El público peruano alentó -algunos faltaron el respeto- pero no al final no celebró en la Copa Davis. (Foto: Jesús Saucedo / GEC)
El público peruano alentó -algunos faltaron el respeto- pero no al final no celebró en la Copa Davis. (Foto: Jesús Saucedo / GEC)
Marco Quilca León

Existe una delgada -finísima- línea entre la euforia del aliento y el insulto hacia los rivales. Un estrecho camino que increíblemente se ha normalizado en el fútbol, pero se ve muy raro en el tenis, un deporte mental en el que se hace silencio mientras se está disputando un punto. Por eso, lo que pasó el último domingo en el Club Lawn Tennis de Jesús María, que tuvo frente a frente a Perú y Chile, el ‘Clásico del Pacífico’, luchando una , se asemejó a un estadio donde muchas veces los futbolistas deben hacer oídos sordos ante las ofensas que llegan desde las tribunas.

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La segunda jornada de la serie prometía ser de poder a poder. Ambos países llegaban igualados 1-1 y todo se iba a definir el domingo. El Lawn Tennis reventó de hinchas peruanos en las cuatro tribunas y un grupo de chilenos ubicados entre occidente y sur. Al principio, un ambiente de fiesta. Banderas peruanas y chilenas flameando, dos grupos con instrumentos musicales que levantaban al público. Los clásicos “¡Cómo no te voy a querer!” y “Contigo Perú” no podían faltar.

El público en la tribuna. (Foto: Jesús Saucedo / GEC)
El público en la tribuna. (Foto: Jesús Saucedo / GEC)

Antes del encuentro de dobles, el chileno Nicolás Jarry, que iba a hacer dupla con su compatriota Alejandro Tabilo para enfrentar a Sergio Galdós y Arklon Huertas del Pino, pidió que apaguen el parlante para concentrarse mejor. Y esa fue la declaración de guerra del tenista para el público. O así se sintió desde las tribunas. Si hasta el sonido que hacen los autos cuando retroceden terminaba en una queja del chileno.

Los chilenos no tuvieron problemas para llevarse el triunfo (6-4 y 6-2), pero Jarry tenía un partido aparte. “Siempre saca abierto”, se escuchó desde la tribuna sur en reiteradas ocasiones que Nicolás se disponía a sacar. El hincha, creyendo quizá ser el mejor entrenador de tenis, buscaba ayudar a Galdós-Huertas del Pino; pero solo conseguía que la jueza llame la atención en reiteradas ocasiones.

La guerra psicológica entró en su punto más álgido en el segundo partido, el de Juan Pablo Varillas contra Alejandro Tabilo. Las dos mejores raquetas de cada país frente a frente. ‘Juanpi’ buscando igualar la serie; y ‘Alejo’ queriendo darle el triunfo definitivo a Chile.

El ingreso de Varillas demostró por qué era la gran esperanza. El recinto explotó de júbilo, entre aplausos y el clásico “¡Vamos, Varillas!”. Con una tobillera en su pie derecho para cuidar ese tobillo que ha sido su talón de Aquiles durante toda su carrera, Varillas arrancó el partido perdiendo 6-1. Y el entusiasmo del hincha fue cambiando. Había que ir en contra de Tabilo, sacarlo del partido.

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El chileno contrarrestaba los remates de Varillas al mismo tiempo que intentaba no desconcentrarse ante el bullicio de la gente. Nicolás Massú, capitán chileno, se llevaba dos dedos a la cabeza al estilo Ricardo Gareca y le pedía concentración, que solo piense en el partido. Pero fue difícil. El hincha se metió de lleno al partido y, sin importarle las llamadas de atención de la jueza, fue el motor para que Juan Pablo remonte y gane 1-6, 6-4, 6-4.

Todo se definiría entre Nicolás Álvarez (Perú) y Nicolás Jarry. El peruano, 300 en el ranking ATP, versus el chileno (112). Una diferencia que se iba a notar en el campo y que cargaba más el ambiente, al punto de ser molestoso y ofensivo.

La tensión se sentía en cada saque de Jarry. Desde las tribunas buscaban sacarlo del partido. Algunos inadaptados, envalentonados quizá por los vasos de cerveza que tomaron cada vez que pudieron en el patio de comidas del Lawn Tennis, aprovechaban el silencio para hacerle acordar al chileno sobre la suspensión por doping que recibió en 2020.

Jarry respondía con puntos y gritos exagerados mirando hacia las tribunas. Pero en un momento se vio afectado. Lo desconcentraron y fue a quejarse con la jueza que pidió respeto sin éxito alguno. Incluso le gritaron “llorón”. Por su parte, Nicolás Mazzú vivía con más euforia cada punto y le señalaba al tenis la cancha diciéndole “¡acá, acá, tu mente acá!”.

Nicolás Jarry ganó con comodidad por 6-3 y 6-0. Álvarez luchó todo lo que pudo. Y el público ya se mostraba enardecido, no dejaba que se realicen los saques e interrumpía a cada momento. Hasta hubo intentos de pelea en las tribunas. Los acostumbrados a ver tenis -es decir, los que saben que es como una regla guardar silencio mientras se juega- llegaron a cansarse y mandaron a callar a los entusiastas que habían cruzado esa finísima línea que separa el aliento del insulto y la ofensa.

Perú perdió en el campo y las tribunas. Jarry se llevó el tercer encuentro y le dio la clasificación a Chile en la Copa Davis, y las gradas se vieron empañadas de otros deportes. Ahora, la bicolor deberá buscar la permanencia en el Grupo Mundial I, y esto se dará en marzo. Los rivales saldrán de un próximo sorteo (sería en 10 días) entre todos los países que clasificaron del Grupo Mundial II y los que como la Bicolor, cayeron en esta fase.

Nicolás Mazzú celebrando con euforia el triunfo de Nicolás Jarry. (Foto: Jesús Saucedo / GEC)
Nicolás Mazzú celebrando con euforia el triunfo de Nicolás Jarry. (Foto: Jesús Saucedo / GEC)


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