Dio batalla hasta el último día de su vida. Don Enrique Casaretto se jugaba, en las últimas semanas, el partido más importante contra una cruda neumonía provocada por el EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) que padecía desde hace un año y medio atrás. Hoy, este partido culminó para el querido ‘Loco’ y una fibrosis pulmonar lo venció. La noticia fue confirmada por su hija Johanella, quien junto a la familia acompañó hasta los últimos momentos al ex jugador de la selección peruana campeona de la Copa América 1975.
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[Este nota fue publicada en El Comercio el pasado 10 de junio, mientras Enrique Casaretto batallaba por su vida]
Una ambulancia en silencio corre por la vía expresa de Javier Prado con un paciente dentro que alivia la tensión de los paramédicos con bromas casuales. El hombre de 74 años -con el tiempo- ha perdido cabello, pero nunca la sonrisa; no oculta las canas blancas y sigue viendo la vida con una paleta multicolor aún cuando está siendo trasladado por un cuadro severo de neumonía. El peculiar caballero será, luego, ingresado a la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Internacional para jugar otro partido importante en su carrera. El señor Enrique Casaretto se aferra a la vida más que nunca con la fuerza de su familia y la bendición del Señor.
Cómo apodarse ‘Loco’ y no estar a la altura del apelativo. A Casaretto le tocamos la puerta de su casa cada vez que una Copa América nos vuelve a ilusionar, cada cuanto que estamos cerca de volver a enfrentarnos con la utopía de vencer a un temible Brasil. Nuestro héroe -porque lo es- puso su nombre en la fachada del Estadio Nacional por ser integrante clave en la conquista de la Copa América 1975, la segunda en la vitrina de la selección peruana. En las semifinales, con un Chumpitaz granítico y un Cubillas esplendoroso, fue don Enrique quien se robó los flashes de la victoria en Belo Horizonte con un doblete memorable.
El lunes pasado por la noche, el delantero que goza con la marca auténtica de ocho goles en diez partidos con la Blanquirroja, sintió los estragos del mal que lo aqueja hace un año y medio. El EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) recrudeció por falta de oxígeno en estos tiempos de la pandemia del COVID-19. En casa se encendieron las alarmas. Carmen, su esposa, y sus hijas Johanella y Stephania actuaron de inmediato para que se ponga a salvo en una clínica local.
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“Mi papá salió lúcido de mi casa. Tenía la saturación baja y por ende no podía caminar. Es muy valiente, y siempre con su forma de ser le bromeaba a los que lo iban atender. Ya luego nos dijeron que ingresó a UCI y, ahora, su pronóstico es reservado. No podemos visitarlo, y cualquier ayuda será bienvenida porque los gastos en algún momento no vamos a terminar de costearlo”, contó Johanella Casaretto a DT El Comercio.
La familia, con el aval de los médicos que cuidan de don Enrique, confían que su salud mejore y en los próximos días pueda ser trasladado a un hospital del Estado.
El ‘Saltito’ inmortal
El video del Brasil 1 Perú 3 del 30 de setiembre 1975 (Cubillas por Perú; descuento de Batata) tiene un resumen de 10 minutos en YouTube con la voz de Humberto Martínez Morosini. Pase, usted, y déjese llevar por la emoción; sobre todo, porque tras el 1-1 momentáneo (Casaretto abrió la cuenta aprovechando un error rival), los últimos minutos fueron cardíacos. El ‘Nene’, a falta de 5′, rompió el empate con un tiro que dibujó una parábola en el aire antes de ingresar, y el ‘Loco’ firmó su segundo gol con un gran corrida -previo pivoteo de Oblitas- y un zurdazo que se coló al fondo del arco. Lo que vino después es tan risueño como la hazaña de ganarle al ‘Scratch’ en su propia casa. Casaretto celebró haciendo inmortal un ‘saltito’ que ha merecido entrevistas y reportajes en los últimos 45 años.
“Es Brasil así juegue con suplentes”, me respondió hace unos años Roberto Chale cuando me atreví a preguntarle si era verdad que ese Brasil no jugó con todos sus titulares aquel partido de 1975. “Mi compadre Casaretto era un velocista, nadie lo paraba, todos los sufrían”, remató Roberto para sentar cualquier duda.
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¿Cómo recuerda el ‘Loco’ esa noche intrañable? En el 2015 se cumplió el aniversario 40 de la Copa América de Perú, y esto le respondió a DT El Comercio. “A veces me despierto por la noche sudando, como si me los hubiera fallado y Marcos (Calderón) me gritara: ¡Carajo, ‘Loco’! ¡Pero sí los hice!”, contó -vía telefónica- con ese vozarrón que heredó de tiempos más libres, menos militares y más exitosos.
El ‘Loco’ y el ‘Niño’
Habría que escribir una enciclopedia con las historias de vestuario del fútbol peruano. Cuentos que se han convertido en mitos legendarios, y donde seguro dos de sus protagonistas tendrían un apartado especial: Los pillos. Enrique Casaretto y Roberto Chale coincidieron en Universitario de Deportes siendo veinteañeros, ilusos, traviesos, terribles. El equipo era dirigido por Marcos Calderón (+; 1928-1987) y lograba hazañas como ganarle a River Plate y Racing Club de Avellaneda en menos de 48 por Copa Libertadores (1967). En la interna, la mirada de liderazgo de Héctor Chumpitaz y la calidad de Luis Cruzado compaginaban con un plantel que no se resistía, por ejemplo, a concentrar en pleno Año Nuevo.
Esta anécdota la volvió a contar el ‘Loco’ Casaretto', con su estilo, con su picardía de siempre, para TV Perú tras la final perdida por la selección peruana en la Copa América 2019. Don Enrique llamó a Tomás, utilero de la época, para que le consiga cuetecillos. Los pirotécnicos, en principio, serían utilizados para celebrar a medianoche la llegada del nuevo año. Ya en su poder, el ‘Loco’ adelantó los festejos y junto a Roberto Chale encendió la primera sarta. Cuetecillo a cuetecillo generaban risas en el plantel crema, mientras el técnico Marcos Calderón ya dormía en su cuarto, aunque con la puerta abierta.
José Fernández, otro referente del equipo, les pidió a la dupla Casaretto-Chale que guarden reservas para no despertar al entrenador, conocido por su carácter explosivo. El ‘Loco’ y el ‘Niño Terrible’ cruzaron miradas y se hicieron cómplices de otra travesura. Se prendió la segunda sarta de cuetecillos y Cassaretto la tiró debajo de la cama donde dormía Calderón. Todos corrieron a esconderse bajo las sábanas sin poder evitar las risas.
“¿Quién ha sido...?”, entró gritando Marcos al pabellón de concentración. “Seguro fijo fue ese ‘Loco’ de Casareto, decía mientras nos mentaba la madre. Todos se reían. Yo me destapo y le digo: 'Marcos, todo es Cassretto, todo es Casaretto. ¿Acaso yo soy el único concentrado?”, replicó el ‘Loco’ para esconder su última palomillada. Lo que sucedió después permite el estallido de risas de quien escucha la anécdota. Todo el plantel se sentó sobre sus camas y comenzó a corear al unísono entre aplausos: “Casaretto ha sido, Casareto ha sido”.
Pequeño relato de un delantero sagaz que corrió por su vida hasta el último segundo.
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