Alberto Rodríguez: el back que nunca falla, por Miguel Villegas
Alberto Rodríguez: el back que nunca falla, por Miguel Villegas
Miguel Villegas

Nunca una palabra de más, nunca una indisciplina, nunca una patada de cárcel. Si uno piensa en una carrera ejemplar para contarle a los hijos, la de completa casi todos los requisitos. Campeón e hincha de su club, Cristal, esperó con paciencia la mejor oferta para irse a Europa –al Braga de Portugal– y desde ahí, o incluso desde mucho antes, fue el dueño absoluto de un puesto que por años le perteneció a Juan Reynoso. Es más, si alguien viera hoy videos de esos años –2006 o 2007– podría decir que Rodríguez, el Mudo, tenía todo para ser mejor que él.

Quizá el menos mediático de la famosa Generación 84 –los Farfán, Guerrero o Vargas–, hubo un tema que el posible defensa titular de la selección ante Argentina no pudo resolver nunca: su temor a las lesiones. O mejor, su celosa preocupación por recuperarse 100% y no arriesgar nunca, una práctica que podría celebrarse de no ser porque, a este nivel, a veces uno tiene que hacerle más caso al corazón que a la cabeza. Y ganar. En la final del 2005, cuando Cristal necesitaba ganarle a Cienciano en Arequipa, Rodríguez se sintió en la semana y puso en duda su presencia. Chemo del Solar, que ese año dirigía en el Rímac, tuvo que hacerle una advertencia:

–“Tienes que jugar Will, ¿qué pasa? Si no juegas tú no ganamos”.

No era una amenaza contra la salud del back. Era una pastilla para que crea más en él.

Precisamente post Cristal de Chemo, Alberto Rodríguez se fue a Portugal. Imaginamos una carrera de lujo, pero solo alcanzó brillo en el Braga y en Sporting, donde disputó Champions y la final de la Europa League, es decir, fue un top. Los videos del cable mostraban a un central que cumplía con los archivos, sobre todo cuando alguien recordaba que así "salía jugando Julio Meléndez". Y que así, nunca se lesionaba Héctor Chumpitaz.

Trece años después de su debut con Perú, ese Rodríguez no ha perdido ninguna de sus características. Ni su salto, ni su anticipo, ni su elegancia. En ese sentido, no es una locura pensar en su titularidad mañana contra , la Argentina de Higuaín, Dybala y Agüero, que juntos suman casi 200 goles en los últimos dos años. Es, si se permite, una decisión sensata, adecuada a nuestras carencias.

Y si por un lado, podemos discutirle lo frágil de su carrera europea en los últimos dos años –solo jugó 35 partidos en tres clubes, Río Ave, Cristal y Melgar–, por otro es justo reconocer que, con apenas 90 minutos desde julio, Rodríguez destaca por sus condiciones naturales y porque, frente al espejo de otros de su misma generación, siempre parece estar listo para jugar. Aunque no juegue.

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