Jorge Fossati dirigió su primer partido con Universitario de Deportes, y fue en la Copa Sudamericana.
Jorge Fossati dirigió su primer partido con Universitario de Deportes, y fue en la Copa Sudamericana.
/ Universitario
Mario Fernández

Así como algunos de los jales extranjeros asomaban cuestionables -¿cuándo la ‘U’ ha gastado dos de sus cupos en dos centrales?, ¿era necesario traer un mediocentro de afuera en vez de Murrugarra?, ¿no era mejor fortalecer los extremos donde casi no hay suplentes claros ?-, solo hay que rendirse ante el currículo del técnico que ha adquirido la dirigencia de Universitario de Deportes. Jorge Fossati es un técnico de selección que llega a prestigiar el fútbol peruano. Con 70 años, es un profesional del vuelo de un Markarián o un Pelusso. Un entrenador que solo en 3 de los 21 cuadros que ha dirigido no ha pasado el 50% de los puntos. Un entrenador con chapa para haber venido a la Videna. Eso ha comprado la U. Una apuesta de nivel, con el oficio suficiente para hacer movidas rápido y potenciar a ciertos jugadores del plantel que empezaban a ser seriamente criticados.

A saber, tres casos.

Andy Polo. El que fuera un ex punta con gol es desde hace unos años un extremo derecho suplente de Carrillo en la selección, pero habitual en las citaciones de Gareca antes y Reynoso ahora. Ha perdido el gol -tiene 1 en 31 partidos en la U- y tampoco lucía fiable en el “uno contra uno” ni acertado en las asistencias desde los lados. Era más una presencia potente que sabía jugar al espacio, pero que sin habilitadores de nivel se diluía. Ante Cienciano, Fossati, un enamorado de los laterales-volantes en su sistema 3-5-2, lo retrasó unos metros y lo hizo jugar por el carril, asumiéndolo más como un soldado que trabaja la banda a partir de su potencia. La obediencia para ir y venir con astucia táctica por derecha puede ser a sus 28 años la mejor arma de un Polo que con el uruguayo vuelve a ser una fija.

Piero Quispe. Es la apuesta fuerte del club como jugador-símbolo. No se dudaba de su técnica ni de su sacrificio, pero sí de su influencia real en los últimos 30 metros. Ubicado por Compagnucci primero como extremo zurdo y luego como volante viniendo de más atrás, Quispe abusaba del pase horizontal y se volvía más efectista que efectivo. El resultado era un jugador sin asistencias ni goles -hizo solo 3 en 40 partidos-, imposible de vender para Ferrari. Ante Cienciano, Fossati le preparó la posición de enlace, mas definido como creativo y más atento a ser asistidor de Herrera que de cualquier otro. Que no haya un suplente de su exacto perfil en el plantel, lo vuelve necesario en estos once de la U. El reto es sostener el nivel ante mejores rivales que los rojos, un contrincante demasiado pasivo ante el Quispe modo Cueva.

Emanuel Herrera. Por más que sea un cupo de extranjero, la presencia de Valera y la recuperación física de Succar, hacían ver a Herrera como el tercer 9 de la ‘U’. Sus problemas físicos de las últimas temporadas potenciaban la idea de haber contratado a un jugador con más pasado que presente. Ante Cienciano, Fossati no solo apostó por él, sino que armó un sistema que lo blindó, dándole muchas opciones de pase vía los carrileros -así llegó su gol- , pero también socios cercanos a su espalda. La movida generó que sus chances de gol se elevasen en comparación con otros juegos y que pase de marrar un tanto cantado -el 1 a 0 debió ser de él- a facturar como el viejo Herrera un centro de Cabanillas. La Liga 1 no es la Champions y a esta versión de Herrera debería bastarle para golear ante rivales como Cienciano en el Monumental. Con doble competencia que tiene la U -copa y torneo-, lo necesitarán.

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