De pequeño, Hugo Del Castillo anhelaba ser un power ranger y, a la misma vez, un doctor. Ya con 25 años encima, se podría decir que ambos sueños de infancia se han cumplido. Si bien el taekwondista peruano no logró convertirse en ese superhéroe -de preferencia color rojo- que contemplaba diariamente en la TV, sí pudo encontrar la forma de ejecutar las mismas -o más bien parecidas– patadas y acrobacias a través del poomsae, rama artística del taekwondo. Y ahora, además del inherente dobok y cinturón negro que luce constantemente, también ha conseguido sumar un peculiar atuendo azul, que brinda esperanza de vida a propios y extraños, al haber culminado satisfactoriamente sus estudios de Medicina.
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Hugo tenía solo 10 años cuando inició su aventura deportiva. Él no quería quedarse de brazos cruzados mientras sus amigos se incribían en diversas disciplinas como el judo, basquet, fútbol, voley y otros más. Entonces, inspirado en algunos animes que marcaron su infancia (Dragon Ball Z, Naruto y los Power Rangers) escogió el taekwondo como su pasatiempo de verano, que finalmente se extendió a todas las estaciones del año.
“Me gustaba bastante el combate (de los animes mencionados). Me gustaba mucho ver cómo saltaban, cómo volaban y yo pensé que se iba a poder hacer eso en el deporte. De hecho hay bastantes cosas que se pueden hacer. Ya la fantasía de estos dibujos animados vuela más allá de la realidad. Es así que me meto a una academia que estaba muy cerca de mi casa. Mi mamá pensó que iba a ser un verano. Finalmente me quedé para toda la vida”, recuerda.
Curiosamente, Hugo no escogió la modalidad kyorugui (combate) como se esperaba. Por habilidad, destreza y técnica, él prefirió hacerse un camino en el poomsae. Y esa elección terminó siendo la mejor.
“A mí me gusta. Disfruto ver y, de vez en cuando, practicar el combate. Sin embargo, las condiciones en las cuales uno se desarrolla deportivamente en el combate son distintas. Uno tiene que mantener un peso, el entrenamiento es completamente distinto, necesitas una talla distinta y destrezas que no tengo, pero que en el poomsae he encontrado que sí. Tengo la composición corporal, la elasticidad, el porte y una serie de características que me ayudan a ser deportista de poomsae. Lo disfruto cada día que lo practico”, explica.
Es así que Hugo comenzó a tejer sus sueños en el poomsae, logrando conquistar medallas de distintos colores en varias partes del mundo. De hecho, se colgó una medalla de plata en el Campeonato Mundial de su modalidad en el 2014. También se le recuerda por darnos la primera presea (plata) en los Juegos Panamericanos Lima 2019. Sus demás logros son incontables.
Servicio innato
En medio de esa aventura adrenalínica, el taekwondista peruano nunca abandonó su sueño de ser doctor. Desde que tiene uso de razón siempre ha querido serlo. Eso sí, en todos sus años antes de entrar a la universidad, barajó distintas posibilidades como carrera. Incluso, confiesa que le hubiera gustado ser piloto. Pero para él nada ha sido más apasionante que la Medicina.
De ello se dio cuenta en el 2013, cuando frente a sus ojos ocurrió un trágico accidente de tránsito. Mientras regresaba de vacaciones con sus padres, un automóvil dio vuelta en campanas delante suyo y su instinto servicial le obligó a bajarse rápidamente del carro para tender una mano a la familia que se había accidentado. Aún no tenía ningún estudio universitario, pero los videos que constantemente veía en YouTube sobre su carrera le sirvieron en ese momento complicado.
“Eran el papá, la mamá y dos hijitos, el hijito menor era un bebito. Estaba la madre ensangrentada, agarré una botella de agua que estaba dentro del carro y le empecé a limpiar las esquirlas de vidrio que tenía. El niño tenía un par de laceraciones, las cuales también atendí. La actividad médica me gustó; sin embargo, me gustó más el que yo haya podido ayudar a la persona y que esta haya podido encontrar un apoyo en mí. Eso me hizo sentir bastante satisfecho”, cuenta.
Al año siguiente, ingresó a la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) y ya nada podía evitar que, tras ocho años de mucho esfuerzo y dedicación, Hugo Del Castillo se graduara como médico.
Un médico en el Top10 mundial: la clave
En el trayecto, Hugo atravesó un sinfín de dificultades. A la par de su carrera universitaria, llevó de la mano el deporte de alto rendimiento, una misión que no ha sido nada fácil. Pero era necesario. El taekwondista nacional nunca quiso descuidar sus dos pasiones y, a base de mucha disciplina, logró salir adelante en medio de todos los obstáculos que se le presentaron.
Afortunadamente, la universidad en la que estudió siempre le brindó las facilidades necesarias para que pueda ausentarse en las clases, o incluso exámenes, cuando tenía que afrontar alguna competencia o cualquier evento deportivo importante. La mayoría de sus profesores, asegura, fueron flexibles en ese sentido. Luego, la clave para no tirar la toalla en ocho años agotadores ha sido mucha organización y disciplina, dos virtudes del poomsae que ha podido extender a sus estudios.
“Creo que para estudiar medicina tienes que ser bastante disciplinado y bastante ordenado. El poomsae me ha dado eso, es una serie de movimientos, que tienen que ser bastante ordenados. Tienes que ser bastante perfeccionista. Y creo que lo he podido aplicar bastante en mi área profesional, siempre siguiendo esos principios, esos valores que me enseñó el taekwondo”, relaciona.
Ahora bien, todo esto ha constado de bastante sacrificio. Sacrificio innegociable. Hugo ha tenido que dejar de lado su vida social en muchas oportunidades, así como también ha renunciado a momentos familiares. Pero ha valido la pena.
Y si hablamos de sacrificios, hablamos también de horas y horas de sueño inmoladas. “Creo que una vida”, calcula Hugo sobre todas las horas de sueño que perdió en el camino. Hoy, ya las ojeras, la migraña y los constantes bostezos que le acompañaban quedaron relativamente en el pasado.
Claro está que Hugo meditó renunciar al deporte innumerables veces, porque sintió -inevitablemente- que ya no podía soportar más tanto agotamiento físico y mental que representó el hecho de estudiar al mismo tiempo.
Por suerte, en medio de esa gran extenuación, nuestro taekwondista pudo encontrar en todo momento la motivación necesaria para seguir compitiendo y representándonos de la mejor forma posible. No por casualidad se ha sabido mantener entre los mejores del mundo en su disciplina: hoy por hoy es el 6° del ránking del World Taekwondo (WT).
“La carrera avanzaba y se ponía más intensa, y yo también le aumentaba el ritmo al deporte. Cada vez que sentía que podía renunciar, aparecía una oportunidad, ganaba un campeonato, aparecía otro y me motivaba. Yo pensaba que en la pandemia se acababa todo, sin embargo, el poomsae, como es un deporte de apreciación, pudo continuar con todo y cuarentena. Ese fue un punto a favor, que me ha ayudado bastante a mantenerme vigente en estos dos años que tuvimos encierro”, cuenta.
Cabe señalar que Hugo Del Castillo cuenta con una academia propia de taekwondo, la cual es administrada por su madre. El múltiple campeón panamericano también ha tenido que sobrellevar con esta carga adicional todos estos años, aunque solo asiste algunas veces para los exámenes de los muchachos, para dictar algún seminario, o hablar con los profesores. Justamente, una de las instructoras de su academia es Winnie Yi, actual entrenadora de la selección nacional de poomsae.
El internado
Todos los ciclos de la universidad han sido bastante duros para Hugo Del Castillo, pero poco a poco le supo agarrar el ritmo y la ‘maña’ que necesitaba para llevar sus dos pasiones de la mano. Encontró, a su manera, los métodos y mecanismos para entender y sobrellevar mejor esta etapa, tanto con los cursos generales como los de su carrera en específico.
Asimismo, el taekwondista nacional ha sido bastante estricto con los tiempos que asignaba para el deporte y sus estudios. Nunca se despegaba de la silla si antes no terminaba algún pendiente de la universidad y siempre se dio el tiempo necesario para seguir practicando el poomsae. Incluso, en su último año de estudios se organizó de una forma muy especial para continuar al mismo ritmo (quizá un poco más intenso) durante el internado.
Hugo escogió el Hospital Naval como la sede para demostrar todas las competencias que adquirió en sus años anteriores de estudios. En un tiempo crítico de pandemia, él consideró que ese centro médico es uno de los que “más garantías ha dado a sus internos y sus trabajadores” y por ello lo eligió, una decisión de la que no se arrepiente en ningún momento.
Durante el internado, le costó mucho ordenar sus tiempos. De hecho, abandonó por un tiempo las competiciones deportivas para enfocarse únicamente en su último año de estudios. Aún así, el poomsae siguió siendo parte de su rutina.
El taekwondista nacional tenía que madrugar para entrenar una o dos horas en casa. Luego debía llegar temprano -cuando el cielo recién empezaba a iluminarse- al Hospital Naval, con el objetivo de ayudar lo máximo posible a todos los pacientes que tenía que atender durante el día. En ese intenso ritmo, muchas veces se vio obligado a trabajar más de 12 horas para terminar todos sus pendientes.
“Fue bastante demandante el despertarse muy temprano, pero llegó un momento que le agarré el ritmo. Dije ‘ok, tal vez no podré entrenar cuatro o cinco horas como normalmente lo hacía, pero puedo entrenar una hora y media o dos horas durante la madrugada’. Si tenía que levantarme a las 5 de la mañana o cuatro, me levantaba a las 3 y entrenaba. Luego me bañaba, me cambiaba al toque y me iba a trabajar. Llegaba a mi casa a las 8 de la noche o 9, me quedaba dormido y me despertaba a las 3 y entrenaba hasta las 5″, narra.
En ese tiempo, Hugo Del Castillo experimentó un montón de anécdotas que quedarán marcadas para toda su vida, como cuando se hizo un esguince en la rodilla por practicar una acrobacia bastante peligrosa justo en la época que llevó el Servicio de Traumatología en el internado. Entonces, el taekwondista nacional fue usado como ejemplo en el hospital para poder explicar el mecanismo de la lesión que sufrió.
“Fue bastante chistoso. Le mandé el video al doctor (de cómo se lesionó) y lo difundió entre mis colegas con fines docentes”, recuerda.
Hugo, a quien le interesa bastante la infectología, sustentó a finales del año pasado su tesis titulada “Asociación entre características sociodemográficas y del establecimiento penitenciario con la presencia de Infecciones de Transmisión Sexual auto-reportadas y adquiridas en Establecimientos Penitenciarios según el Censo Nacional Penitenciario, Perú 2016″ y se tituló como médico, el mayor éxito de su vida. Hace no mucho fue su graduación, donde le reconocieron no solo su logro académico, sino también deportivo, y no pudo evitar emocionarse hasta las lágrimas.
“Se me salieron las lágrimas de felicidad, de alegría por este gran logro, por haber concluido una carrera bastante larga en un tiempo relativamente corto. Me demoré tal vez un año más, no porque haya desaprobado un curso, sino porque yo voluntariamente decidí dejarlo para poder abocarme un poco más al deporte, porque lo necesitaba. Me siento bastante orgulloso de mí mismo, me siento bastante feliz de poder acabar este reto y poder dedicarme a esta nueva faceta de mi vida, que también me gusta bastante”, expresa.
Su futuro
Ya con los estudios finalizados exitosamente, lo que se viene para Hugo en los próximos años es incierto. Él quiere vivir el día a día, afianzándose como un médico profesional y sin dejar el deporte de lado, aunque -quizás- seguir llevando de la mano ambas cosas será imposible más adelante.
El panorama futuro es bastante complicado. Hugo baraja todos los escenarios posibles. Su objetivo es ser traumatólogo deportivo, pero quiere hacer esa especialidad fuera del Perú. Esto, espera, no impedirá que siga entrenando y compitiendo cada vez que sea posible.
“Yo nunca pongo un final, porque siempre que he dicho este es el final o hasta acá llego, siempre aparece una oportunidad, las puertas se abren o te dan facilidades. No sé si pueda llegar a los Juegos Suramericanos 2022 por motivos laborales; sin embargo, voy a esforzarme para poder clasificar. Además, (este año) se viene el Open de Perú, el Open Bicentenario, que va a ser acá en Lima. Para ese sí voy a estar presente de todas maneras”, analiza.
Por lo pronto, el taekwondista nacional tiene planeado realizar el Servicio Rural y Urbano Marginal de Salud (SERUMS) este año. Además, estas últimas semanas Hugo estuvo preparándose para afrontar los Juegos Bolivarianos Valledupar 2022, donde se perfiló como el gran candidato al oro en la categoría individual tradicional de poomsae y, finalmente, no defraudó. Nuestro compatriota volvió a llevar la bandera nacional a lo más alto del podio
“Tenemos muchas posibilidades de la medalla de oro. Estoy yendo a pelearla. Estoy bastante tranquilo, animado y con entusiasmo, porque sé que es un objetivo bastante factible. Mi expectativa es agarrar el oro”, avisaba antes de la competencia. Y cumplió colgándose la presea dorada.
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