—¿Con el triunfo de Carlos Alcaraz en Madrid hemos sido testigos de un momento histórico, del pase de posta de una generación a otra?
El chico es un fuera de serie, es el muchacho maravilla que hemos estado esperando. Pero hay otros que tienen dos o tres años más y que también son buenísimos como (Denis) Shapovalov quien llegó a semifinales de Wimbledon. Existe un recambio. Acaba de lesionarse Nadal que iba como favorito al Abierto de Roma. El cuerpo empieza a pasar factura.
—¿Por qué ha demorado tanto el cambio? Nadal, Djokovic, el mismo Federer llevan años en la cumbre…
Tenía que venir alguien especial. Federer se destronó a sí mismo. Su rodilla le ha impedido jugar. Ha jugado muy poco en los últimos años. Ya ha confirmado que va a estar en Basel, donde jugó su primer torneo, y seguramente se retirará. Ya tiene 40 años. A Djokovic lo veo bien físicamente. Todavía tiene muchas oportunidades de seguir ganando y mantenerse arriba. Perdió con Alcaraz, pero hay que tener en cuenta que las condiciones en Madrid son distintas a un Grand Slam. Tiene para cuatro o cinco años más en el circuito
—¿Cuatro o cinco años más?
Sí, lo veo bien físicamente. Tiene el problema de no haberse vacunado, por eso no lo dejaron jugar en Australia y no se sabe si podrá hacerlo en el US Open. Sin embargo, para mí sigue siendo el número 1. Igual Alcaraz viene como un cohete, está muy bien entrenado.
—¿Cuál es la fortaleza de Alcaraz?
Me acuerdo cuando tenía su edad… a esa edad juegas muy suelto, estás viviendo el sueño de tu vida. Tsitsipás decía que a esa edad no tienes gente en contra. Alcaraz ha tenido un rendimiento intachable, pero así también pasaba con otros. Aún no tiene mucha presión.
—La idea de que el tenis es un deporte solitario también ha cambiado.
Totalmente. En el club desde donde estoy hablando (Los Ángeles) entrena Naomi Osaka. Ella ha ganado diez veces más dinero por sus auspiciadores. Tiene preparador físico, entrenador… los tenistas top viajan hasta con su chef y están en contacto con sus psicólogos. Manejan un entorno muy profesional. Ya no te puedes juerguear porque siempre hay un teléfono que te está mirando.
—Hace poco recordaste en Twitter que también llegaste a la final del torneo que ganó Alcaraz, en 1981. Tenías 19 años. Perdiste con Ivan Lendl y después te fuiste a una discoteca.
Era una época completamente diferente. En Perú tenía muy poca información sobre el tenis profesional. Y en lugar de hacer los torneos de invierno, me iba a Ilo, a Piura a promocionar el tenis. Ahora el nivel es otro. Es otro mundo. Una vez, en pleno torneo en Roma, jugué con el Papa (Juan Pablo II)…
—¿Cómo fue eso?
Me enteré solo dos horas antes. Lo gracioso es que todos los tiros que hacía me los cantaba como si fueran malos. Yo me estaba vacilando, pero igual me acerqué a uno de sus acompañantes para reclamarle porque no me daba un solo punto y me respondió: “Parola di Dio” (Palabra de Dios).
—Juan Pablo II era deportista. Le gustaba esquiar también.
Hablé muy poco con él. Quien me llevó fue Fibak Wojtek, número 1 de Polonia. Fue muy divertido. Recuerdo que jugamos en una de las canchas de arcilla del Holiday Inn de Roma. El Papa estaba vestido con ropa Lacoste, que le quedaba un poco ajustada. Al año siguiente jugó con Yannick Noah e invitó a todos los jugadores al Vaticano. Yo no fui porque me dediqué a los “romances italianos”.
—¿Qué futuro le ves a Juan Pablo Varillas?
Es un gran talento que ha demostrado ser capaz de ganar partidos importantes dentro y fuera del país. La única razón por la que no tiene mejor ránking es porque no ha habido inversionistas que apuesten por el tenis en el Perú. Con un par de torneos allá podría meterse entre los 100 primeros y estar más relajado. Jugar en casa, con tu gente, con tu comida, ayuda mucho. Por otro lado, necesita hacerse una buena evaluación porque se ha lesionado mucho. Y jugar mejor en el aire. Necesita volear mejor, ‘smashear’, como por ejemplo hace Alcaraz.
—¿No crees que la edad le juega en contra? (tiene 26 años)
Ahora la gente se retira más tarde. Por eso es importante saber cómo está. A pesar de que tiene un físico privilegiado, debe convertirse en un superhombre.
—¿Aun lo puede hacer?
Sí, pero va a tener que hacer sacrificios loquísimos en comidas, exámenes médicos... Ojalá lo haga porque tiene el talento para seguir creciendo
—¿Por qué no hay más Varillas en el Perú?
Porque no hay un gran auspiciador que se dedique a hacer torneos. Cuando me llamaron para la Copa Davis (en el 2015 para ser capitán) estaba casi olvidada, se la jugaron conmigo. Yo puse a Varillas, a otros chicos para crear rivalidad. Encontré jugadores muy buenos, pero muchos prefirieron la universidad. Hay una gran fuga de talentos en el Perú. Y no solo en el tenis.