para el buen clima laboral el trabajo en equipo y el respeto hacia los compañeros de trabajo. Las empresas por ello gastan caudales en capacitaciones y jornadas de integración para que la armonía de sus equipos crezca a razón que este éxito logrará mayores beneficios para todos. Se entiende que un ambiente sano genera confort y a la larga, además de una mejor productividad, una menor rotación. Es decir que menos gente se vaya de la empresa. Sin embargo, en un trabajo tan competitivo como el de ser piloto de donde hay pocas butacas, los contratos finitos y salarios que rondan las siete cifras, a las escuderías les importa nada si sus pilotos se llevan bien. Incluso muchas veces, en el afán de activar la alta competencia, los equipos generan rivalidad entre sus volantes para sacar lo mejor de ellos en la pista. Bueno en Red Bull se les está saliendo está táctica de motivación de las manos el duelo Verstappen – Pérez y lo peor es que recién estamos en la fecha dos.

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Checo no sabe disimular su malestar y Max tiene un ego colosal que lo hace incapaz de entender la palabra empatía. Las relaciones de subordinación entre pilotos, en la categoría, se han dado siempre: Schumacher-Barrichello, Vettel-Webber, Hamilton-Bottas. Elija su dupla favorita pero siempre había un número uno y un número dos que a medida que el campeonato avanzaba, las predilecciones se hacían más evidentes por las ambiciones de apostar por el más cercano al título. Lamentablemente la temporada 2022 concluyó con la sensación generalizada que la ambición de Max jugó en contra el sueño de Checo de quedar subcampeón. Se sintió que Verstappen no supo devolverle las lealtades al mexicano en la pista y lo que es peor que en sus declaraciones no mostró pesar, ni arrepentimiento. Hoy meses después queda claro que la relación entre ambos está quebrada y que en la medida que las condiciones en la clasificación estén intactas, sin un favorito evidente, el equipo tendrá que ver cómo ambos luchan sin piedad. Red Bull ha dicho que los dejará pelear y en la medida que uno pierda el ritmo esta premisa puede terminar generando problemas de abandonos, problemas en las paradas y hasta en roces. Lejos están los días del 2021 cuando Checo era el leal ministro de Defensa.

Las distancias entre ambos se habrían ampliado más tras las declaraciones de Verstappen postemporada donde afirmó que: “Hay veces que los pilotos tienen que aceptar que el tipo de al lado es mejor que tú, ahí está cómo Bottas (en Mercedes) lo aceptó. Algunas personas no pueden aceptarlo, entonces todo comienza a caminar mal. No puedes vivir en un cuento de hadas”. Desde aquella entrevista los entornos de los pilotos afirman que simplemente todo se ha quebrado. La posición de piloto escolta siempre existió, pero al menos veíamos un juego cómplice del respeto del conductor designado a ser la estrella. Un halago gratuito, un poco de pudor, una intención de camaradería. Buenas costumbres le dicen. Esas que hoy en Red Bull, ausentes, están haciéndole al equipo más daño que sus propios rivales.


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