Antes de que Elon Musk la comprara, X (antes conocida como Twitter) ya era considerada el estercolero de las redes sociales. Ahora, con el dueño de Tesla a la cabeza, el hedor es aún mayor. La laxitud de los filtros y el desprestigio de las cuentas verificadas ha provocado que barbaridades monumentales recorran los timelines, se multipliquen las teorías de la conspiración y las mentiras se reposteen por doquier. Intentar ser irónico supone la descalificación inmediata. Ya ni siquiera se permite celebrar. Stefano Peschiera lo acaba de sufrir.