Cuando Eduardo Romay empezó a generar contenidos en Tik Tok, en medio del confinamiento por la pandemia, su intención no era más que recepcionar el angustiante momento que se vivía en el mundo y pegarle un mate al aburrimiento. La plataforma que tuvo un crecimiento imparable era, en principio, el lugar donde podía mostrarse como es y dar a conocer su deporte. Twitter también se convirtió en su aliado. Pero llegó un momento en el que su propósito de vida dio un giro y ahora el capitán de la selección peruana de vóley masculino es embajador de su deporte en las redes sociales. Busca, desde su trinchera, cambiar la sociedad y que un hombre armando o matando por encima de una net no sea mal visto. Con 27 años, Eduardo siente que ya pasó el camino de espinas y ahora busca ayudar a los demás a hacerlo.
TE PUEDE INTERESAR: Cayetana Chirinos, la niña más veloz del país que proyecta un gran futuro olímpico
—Jugaste en Perú, luego en Arabia Saudí, España, Austria y ahora están en Turquía. ¿Ha sido brusco el cambio de cultura deportiva?
Es difícil. Cuando empecé mi travesía, la referencia que tenía era el voley nacional, donde no es profesional. Estamos camino a serlo, pero aún falta mucho. Entonces pasé de estar acá a llegar a un club extranjero con todas las exigencias que amerita eso. Te pagan y esperan que el que rinda más seas tú. Eso me chocó de arranque cuando fui a Arabia Saudí. Y al cambio de chip de la profesionalización del deporte se le sumó el shock cultural. Arabia Saudí es un país súper complicado. Luego está España que tiene un ambiente un poco más relajado. Austria fue la primera experiencia completa que tuve y ahora Turquía que estamos a mitad de temporada. Cada país te trae algo diferente y uno, como persona y deportista, tiene que adaptarse.
—¿Fue difícil ser jugador de vóley en un país como Arabia Saudí?
El tema del sexismo hacia el vóley masculino lo tiene Perú y nadie más. Perú es uno de los pocos países donde el vóley femenino tiene más interés de parte del público que el masculino. Es un caso especial. Por eso somos sede de muchos campeonatos, porque los otros países no desean hacerlo porque no llenan coliseos como nosotros. En Arabia Saudíes todo lo contrario. Allí es ilegal tener una liga femenina de vóley. Las mujeres son las que la pasan mal con las restricciones. No podían ir al cine ni a los estadios. Para nosotros, por ejemplo, estaba el no poder escuchar música en público, respetar los cinco rezos al día, no se podía usar short en público. Y, obviamente, las drogas y todo lo ilegal estaba prohibido. En mi contrato había una cláusula que decía que si me encontraban con drogas tenía pena de muerte, ja, ja, ja.
—¿Por qué elegiste jugar vóley en el Perú, un país sexista hacia el vóley, como señalaste?
Fue de casualidad. Yo medía metro 92 aproximadamente cuando tenía 15 años, entonces mi familia intentaba encontrarme un deporte que aprovechara mi tamaño, pero nada me gustaba. Hice karate, fútbol, básquet… y nada. Entonces, mi papá conocía al entrenador de la selección de vóley masculino, que en ese momento era el cubano Antonio Pérez. Le habló sobre mí y así fue. Cuando llegué y vi cómo entrenaba la selección de mayores quedé impactado. Lo agresivo, rápido y explosivo que era. Por eso me enamoré del deporte.
MIRA: Florencia Chiarella y el drama del título mundial juvenil: “Ya estaba celebrando y me pusieron última por un error técnico”
—¿Por qué vóley y no básquet? En ambos deportes se valora mucho la estatura
Porque odiaba que todo el mundo me preguntara si jugaba básquet, ja ja ja. Creo que le agarré antipatía desde un inicio. Era lo que todo el mundo esperaba que hiciera. Incluso me ha pasado ahora que soy voleibolista profesional. Recuerdo que en Chile, en los Suramericanos, una señora ingresa al ascensor donde estábamos parte de la selección y nos dice: “¡Guau! Qué estatura tienen, ¿juegan básquet?”. Yo le respondo: “No, jugamos vóley”. Y su reacción fue de decepción, que es lo que engloba lo que pasa en el Perú: la gente se decepciona de eso.
—Sufriste de bullying en el colegio por tu estatura. ¿El vóley, en un inicio, fue un refugio o un motivo más para ser acosado?
Medir metro 92, con 15 años, ya te imaginarás todas las cosas que me decían. Pero en el vóley encontré un lugar donde todo el mundo quería mi tamaño. Un mundo inverso, donde pasé de odiar ser alto a ser apreciado. En el tema social en el Perú, crecer con un deporte como el vóley es muy complicado. La cantidad de mensajes que te llegan, más aún en un mundo globalizado por las redes sociales. Ya no es gente hablando a tus espaldas, ahora pueden enviarte un mensaje. Es muy duro y a veces trato de exponer un poco la situación y cómo eso nos frena no solo deportivamente sino también como sociedad. Y ahí la gente se divide en dos: están los que creen que te excusas y los que te entienden. Aquí hay un problema grande que es la estereotipación de los deportes, que no solo ataca al vóley sino a todos.
—¿Fuiste discriminado al inicio cuando empezaste a jugar vóley?
Para mí fue complicado crecer con esto. En el colegio, cuando nos tocaba Educación Física, y mandaban a las chicas a jugar vóley, yo preguntaba cuándo nos tocaba a nosotros. Y un profesor me decía que eso era para mujeres y te lo estoy diciendo con filtro porque la palabra que usó no es adecuada. Incluso me quedé con el colegio por la manera en cómo se expresó. Fue horrible. Y ese es el mismo caso que le pasa a muchos adolescentes. Yo incluso me llegué a retirar porque no me gustaba todo lo que me caía solo por el deporte que hacía. Eso sí, tuve la suerte de rodearme de grandes personas, pero no todos crecemos en ese contexto, por eso si hoy me toca alzar la voz para crear un poco de consciencia, lo haré. Es más importante para mí ese cambio que una medalla. Soy consciente que como selección nos falta mucho para ser campeones mundiales, pero si puede ser el que inicie el cambio en la sociedad para que mi deporte crezca, bienvenido sea.
—Encontraste en las redes sociales un buen caballito de batalla para difundir el vóley masculino
Sí. Pero el hecho de que me esté yendo a jugar al extranjero me da un poco más de validación, un peso extra a lo que digo. La gente no va a decir: “Este juega en su barrio y viene a darnos una charla de algo”, sino, “es el capitán de la selección de vóley, juega en Turquía, jugó en Austria, España, Arabia Saudí, tiene medallas, etc.”. Tiene un poco más de peso lo que digo y eso es importante para mi porque puedo acompañar la causa social con currículum. Y ahí vienen las redes sociales, que es una manera de presentarle mi deporte a mi propio país y al mundo. No todos saben que existe una selección de vóley masculino acá, por ejemplo. Entonces si conociste lo que hago por un chiste o por un Tik Tok, por lo menos ahora sabes que existe una selección de vóley masculino, y está perfecto.
—¿Eres feliz siendo voleibolista en una sociedad complicada?
Estoy feliz, pero no conforme. Feliz porque juego el deporte que me gusta, conociendo el mundo, me pagan por hacerlo; pero al final la problemática que existe alrededor de esto nos limita mucho. Hoy en día tengo 27 años, más de diez metido en esto, tengo una personalidad formada, sé quién soy. Pero hay muchos chicos de 15 años, que están formando recién su personalidad y están tratando de encajar en un mundo, a los que les puede chocar y mucho las críticas y demás. Yo estoy en una etapa más madura, pero entiendo el proceso por el que están pasando otros y ahí es cuando entro para ser embajador de mi deporte.
—¿Cómo nace la idea de ser embajador del vóley masculino a través de tus redes sociales?
Porque entendí que si las marcas no iban a venir por el lado deportivo, porque es complicado que auspicien solo a una persona en un deporte colectivo, tenía que ser atractivo por otro lado. Entonces entré por las redes sociales, a interactuar con la gente. En ese proceso empecé a asociarlo a mi deporte y luego mis seguidores empezaron a crecer. Recuerdo que en plena pandemia hice una reunión vía zoom. Puse que las primeras cien personas que entren, conversaremos un rato. A los diez segundos había una cola de 150 personas y cien ya dentro de la reunión. Fue realmente alucinante. Cuando comencé a charlar con ellos entendí que lo que yo había tenía que tener un motivo. Yo entré a la reunión para reirme un rato, responder preguntas, pero luego aparecieron casos de vida que me puse a llorar.
—¿Cuáles eran esos casos?
Los primeros diez minutos fueron pura risa, pero luego empezaron a aparecer chicos contándome sus historias, diciéndome que sus papás no quería que jueguen vóley, otros querían entrar a la selección y no sabían cómo y que sus propios padres les decían que era un deporte para maricones, que no iban a llegar a nada en la vida. Me acuerdo de una frase de un chico que contó que le había dicho a su papá: mientras exista un Eduardo Romay, que siga rompiendo esquemas y pasando límites, él también va a querer hacer eso. Ahí fue que me rompió el corazón, que cambió un poco mis metas de vida, a entender que el éxito no es una medalla sino lo que hacemos con nuestras vidas. En ese momento hablé con el chico y lo incluí en las categorías bases de la selección. Tiempo después su hermana se contactó conmigo y me habló llorando. Me dijo que su papá le había pedido perdón por la manera en cómo se expresó que nunca había pensado que su hijo estaría en una selección nacional. Más allá de si el chico crece o no deportivamente, mira lo que se pudo hacer. El poder, de cierta manera, que manejo solamente por estar en la posición en la que estoy es una responsabilidad con la sociedad para hacer más.
—¿Cómo has lidiado con las redes sociales, un terreno tóxico en muchos casos?
Es complicado. Hay tanto que quiero decir, la problemática del vóley no es simple, es una conversación. Cada vez que quiero exponer un poco el caso en Twitter, por ejemplo, hay un límite de caracteres y eso hace difícil poner todo en un solo tuit. Entonces la gente agarra lo que le da la gana y discrepa. Vivimos en una sociedad donde las personas se pueden esconder detrás de un teclado y te pueden decir de todo. Yo he llorado muchas veces al leer comentarios que me hacen desaparecer de las redes por días. Es un proceso duro.
@eduardoromay Answer cranky_crab es del 2020, pero no iba a dejar que esta oportunidad de mostrarles esto de nuevo pase 😂
♬ original sound - Eduardo Romay
—¿Qué falta para que el vóley masculino se profesionalice?
Lo veo lejos. El nivel del vóley masculino en el Perú, a nivel de clubes, no va a ser profesional en mucho tiempo. Es más, lo que yo en algún momento dije fue que lo más probable era que la liga nacional empeore año tras año.
—¿Por qué?
Porque los jugadores de vóley somos una comunidad muy pequeña. No es como el fútbol. No podemos tener una liga competitiva con tan pocos jugadores. Entonces lo que tenemos que hacer, y creo que va a pasar, es que los buenos jugadores se van a ir al extranjero. El año pasado fuimos como siete u ocho, este somos cuatro. La idea es que los buenos den un salto al extranjero pese a que se debilita el torneo interno. Eso lo hace Argentina en el vóley femenino, por ejemplo. No tienen un universo de jugadoras, pero todas están afuera creciendo a nivel internacional. Luego la selección tiene un grupo de 20 o 30 jugadoras que están en el extranjero, hacen un buen seleccionado y clasifican a los Juegos Olímpicos, que es el sueño de todos.
—¿Te consideras un agente de cambio social?
Me gustaría. Muchas veces me da un poco la locura de los pensamientos y me pregunto qué quiero dejar en este mundo, qué tan pasajero quiero que sea la presencia de Eduardo Romay. Tampoco te digo que voy a ser un Mahatma Ghandi, pero sí quiero que lo que yo haga con mi vida tenga un valor en un cambio.
—¿Cuál es tu sueño respecto a eso?
Deportivamente, como selección, estamos buscando unos Juegos Olímpicos. Pero mi sueño es que algún día podamos pensar en vóley masculino y no lo asociemos a ser “cabro, rosquete o maricón”, como la gente la menciona. Y que no tengamos a profesores de educación física que tengan que separar siempre el fútbol para hombres y vóley para mujeres. Cosas tan tontas como esa que crean minitraumas y problemas en la sociedad.
TE PUEDE INTERESAR
- Cali vs. Tolima: resumen de la final de ida de la Liga BetPlay de Colombia
- La marca peruana que patrocinará al poderoso PSG de Lionel Messi, Neymar y Mbappé
- Olimpia venció 2-0 a Real España en la final de ida de la Liga de Honduras: resumen y goles del partido
- Alianza Lima: el cupo de los extranjeros, el problema que complica el armado del plantel 2022
- Juan Vargas y el día que Ronaldinho lo reconoció en Champions League: “Sentí algo en el estómago” | VIDEO