“Salvo el peruano Luis Reyna y el italiano Claudio Gentile, defensas implacables donde los haya, pocos tuvieron éxito en el marcaje de Diego Armando Maradona”.
(Diario Córdoba de Argentina, 1 de mayo de 2004).
Desde que debutó con Argentinos Juniors, el 20 de octubre de 1976, el ‘Pibe’ de Villa Fiorito supo que su destino sería recibir golpes en la cancha. Se resignó, porque entendió que su habilidad extrema no le dejaba otra alternativa a sus rivales, simples mortales. Y hasta fue indulgente con sus ‘verdugos’.
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“No es culpa de los Gentile, la cosa; es culpa de los árbitros”, escribió en su libro ‘Yo soy el Diego’ (2001), al comentar sobre su duelo con el zaguero italiano. Apodado ‘L’africano’, Claudio Gentile lo castigó sin piedad en el Mundial de 1982: 23 terribles faltas en 90 minutos (hoy, eso equivaldría a cuatro tarjetas rojas en un partido) y solo recibió una tarjeta amarilla (por meterle un puñetazo en el rostro, sin pelota).
Italia ganó 2-1. Y el argentino ni siquiera se inmutó cuando el rudo hijo de sicilianos justificó su proceder al sentenciar que “el fútbol no es para bailarinas”.
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Sí, solo a los habilidosos se les frena a golpes. Incluso, Diego Armando Maradona, estrenando su cuenta de Instagram, compartió el año pasado un video compilatorio de las más duras faltas que sufrió en su carrera. Ahí, en casi tres minutos, aparece recibiendo golpes dignos de cualquier arte marcial, con las camisetas Boca, Barcelona, Napoli y la selección argentina. Solo un peruano aparece como ‘actor de reparto’: Rubén Toribio Díaz.
¿Y Luis Reyna? En los decisivos partidos de 1985, solo le cobraron once faltas contra el ’10′ (seis en Lima y cinco en Buenos Aires), y ninguna de ellas fue descalificadora. ¿Por qué, entonces, Maradona deja entrever que su archienemigo fue el volante peruano?
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-SOLO LO VIO LA CÁMARA-
“Ese muchacho es un burro”, declaró la tarde-noche del 23 de junio de 1985. Aquel día, en el Estadio Nacional simplemente no “jugó”. Y mostró todo su enojo en la conferencia de prensa.
Roberto Chale, autor intelectual de tan singular estrategia, reveló a El Comercio, en 2016, detalles sobre la elección del marcador del ’10′, para esos partidos que otorgaban el pasaje al Mundial de México 1986: “Vi que los colombianos y venezolanos le hicieron marca personal a Maradona, pero sus marcadores eran muy altos y nunca pudieron frenarlo. Reuní a mis jugadores para preguntar quién quería marcar a Maradona. Yo esperaba que sea (Jorge) Olaechea, pero él y los demás se quedaron callados. Ahí Lucho dijo ‘yo’, y quedó. Fue un riesgo ponerlo, porque él no jugaba hacía seis meses”. Chale es, fue y será terrible.
A la hora de la verdad, Reyna cumplió con creces. Hostigó a Maradona y lo ‘sacó’ del partido. Sistemáticamente lo fue debilitando desde el aspecto psicológico. Lo siguió, lo jaló de la camiseta y de los cabellos. Incluso, lo ‘acompañó’ a un costado de la cancha para que lo atiendan, luego de que el ‘Panadero’ Díaz le ‘acarició’ el tobillo derecho. Reyna fue su sombra y lo aburrió. Lo curioso es que ni siquiera hubo diálogo entre ambos.
Eso sí, el peruano también le aplicó muchos golpes arteros cuando la mirada del juez chileno Hernán Silva y de sus jueces de línea estaban en otro lugar. “Una cámara se encarga de seguir a Maradona, pero yo debo seguir a 22 jugadores”, fue el descargo del árbitro, cuando le preguntaron por qué permitió tal persecución.
Y es falso eso de que Reyna “solo servía para marcar”. El 17 peruano participó en la jugada del gol de Juan Carlos Oblitas, con un certero pase de cabeza a Franco Navarro. Ahí se olvidó por completo de Maradona y apareció a unos pasos del área chica cuando Ubaldo Fillol era derrotado. Y en el segundo tiempo, sirvió un excelente pase largo, ‘a lo Cueto’, a Franco Navarro. Reyna no era, pues, ningún ‘picapiedra’.
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Una sola vez el peruano perdió la marca de Maradona, quien lo desbordó por izquierda. El centro encontró a Jorge Valdano, pero el ‘1′ Eusebio Acasuzo evitó el gol. A los 76 minutos, con las medías caídas, Luis Reyna salió aplaudido las cancha, reemplazado por Javier Chirinos. Entonces, Olaechea se pegó a un ‘zombie’ Maradona.
Así, Diego sufriría su única caída en su paso por las Eliminatorias (en todo el registro histórico). De hecho, no estaba acostumbrado a sufrir derrotas con su selección (jugó 21 partidos mundialistas en cuatro mundiales y perdió solo cuatro veces).
“‘Mataron’ a Maradona y Argentina no reaccionó”, tituló la revista argentina El Gráfico y en su crónica criticó al DT Carlos Salvador Bilardo por su incapacidad para replantear su esquema ante el “suplicio” de su capitán.
-LO ANULÓ EN SU CASA-
En la revancha, toda la Argentina esperaba con furia al ‘Némesis’ peruano. Esta vez Reyna cambió de estrategia. No le jaló la camiseta, no lo golpeó y se limitó a seguirlo con las manos atrás, con la mirada en los ojos de su presa. Sabía que el juez Romualdo Arphi Filho podía ser más enérgico con los peruanos. Sí, porque a Julián Camino solo le mostró la amarilla por su intento de destruir la rodilla a Franco Navarro antes de cumplirse los dos minutos. (Tan noble era ese equipo peruano que no respondió con violencia a la criminal patada del limitado lateral argentino).
El ’10′ tuvo más libertad y se le escapó tres veces a su ‘cancerbero’. En la primera, Pedro Pablo Pasculli anotó (minuto 13). Por lo demás, Reyna volvió a poner en jaque al ‘Rey’. Incluso, se dio el lujo de participar en la jugada que originó el gol del empate transitorio, anotado por José Velásquez. Cuando el 17 dejó la cancha llena de barro, Perú ganaba 2-1 y estaba en México…
El DT argentino Carlos Salvador Bilardo, que había recibido críticas por no saber replantear su esquema en Lima (por ejemplo, mandar a Maradona de ‘9′, entre los centrales, para complicar a Reyna), tampoco ‘ayudó’ mucho a su capitán en la revancha.
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-REACCIONES-
Argentina y Perú empataron 2-2, pero según la prensa especializada, Reyna le ganó el duelo a Maradona.
“Reyna, el célebre Reyna, no lo tocó a Maradona., ni usó mal las manos, ni usó mal los pies. Fue una marca correcta y Maradona no existió. Se transformó en un jugador común, maniatado por ese trabajador honrado que no se comió ni un amague. ¿Pudo Maradona empequeñecerse tanto ante el excelente e higiénico trabajo de Reyna?”, opinó en su columna del diario El Tiempo, Osvaldo Ardizzone, uno de los más famosos periodistas argentinos de la historia, que destacó en la mejor época de la revista El Gráfico.
El diario Popular de Argentina publicó: “El cuco peruano no usó malas artes. Lo corrió a Maradona, lo encimó, pero no le respiró en la nuca, ni tampoco lo acompañó por toda la cancha, como en Lima. Diego se oscureció solo, quizá la presencia de Reyna tuvo algo que ver. Nunca se sabe”.
La revista El Grafico, en tanto, calificó a Maradona con 5 puntos, mientras que a Reyna le puso un seis.
La Nación de Chile comentó: “Cerca de la media hora, Reyna recibe las pifias del público, luego de trabar al ’10′. El peruano se pone de pie y llevándose la mano al pecho parece decir ‘Aquí mando yo’. Maradona se limita a mirarlo”.
Y el enviado especial de El Comercio, Alfonso ‘Pocho’ Rospigliosi, escribió: “Reyna controló con buenos modales a Maradona, le quitó esféricos sin golpearlo, por el contrario, llevando las manos atrás”.
La leyenda urbana, que nació en Argentina, sin embargo se encargó de ‘satanizar’ al volante peruano y presentarlo como el exponente del antifútbol. Y poco importó de que el propio Reyna anote el gol del empate (1-1) ante Maradona y compañía en la Copa América Argentina 1987.
“Tuve que hacer el trabajo sucio. Roberto Chale me encargó esa misión, porque mi estilo se prestaba para eso. Cada vez que el árbitro giraba, yo agarraba a Diego, lo tomaba de la cintura para frenarlo. Fui fastidioso, pero no me gustó hacerlo”, declaró Luis Reyna al diario Olé, en 2012. Al volante huanuqueño no le gusta recordar esos partidos que marcaron su carrera.
-LAMENTOS DEL ’10′-
Son párrafos que vale la pena leer. En su libro “Yo soy el Diego”, el mejor futbolista argentino de la historia dio su versión de lo vivió (y sufrió) ante Luis Reyna.
“Los dos partidos contra Perú, los que definían la historia, fueron terribles, ¡terribles! El primero en Lima, el 23 de junio, fue el de Reyna… Lo digo así y ya todo el mundo sabe de qué estoy hablando, de aquel muchacho que me siguió hasta el baño, ¡una cosa de locos, viejo! En una jugada, pisé mal y salí de la cancha. ¡Y el tipo me siguió hasta el borde de la cancha! Cuando volví, se me paró otra vez al ladito, el cabeza de termo. Me hablaba, me hablaba. Me pegaba trompadas, también. Qué bárbaro ese Reyna”.
Y en su segunda publicación “México 86: así ganamos la copa: mi mundial, mi verdad”, Maradona vuelve a recordar a su odiado marcador: “A mí me gustaba la marca personal porque me los saco de un toquecito, pero a aquel tipo se le fue la mano, la pierna, todo... No le decía ni una palabra porque mi arma contra esas cosas fue jugar”.
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En efecto, el ’10′ no solía tener problemas en ese aspecto. En el Mundial de 1986, por ejemplo, el uruguayo Jorge Barrios intentó marcarlo ‘tipo Reyna’, pero fracasó y Argentina se impuso 1-0 en octavos de final, en el torneo que consagraría definitivamente al ‘Pelusa’.
Queda claro entonces el por qué Diego Armando Maradona recordará siempre a Luis Reyna. Sin emplear la violencia extrema, el peruano no lo dejó ‘ser’ en dos partidos decisivos. En Lima, el peruano fue astuto para anularlo sin que el árbitro lo ‘vea’. Y en Buenos Aires, sin ‘tocarlo’, lo ‘redujo’ a la condición de ‘mortal’. Ni el italiano Gentile, con sus 23 brutales golpes en 90 minutos en 1982, ni los coreanos en 1986, ni los cameruneses en 1990 le dejaron tantas huellas.
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