Caía la nieve en las calles de Manhattan en diciembre del 2012, pero un enorme aviso de neón cerca de la estación Penn (a unas diez cuadras de Time Square) alumbraba en medio de la niebla. Era el afiche oficial que anunciaba la pelea entre Miguel Cotto y Austin Trout por el título mundial superwélter en el Madison Square Garden (triunfo de Trout por decisión unánime). Eran los tiempos cuando un grupo de boxeadores peruanos (Zambrano, Rossel, Zegarra, Maicelo) comenzaba a tener continuidad de competencia internacional y se despertaba una curiosidad en tiempo futuro. Frente a ese gigantesco anuncio pugilístico dentro de la Gran Manzana de neón, me pregunté con algo de inocencia y optimismo: ¿Cuánto tiempo faltaba para ver a un compatriota allí? Jonathan Maicelo saltando a ese mítico ring con su pantalón corto blanco me respondió la noche del último sábado. Cincuenta y tres meses con veinte días.
El Madison Square Garden es un auditorio multiusos que ha recibido a los boxeadores más importantes de los últimos cincuenta años, es la casa de los New York Knicks en la NBA y fue el escenario donde se despidió John Lennon. Gloria y leyenda en cada uno de sus setenta y seis mil metros cuadrados. Allí peleó el sábado Jonathan Maicelo y allí besó la lona en el segundo round después de un tremendo golpe de Ray Beltrán. Apena el resultado, porque queríamos disfrutar más minutos de Jonathan en uno de los templos del pugilismo; sin embargo, Beltrán nos arrancó muy rápido ese afiche con un izquierdazo.
¿Tenemos derecho a criticar con tanta mezquindad a Maicelo? Habría que calibrar eso primero antes de establecer escalas de valores en lo que hizo mal o bien el chalaco. El boxeo peruano es una moneda al aire hace décadas y esas apariciones repentinas de peleadores nacionales son consecuencia del esfuerzo personal. Así fue lo de Kina Malpartida hace casi diez años y así es lo que ocurre con Maicelo en Estados Unidos. Ninguno fue producto de la planificación de una federación ni del Estado y ninguno tuvo el beneficio del sponsor fácil. Por eso Maicelo escribe esos anuncios casi incomprensibles en sus redes, donde mientras nos cuenta que está ingresando al MSG también agradece el auspicio de una marca de ropa para hombre.
Le han criticado hasta su comportamiento en las redes sociales. Maicelo podrá ser jacarandoso en su cuenta de Facebook, pero también es un empresario de sí mismo. Sin mucha ayuda se hizo camino hasta codearse con las estrellas del boxeo. Antes de “pegarle” tanto, mejor disfrutemos el tiempo que nos queda viéndolo en transmisiones de Golden, ESPN o Fox. No duden de que con 33 años Maicelo aún podría entrenar con persistencia para mantenerse unos tres años más en este nivel. Cuando no esté, lo vamos a extrañar mucho porque no es posible ver aún a un joven peleador peruano que tome la posta.
Es probable que Jonathan Maicelo haya sido el último peruano en pelear en el Madison Square Garden. Este recinto podría ser derrumbado en cinco años para ampliar las dimensiones de la estación Penn. Para traer abajo tremendo monumento del deporte, los neoyorquinos podrían buscar mano de obra en este país. Los peruanos somos expertos en demoler.