Redacción EC

RUDY JORDÁN ESPEJO

La laguna de la Huacachina es un oasis ubicado en pleno desierto iqueño donde llegan turistas y lugareños en busca de paz. Cobijados bajo la sombras de las palmeras hay acarameladas parejas, familias que reman en azules botes, aves migratorias que chapotean y convierten en  cristales el agua templada. Este escenario propicio para el descanso, que el poeta José Santos Chocano describió  como "el espejo roto que se volvió laguna", es el punto de partida de una de las carreras más extremas del mundo.   

Antes de alinearse en la partida, los 137 atletas inscritos entre peruanos y extranjeros, revisan al detalle los equipos -mantas térmicas, suplementos de proteína, baterías- que en una ultra-maratón nocturna en el desierto pueden literalmente salvarles la vida. Los deportistas abrazan a sus hijos y besan a sus parejas con la efusividad de los viajeros que emprenden un peligroso camino y no saben si volverán.  

A las 5:30 de la tarde suena la chicharra de partida. Se confunden zapatillas, arengas, banderas. El sol cae y se difuminan siluetas de atletas que se pierden en una altísima duna. Ahora solo quedan sus huellas que rápidamente se disuelven por la fofa arena y el viento que empieza a soplar.

INSPIRADA EN EL SAHARA
La ultra maratón Perú 8mil 100k desert Challenge está inspirada en la competencia Des Sables, en Marruecos. En ella, avezados deportistas deben recorrer en seis días 240 kilómetros en el desierto del Sáhara. La versión peruana, en cambio, tiene 100 kilómetros de recorrido por superficies duras y blandas; se disputa en tres categorías (varones, damas, postas) y los atletas deben llegar a la meta en un máximo de 24 horas para no ser eliminados.

"Hay que estar un poco locos para organizar toda esta logística", confiesa Ricardo Balarezo, uno de los cuatro jefes de carrera. Balarezo cuenta que en Perú 8mil crearon esta competencia con la idea que los define: hacer carreras al aire libre, como el que se disputó en abril. "Teníamos con eso la mitad de nuestra razón de ser, pero no queríamos las distancias tradicionales por eso fuimos por una más brava", afirma con el mismo espíritu aventurero que los convirtió en la primera expedición peruana en llegar al Himalaya.

De noche, el desierto tiene un silencio de cementerio y está ahora repleto de estrellas. Las luces blancas en los cascos con las que los atletas van apareciendo en la soledad de las dunas se confunden algunas de ellas. El primero en llegar al primer campamento médico (Km 32), lugar en el que se revisan los implementos y el estado de salud de los atletas, es el huancavelicano Remigio Huertas seguido de cerca por el amazonense Manuelito Figueroa. Huertas no tiene problemas, Figueroa sí: ha perdido 4 kilos y, a punta de rehidratantes, recupera dos y esto le permite seguir en carrera.

HOMBRE RÉCORD
Se espera que el primer atleta llegue al Hotel Double Tree de Paracas alrededor de las cuatro de la mañana. Sin embargo, Remigio Huertas rompe todo pronóstico y se aparece casi sin jadear en la meta apenas a las 8 horas y 53 minutos de haber iniciado la carrera: ¡más de una hora antes de lo calculado!. Con la tranquilidad de quien acaba terminar de su rutina de ejercicios en el parque de su barrio, Remigio dice haber corrido rápido para no cansarse y se embolsa así su quinta competencia en lo que va del año (antes había ganado Yumax, Northface, Wings for life y Huarochirí).

Manuelito Figueroa llega casi una hora después: 9 horas y 52 minutos. Se emociona y le dedica la carrera a los niños de la selva. Pese a que no ha podido alzarse con el primer puesto, se ha vencido a sí mismo bajando por más de una hora el tiempo que le dio el triunfo en la edición del año pasado. El chileno Max Meza (12 horas y 58 minutos) sería el tercero en cruzar la meta.

Amanece en la bahía de Paracas con el rumor de que la limeña Lidia Coloma y la ayacuchana Aydee Soto están cerca de meta y protagonizan una batalla de poder a poder. Vienen juntas, sin darse tregua, librando una titánica lucha similar a la del 2013 en la que Lidia se impuso por escaso margen. En la meta, a Lidia la espera su hijo Maxi, su esposo y su padre. Aydee, en cambio, corre sola como toda su vida, pues perdió a sus padres en la época del terrorismo y fue criada en los comedores populares de Ayacucho. En el último tramo, Lidia se acalambra, Aydee se despunta y llega a la meta marcando 12 horas y 56 minutos, apenas un minuto antes que Lidia. La tercera en llegar sería Karla Bazán (14 horas y 52 minutos).

El resto de competidores va llegando a la meta solos o en grupo. Al cruzarla la escena se repite: casi todos levantan los brazos y lloran mientras son abrazados y reciben sus medallas. Allí está el montañista Richard Hidalgo, allí llegan los brasileños Mario y Rafael Sampaio, padre e hijo que cumplieron su sueño de cruzar juntos el desierto. A punto de cumplirse las 24 horas y cuando ya se había comenzado con la ceremonia de premiación, un singular atleta llega en ojotas y medias largas y dice conservar el espíritu del chasqui incaico. Para correr 100 kilómetros cada uno tiene un motivo propio pero todos comparten la íntima satisfacción de haber vencido al desierto, al cansancio y a sí mismos.

Datos:

1. Los participantes que llegaron dentro de las 24 horas de carrera recibieron dos puntos que suman para  participar en la ultra maratón de Mont Blanc, la más importante del mundo,  que se va a llevar a cabo en Francia, el próximo 9 de agosto.

2. En el “Perú 8Mil Desert Challenge” participaron representantes de 13 países, entre ellos estaban Colombia, Sudáfrica, Brasil, Argentina, Costa Rica, Chile, Estados Unidos, Argentina, Bélgica, España, Francia, entre otros.

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