Hace cuatro años madrugaba para elevarse por encima de la net. Ahora lo hace para volar por sobre las nubes. Vivian Baella cambió la ropa deportiva de vóley por un uniforme azul de azafata aérea. Hoy, el vóley para ella es esa esquina en su casa llena de trofeos y medallas conseguidos en sus años en la selección nacional. No sabe cuántos premios son, solo sabe que fueron grandes momentos.
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En el 2018 Vivian terminaba su carrera universitaria en administración de empresas y ya pensaba que necesita buscar algo más estable y seguro económicamente. Sabía que el vóley no podía darle esa estabilidad que ella necesitaba y empezó a buscar mejores opciones para su futuro. “Yo ya estaba decidida a buscar, quería algo más estable para mí”. Junto a estas inquietudes sucedió un hecho que marcó la posterior decisión de la peruana en donde una compañera de su equipo se lesionó y el club no pudo pagarle el 100% de su mentuperación. “En ese momento no lo comenté pero sí fue algo que me hizo pensar mucho en mi futuro”, nos cuenta.
Por pura casualidad y cosas del destino, en esas páginas de para buscar empleo Vivian vio la convocatoria de una aerolínea internacional para azafatas y postuló porque le llamó la atención. Dos días después la estarían llamando para comunicarle que pasaría los primeros filtros y la capacitación. Fue en ese instante que Baella se chocó con la dura realidad de que dado los tiempos que implicaba este trabajo tendría que dejar el vóley. Con 26 años se despidió de las canchas y encontró en el mundo de la aviación algo que realmente le gustaba. “Sentía que ese era mi lugar, donde me sentía cómoda y yo misma”, cuenta hoy emocionada como si el tiempo no hubiera pasado desde aquel día que se vio con su uniforme por primera vez.
Esta nueva etapa de su vida le trajo muchos cambios. Vivian no tiene la vida rutinaria de los demás, una semana esta aquí, otras esta volando pero eso la ha llevado a valorar mucho más los momentos que tiene con su familia y amigos. Además, ha desarrollado habilidades que antes no tenía y ahora agradece. “Recuerdo que cuando era jugadora siempre quería ganar y me ponía impaciente cuando alguien daba por perdida una pelota. Pero ahora siento que eso ha cambiado en mí y me gusta”.
Cuando se le pregunta sobre que es lo que más extraña de jugar el vóley a nivel profesional, se toma su tiempo y piensa antes de responder con una sonrisa que, sin dudas, se debe a que ha recordado agradables momentos que el deporte le trajo. Luego responde, con mucha seguridad, que extraña estar en la cancha con el coliseo lleno de gente alentando. “Alguna vez me ha pasado que he soñado que estoy jugando y me despierto con nostalgia de haber vivido esas épocas”.
Vivian fue parte de aquella generación del vóley peruano que le devolvió la alegría al país tras muchos años de olvido de este deporte. La selección comandada por la histórica Natalia Málaga participó en mundiales, sudamericanos, bolivarianos y en los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud trayendo a casa la presea de bronce, y poniendo al Perú entre los más grandes del vóley internacional.
“Natalia tenía una pasión por el vóley que era increíble y que nos buscaba transmitir en cada entrenamiento para darlo todo en cada partido”, recuerda Baella. La ex voleibolista añade además, que en esa época se preparaban para estar listas para enfrentar cualquier campeonato o selección que se les presente. “Para nosotras lo importante era jugar bien y si ganábamos mejor, pero si perdíamos que sea jugando a lo que sabíamos”. Esta selección tuvo como rivales a equipos como Japón, Bélgica, Singapur, Argentina y República Dominicana, entre otros, y les hizo frente sin sentirse menos.
Hoy por hoy Vivian cree que hubo un retroceso en cuánto al nivel de la selección porque la Federación no supo respetar procesos y eso se ha visto afectado en la falta de resultados de los últimos años. “Ahora los demás países han mejorado mucho, son más fuertes. Las chicas deben dar el 100% en la cancha para recuperar el respeto que se tenía por nuestra selección”. La peruana no ve en su futuro volver a jugar al vóley a nivel profesional, pero no descarta llegar a trabajar algún día en la parte administrativa de la Federación para ayudar a mejorar las condiciones de las jugadoras.
Con un gran futuro por delante, Vivian Baella agradece cada oportunidad y experiencia que le dio el vóley y que no olvida. Hoy es protagonista de una nueva historia con viajes, vuelos y aeropuertos por conocer y disfrutar. Que inicie el despegue.