Los pasadizos del inmenso estadio de San Siro tienen la banda sonora de una emisora radial de los recuerdos. Sus jirones son una calle melancolía. Su equipo emblema, el AC Milan, hoy es solo una canción de José José. Lo que un día fue, no será.
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De ese equipo todopoderoso y amurallado solo queda el color de la camiseta. Si el AC Milan vivía una muerte lenta desde hace diez años, lo que hemos visto hoy fueron los santos óleos a un paciente cansado de buscar una repentina sanación. En el Gewiss Stadium (antes Atleti Azurri) de Bérgamo, el Atalanta pegó durísimo con un 5-0 histórico y letal ante lo que quedó del siempre querido Milan. Ha sido la derrota más abultada de los últimos 21 años en el cuadro rossonero. A veces es oportuno caer en lo más hondo, para mirar con más claridad y recordar el camino de regreso.
Lo del AC Milan es mucho más que una simple crisis futbolística. Por malos tiempos han pasado todos: el Barcelona, el Real Madrid, la Juventus y River Plate (con descensos ambos) y hasta el irrompible Bayern. Sin embargo, lo que preocupa del siete veces campeón de la Champions es su reincidencia en las malas decisiones y esa vulnerabilidad en defensa que es un atentado contra su historia.
Es difícil imaginar que ese club que ayer era una puerta abierta en cada ataque del Atalanta, en algún momento juntó en su última línea a Franco Baresi, Alessandro Costacurta, Alessandro Nesta y Paolo Maldini. ¿Qué pasó en el AC Milan para que permanezca en involución los últimos diez años? Tres problemas para empezar: derroche de dinero por malas decisiones, recambio dirigencial sin éxito y la ausencia de una generación dorada.
-Cambio de timón-
Hoy el cuadro rossonero está en el puesto once del Calcio. Está más cerca del descenso (a 7 puntos) que de clasificar a un torneo internacional (8 puntos). Su técnico Stefano PiolI tendrá que pedir como milagro de Navidad que el 2020 pueda mantenerse en el cargo. No hay reacción en ninguna de sus líneas. El AC Milan no solo es un equipo ineficaz en ataque, sino que ha perdido jerarquía, a dejado escapar liderazgos y no ha logrado acercarse a los tiempos cuando asombraba al mundo con su solidez defensiva.
Su último título en el Calcio fue en el 2011 (luego vino el monólogo interminable de la Juventus) y después de eso comenzó ese desfile de frustraciones. El AC Milan hoy solo se alimenta de recuerdos y se aferra a reencontrarse con su mejor versión, aunque sin conocer la fórmula. Desde el 2009, el club milanés ha cerrado los años con déficit no menores de treinta millones de dólares en cada temporada. Esa acumulación de descalabros financieros determinó que Silvio Berlusconi, su rostro de poder durante casi veinte años, vendiera sus acciones al chino Li Yonghong por 740 millones de euros. El empresario asiático (hoy declarado en bancarrota) tuvo que cederle sus acciones a Elliott Management al no poder afrontar una deuda. El grupo inversor estadounidense de Paul Elliott Singer hoy es el encargado de devolverle la brújula a ese Titanic italiano, que impactó con el iceberg de la realidad hace varias temporadas.
-Los viejos cromos del AC Milan-
A los que tenemos entre 25 y 50 años nos cuesta ver al Milan en esta posición tan incómoda. Mientras se busca una receta para que el AC Milan recupere su linaje deportivo, solo queda buscar el viejo álbum de figuritas y recordar a ese equipo sinfónico de finales de los ochentas y principios de los noventas con Arrigo Sacchi como técnico. Algunos aún lo llaman “el Milan de los holandeses” por Gullit, Van Basten y Rijkaard, pero se olvidan que en ese equipo también estaban Baresi, Ancelotti y Donadoni. Un equipo inolvidable que globalizó términos como el pressing y que bañó de estética a la vieja escuela del catenaccio.
Sacchi no solo nos dejó un legado con el mejor equipo de su tiempo sino que redefinió el concepto de un entrenador de fútbol. “Ya los banquillos dejaron de ser reservados para ex jugadores exitosos o con buenas relaciones públicas”, explicó hace unos años el periodista español Santiago Segurola.
Como todo buen revolucionario del balompié, Sacchi lidera hasta hoy un árbol genealógico que tuvo herederos en el campo como Maldini o Costacurta y en el banquillo con Ancelotti. Solo así el AC Milán siguió reinando hasta mediados de la década pasada. De ese templo futbolístico hoy solo quedan escombros. Ya ni Berlusconi queda.
Si esta temporada el cuadro milanés se queda sin torneo internacional, será momento de buscar una salida más urgente. Todo está en manos de Elliott Management. El remedio más conocido es volver a las raíces, recuperar la identidad con las leyendas vivientes que quedan y que van silenciosamente a San Siro para no perder la costumbre. Duele ver así no solo al Milan, sino también al Manchester United y el Arsenal. Fueron nuestros héroes futbolísticos en aquellos años maravillosos. Quizá la insistencia en volverlos a verlos gigantes se desgaste ante tantos intentos fallidos. Quizá el fútbol ya los haya condenado a un liderazgo cíclico que ya pasó. Quizá ya nunca vuelvan a ser los mismos de antes. Nosotros tampoco.
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