Como las viejas parejas, que, pasado el tiempo, se intuyen y se predicen, así hemos llegado a conocer a Ricardo Gareca. No han sido pocas las veces, en estos años, en las que ha disminuido un cambio para replantearse, como se merece, la cartografía de su hoja de ruta. Ya que las circunstancias lo obligan a extender su universo de convocados, ha decidido pronunciar con cada miembro de la lista una intención: hay un porqué detrás de cada nombre, hay un porqué detrás de cada ausencia.
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Tras el discreto rendimiento de la selección en los últimos dos partidos de las eliminatorias en el 2016 se le sembró, aunque no lo haya confesado, la idea de virar el timón como en la Copa América Centenario. En aquel momento, con poco que perder, tomó riesgos: dejó de lado a varios “intocables” y la apuesta rindió frutos. Esta vez, sin embargo, ha decidido jugársela por el grupo que el armó: extender un crédito final a quienes ya le respondieron. Van a ser muy pocos los que, en la hora decisiva, terminen sumándose a los subcampeones del continente.
Santiago Ormeño, más allá, de alguna declaración desafortunada, tiene el visto bueno del entrenador nacional. El problema para el nieto de Don Walter es que. todavía en la consideración del Comando Técnico, está detrás de otros nombres ilustres en la selección. No es fácil para Gareca, ni lo sería para ningún técnico, colocarlo por encima de Farfán o de Guerrero, aunque ambos ya estén mayores. Hay una historia y una jerarquía que los sostiene.
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Los goles de Ormeño en México que tanto entusiasman en el Perú, son tomados con la prudencia de alguien que ya dirigió a un goleador en Norteamérica, pero que con la camiseta patria no rindió igual. De todas formas y pese a la poca efectividad de “La “Pulga” con la blanquiroja, Ormeño gusta por su fisonomía y su experiencia en la altura. La pregunta para Ricardo es a quien dejar afuera. Lapadula con su rendimiento reciente en el Calcio parece tener un lugar seguro en la lista definitiva.
Gareca suele ser riguroso en cuanto a sus convocatorias, pero esporádicamente, si algún jugador lo impresiona, se permite una excepción. La técnica de Beto Da Silva lo llevó, en su momento, a la Videna, sin haber demostrado con rendimiento sostenido su valor en la cancha. “Es del gusto personal del entrenador” explicó Ricardo.
En este plantel no hay un caso similar. El mismo Cueva tan criticado, con justicia, hace unos meses, ha encauzado su carrera nuevamente. Juega seguido y bien en Arabía. El grupo base ha recuperado continuidad y luce motivado de cara al futuro. Para integrarlo se deben multiplicar los méritos. Cada gol de Ormeño en estos días abona su ilusión. Otros que podrían pelear un lugar en el grupo final son Távara y Calcaterra.
Para Gareca la opinión de los demás importa, pero no es determinante. Él tiene una manera de concebir el futbol que no traiciona. Los jóvenes Kluivert Aguilar y Aron Sánchez están dentro de los cincuenta, Yuriel Celi, con mejor prensa, todavía no.
Ricardo conoce bien su geografía. De momento no se van anexar mayores territorios. Los tesoros de su pequeña ínsula puede que no alcancen para cumplir los sueños. No le importa, esa isla mínima es la que prefiere: su plantel de siempre.
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