Para Juan Pablo, su majestad siempre será Roger Federer, pero su espejo es Rafael Nadal por ese gen competitivo que intenta imitar. Varillas hoy es nuestra raqueta número uno, el tenista que, a sus 25 años, ve que sus decisiones, como la de retirarse de la universidad sin avisarle a sus padres para dedicarse al tenis, ahora dan sus frutos.
“¿Qué debe pasar para que Juan Pablo llegue al Top 100?”, es la pregunta que nos hemos hecho en el último año y hoy la respuesta es casi concreta. Varillas está a cuatro puestos -debe ser 104 tras las ‘semis’ del Challenger de Buenos Aires 2- de sumarse a esa élite del tenis en la que el Perú apenas ha estado con apenas cuatro representantes, en una lista que hoy supera lo más de dos mil tenistas.
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“Aspiro al Top 100 y más, es un primer gran objetivo que tengo”, decía el mismo Varillas y su camino parece tener esa puerta ya cerca. Con una serie de resultados, podría aparecer este lunes en ese puesto, pero lo más concreto es que pueda darse en las siguientes semanas.
“Ahora tiene que ir Challengers en Francia, donde busca sumar para meterse en el cuadro principal de Roland Garros”, nos comenta Yeltsin Ramírez, especialista del portal “Tenis Perú”.
Qué cambió para que Juan Pablo pueda estar a tiro del logro: Fue el 2019 el año en el que su carrera cobró impulso. Apostó —e invirtió— en un equipo completo de trabajo con ayuda psicológica incluida y se fueron dando los resultados: bronce en dobles en los Juegos Panamericanos y sus dos primeros Challenger ganados. Hoy ya suma cuatro, además de un octavos de final del ATP 500 y, claro, la experiencia olímpica de haber estado en Tokio 2020 donde enfrentó a Diego Schwartzman, tenista top en los últimos años.
Matías Rizzo, su preparador físico y fisioterapeuta desde hace unos años, comenta su método de trabajo: “Llega a entrenar hasta seis horas al día. Es un chico con una ambición sorprendente”. El mejor resumen para una alta exigencia.
La cruda realidad
No es sencillo llegar a la cima si la base no tiene la solidez necesaria de sostenerte. Así lo entiende Juan Pablo, así se ve el tenis peruano. No hay recursos como para exigir estar presente entre los mejores: solo Yzaga, Arraya, Horna y Di Laura lograron estar en el top 100 en sus carreras, mientras que, en los últimos años, a ellos se suma el ‘Chino’ Miranda con presencias en Grand Slams.
“No somos potencia como para decir que hemos caído a una situación caótica. Es la realidad”, nos decía Luis Horna cuando intentamos responder estos largos cuestionamientos.
Sin muchos jugadores en el circuito —hoy tenemos solo a seis jugadores por debajo del puesto 1000—, las chances de tener uno en la élite se dividen. Además, de todo una estructura que aún falta desarrollar. “En otros países tienen una metodología y un sistema instructivo más completo, con mejor infraestructura, mejores profesionales en preparación física y especialistas en medicina deportiva”, comenta Duilio Beretta, entrenador de Juan Pablo en el 2019.
Cuando Juan Pablo iniciaba su recorrido, comentó que “necesitaba unos 60 mil dólares”. Hoy, con comando técnico y la necesidad de buscar los torneos adecuados, esa cifra sobrepasa los 100 mil. Es ahí donde hace falta una política deportiva que no deje solo a los jugadores en esta búsqueda de recursos.
Además, existe el problemas de canchas. La Federación de Tenis cuenta con el Lawn Tennis y el apoyo del Centro Monitor de Miraflores para los entrenamientos de los seleccionados. Después, queda encontrar la cortesía de distintos clubes para tener canchas de entrenamiento. Por eso, Juan Pablo se prepara en Buenos Aires.
Varillas tiene la muñeca más precisa del país y su siguiente golpe es hacia el top 100. Estamos a la espera.