Felipe Casapía Coello

El mar llamó a Piccolo Clemente en Huanchaco cuando apenas tenía siete años de edad. Él respondió y se dejó llevar a través de sus olas, atraído por el contacto con la naturaleza y la adrenalina. Solo cinco veranos después ganó su primer campeonato en el balneario trujillano, donde aprendió a disfrutar de momentos invaluables como pescar con los amigos en el muelle, pero sobre todo a surcar el agua con destreza sobre tablas y caballitos de totora. Desde ese entonces, añadió disciplina a su rutina y no se detuvo hasta convertirse en un deportista de élite, tan respetado como querido por llevar al Perú a lo más alto en el Longboard.

Contenido Sugerido

Contenido GEC