Daniel San Román

No pasaron ni 100 días desde que terminó el campeonato 2023, pero por las noticias que nos han llegado, pareciera que fuera más de un año. La Fórmula Uno inició una nueva temporada inmersa en más drama del habitual. Si contar con su propio reality (“Formula 1: Drive to Survive”) no bastaba, hoy la categoría ha hecho lo necesario para instalar la emotividad desde las semanas antes. Cambios de escuderías anticipados, pilotos sin futuros definidos, denuncias, cambios de nombres y opiniones antisonantes han logrado cargar este primer semáforo con varios protagonistas.

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La misma canción

Este será otro año escuchando el himno de Países Bajos. Han bastado la primera carrera para dejarnos en claro que esta será otra temporada esculpida a medida para el dominio demoledor de Max Verstappen. El nuevo Red Bull ha evidenciado que no ha perdido el tiempo en la gloria y ha puesto sobre el río asfáltico una versión aún más afilada de la máquina letal del 2023. Las evidencias son tan contundentes, los tiempos letales, y más de un piloto de la parrilla ha comenzado a ver el inicio de un cuento que ya conocen bien. Con un campeonato definido con tanta anterioridad, queda claro que los hombres de Milton Keynes se dedicaron mucho tiempo a este monoplaza que pareciera parido para ganar el teatracampeonato consecutivo.

Mientras todos los demás equipos han tratado de copiarlos, ellos han evolucionado hacia otro lado. Diferente en sus formas exteriores y con un sistema de refrigeración nunca antes visto en la parrilla, el monoplaza evidencia que Newey no apostó por la ruta segura de evolucionar al pura sangre del 2023, sino por hacer una nueva raza. La superioridad en la previa ha sido tal que el mismo Alonso no ha titubeado al afirmar que “somos 19 pilotos los que pensamos que no vamos a ganar el Mundial. Este deporte es así de brutal el 99% del tiempo”. ¿Lo más doloroso? En esos 19 pilotos está también Checo Pérez.

Dos hombres, un camino

El sorpresivo fichaje, para el 2025, de Lewis Hamilton con Ferrari ha removido la parrilla y le ha dado a esta temporada una sensación de casting en vivo. Con Checo Pérez en su último año de contrato con Red Bull y Carlos Sainz sabiendo que corre en Ferrari en una butaca que ya no es suya, ambos buscarán este año brillar en los trazados para mantenerse en el protagonismo. Es claro que Carlos se ha quedado sin opción de quedarse en Ferrari, pero es consciente de que en el 2025 la butaca de Red Bull de Checo Pérez aún no tiene dueño y que también está libre el asiento que ha dejado Lewis Hamilton en Mercedes.

El mexicano, por su lado, sabe que en la medida que haga un buen campeonato ganando carreras, sumado a sus números de merchandising, podría alargar su estancia en Red Bull. Es poco probable, porque en más de una ocasión las cabezas de la escudería han dejado claro que quieren un piloto más constante, pero con buenos resultados, esto podría cambiar. En medio de estas dos cotizadas butacas hay un factor más: el contrato de Fernando Alonso vence este año. Piloto experimentado, protagonista con sus números de merchandising, títulos y con muy buen marketing. Sólido trípode para que tanto Red Bull como Mercedes estén dirigiendo su mirada a él.

Dos grandes escuderías buscando pilotos y dos grandes pilotos (Checo y Sainz) sabiéndose relegados, peleando por el protagonismo necesario para llamar la atención de Mercedes y Red Bull. Dos grandes egos girando sin otra motivación que brillar. Una combinación complicadísima para encontrar la tranquilidad necesaria a la hora de que les pidan ejecutar órdenes de equipos donde tengan que priorizar su supervivencia futura en la categoría sobre los intereses de la escudería. Sin lugar a dudas, habrá drama, frustración y conatos. Todo mientras de fondo suene el himno de Países Bajos.

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