En Roland Garros 2019, Roger Federer llegó hasta semifinales. (Foto: AFP)
En Roland Garros 2019, Roger Federer llegó hasta semifinales. (Foto: AFP)
/ PHILIPPE LOPEZ
Juan Diego Llosa

A mis nerviosos 22 años estaba ahí, sentado, con las piernas temblando y rodeado de periodistas de todas partes del mundo. En mis manos tenía un cuaderno con la pregunta que tenía pensada para él y me la venía repitiendo en mi cabeza todo el día. De pronto llega el silencio más imponente que recuerdo. había ingresado a la sala de prensa, con la elegancia de siempre y con la sonrisa rutinaria de haber vuelto a ganar su partido de primera ronda en Roland Garros por decimosexta vez consecutiva.

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El siguiente paso fue levantar tímidamente la mano para que el Jefe de Prensa me asigne un turno para hablar con Su Majestad, evidentemente después de los medios televisivos presentes y de las cadenas informativas más importantes del mundo.

Llegó mi turno y pude hacer mi intervención a menos de dos metros del suizo. Estar en ese lugar era como estar en Disney y estar al frente de él era equivalente a estar delante de un ser superior.

Ese día reafirmé mi compromiso de hacerme un camino en este complicado – pero gratificante – mundo del periodismo especializado en tenis. Y ese día supe que, venga lo que venga en el futuro, nada me va a generar una emoción similar a la que sentí en ese momento.

Este jueves nos levantamos con una carta que, aunque era inevitable que llegara, nos dejó absolutamente desconcertados. Roger Federer, a sus 41 años, decidió ponerle fin a su carrera como tenista profesional. La Laver Cup, torneo creado por él mismo y su agencia Team 8, será su última presentación oficial.

La nostalgia es absoluta. Y no por sus 20 títulos de Grand Slam ni por sus 103 títulos ATP ni por sus semanas como número uno. Roger Federer usó su talento para jugar al tenis para darse a conocer al mundo y meterse el público al bolsillo. El suizo elevó a la industria del tenis a niveles absolutamente inimaginables. Fue local en cada rincón del mundo y nos contagió con su sonrisa y sus lágrimas a lo largo de su carrera.

Servirá de consuelo entrar a YouTube a recordar esas batallas épicas contra Nadal, contra Djokovic o simplemente bucear entre esos tiros que solamente él fue capaz de ejecutar. Pero, de lo que no hay dudas, es que una era esencial para la historia del deporte blanco morirá con su retiro. Hasta siempre, Roger.

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