“De peruano tengo el corazón”. Lleva más de 18 años fuera del país que lo vio nacer, pero Keller Costa tiene lo más importante de nuestro país: los sentimientos en cada latido, cada recuerdo, que lo impulsa a cumplir sus grandes sueños. Dejó las calles de San Miguel y el Callao en el 2000, pero no ha dejado de ser ese criollo de buena onda y futbolero. Hoy, de hecho, es un embajador.
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Hoy es el nuevo técnico de la selección de Fútbol 7 de Japón, equipo que él mismo se encargó de impulsar ante los dirigentes nipones. Su amor por el fútbol y su pasión -como buen peruano- hicieron que no desista en el objetivo. Y este año competirá en un mundial.
Se emociona al ver la portada de DT de El Comercio, el diario que de niño veía en casa y que ahora destaca su historia. Y se emociona más de compartir el espacio con Kimberly García, nuestra campeona y récord mundial de marcha. Y es que Keller es ese sentimiento nacional que siempre está presente aun cuando se está en el otro lado del mundo.
Sus inicios
Hizo divisiones menores en Universitario, Cantolao y Cristal, pero su camino de vida estaba en lo que él llama ‘Misión’ para su Iglesia Evangélica y eso lo llevó a Japón, donde siguió creyendo en el balón y animó a los nipones, el país que inventó el querido dibujo animado Supercampeones (Yōichi Takahashi, 1981) a preparar una selección de Fútbol 7.
“Me decían el ‘Tanque’”, recuerda. El apodo era porque tenía buena patada a pesar de su corta edad. Un tiro libre o un disparo de larga distancia era gol fijo para él. Pero el fútbol era el hobbie que compartía con su religión, su camino tenía otro destino, aunque siempre con un balón en los pies. “Mi hermano llegó a jugar en las juveniles de Boys y Cristal. A él le ofrecieron ir a la selección, pero dijo no porque teníamos el llamado misionero”, nos comenta.
Y ese llamado hizo que en el 2000 partan hacia Estados Unidos y en el 2003 rumbo a Japón para hacer crecer a su movimiento misionero. Aunque Keller regresó a Brasil a estudiar publicidad y recién en el 2010 se asentó en territorio nipón para encaminar sus proyectos.
Creo la escuelita Gold Eagles (Águilas Doradas), pero el tsunami del 2011 paralizó todo. No se dio por vencido y con Shalom Sport Center apuntó al proyecto del Fútbol 7 en el 2019 en la región de Ibaraki. Empezaron en tercera y ahora están en la máxima división.
El fútbol 7 es una disciplina con muchos seguidores en Japón, aunque aún el deporte no es profesional. Por eso a Keller le llamó la atención que no se tenga un representativo nacional. Y él decidió tomar las riendas para que así sea.
“En el 2007 intentaron hacer una selección, fueron a jugar con clubes de Brasil y perdieron. Se desanimaron”, dice Keller. Hace cuatro años, el peruano empezó su camino en el Fútbol 7 en el club Shalom Sport Center y logró el ascenso de tercera a primera división, pero ese no fue su único logro: poco a poco fue animando a los dirigentes de la JF7 (Liga de Fútbol 7 de Japón) para reactivar la idea de tener un equipo nacional.
“Tú nos has llevado hasta acá, tú sabes a dónde nos llevas”, le dijeron las autoridades deportivas y hace unos meses lo nombraron técnico de la selección. Gracias a los contactos que ya tenía, logró que la FIF7 lo invite al Mundial de Fútbol 7 que en setiembre se realizará en Puebla, México.
Antes, en abril se medirá en un torneo amistosos con selecciones como Filipinas, Tailandia, Mianmar y otras para medir su nivel. Quiere llegar bien preparado a la cita mundial, aunque sabe que irán a darse a conocer. Su apuesta es subir su nivel para que Japón poco a poco de pelea a los más grandes.
Culturas
Él también creció viendo a Oliver Atom y con conocimiento de causa sabe lo que este dibujo animado, tan real para muchos, caló en el sentimiento japonés y cómo es que se mira ahora. “Supercampeones fue algo importante porque mostraron pasión, el esfuerzo apasionado de los jugadores”, nos dice sobre cómo se percibe ese anime en Japón.
El fútbol creció en Japón en los últimos años. Keller siendo un adolescente iba a los parques a jugar y era el único con un balón, mientras los otros chicos practicaban béisbol. “Ahora es normal ir con pelotas, vas al parque y vez más pelotas”, nos cuenta.
Pero a la pasión que aprendieron con los Supercampeones, los japoneses ahora le agregan inteligencia, planificación. “Hay un nuevo anime que se llama Blue Lock, que trata sobre las nuevas promesas del fútbol. Pero si lo ves, es algo más estratégico, un grupo de chicos que en una academia son testeados en un montón de pruebas y pasan los mejores”, nos cuenta el peruano.
Es así, los japoneses son muy metódicos en lo que hacen para que el resultado sea el mejor. “Ahora el japonés mezcla la pasión con lo estratégico. Tengo miedo que se puedan a llegar a mecanizar, porque el deporte necesita ser flexible”, reflexiona Keller de cómo se vive el fútbol en el país del Sol Naciente.
¿Versus Perú?
El Fútbol 7 aún no es visto como profesional en Japón, pero decidieron apostar por Keller y su trabajo gracias a lo que mostró con su equipo en el campo. También tenía, sin embargo, otras habilidades: activo hombre en redes sociales, fue por allí que llegó a contactar al presidente de la FIF7. Solo así los japoneses creerían en su proyecto, con algo concreto.
Ya vimos lo que los nipones han hecho con el fútbol –en el Mundial vencieron a Alemania y España–, y ahora será turno de verlos en un juego más reducido, que les asiente bien. “A ellos les gusta trabajar con rotaciones, movimientos. En el fútbol 11 se ve la velocidad, acá también en las reacciones, pero trabajan mucho la estrategia”, explica.
Tiene a youtubers, preparadores físicos y hasta un doctor en su plantel de 12 jugadores, pero lo más importante, tiene la disciplina y compromiso japonés para hacer crecer este deporte. Y también para cumplir otro sueño. “Sería maravilloso llevar a mi equipo a Perú. Sería un privilegio”, dice sobre si se llegase a dar esa posibilidad.
De padres brasileros, nació en Perú en 1985, se crio en el puerto chalaco y las calles de San Miguel. Se llevó la peruanidad en la maleta, a pesar de madurar en Estados Unidos y hacer su vida en Japón. Es un peruano que triunfa y este país se lo reconoce.
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