PEDRO CANELO @jovennostalgico
Algo debemos estar haciendo mal en nuestro fútbol de menores para que mientras en el Mundial debuten jugadores con 19 años (el belga Origi, por ejemplo) aquí sigamos tratando como juveniles al equipo de Bengoechea que le ganó a Panamá el miércoles. Nuestros futbolistas demoran mucho (podríamos decir demasiado) en madurar, encontrar un camino y convertirse en jugadores competitivos. Aquí el talento casi nunca llega temprano.
Hagamos un repaso del equipo nacional que goleó 3-0 a Panamá. Futbolistas como Ascues, Gallese o Velarde están entre los 22 y 24 años. A esa edad, en otros países sudamericanos tienen jugadores consolidados que hasta forman parte de los equipos base de sus selecciones. Ante la carencia, no está mal probar o ‘reinventar’ jugadores, pero tampoco nos engañemos disfrazando de juveniles a muchachos que deberían tener rutas más recorridas.
A veces parece que fuera necesario siempre un segundo aire, un impulso extra para que algunos futbolistas peruanos puedan encontrar un nivel internacional. Está muy bien que se ensaye una posición nueva con el chico Ascues y que le vaya bien. Demoramos mucho para tratar como adultos a nuestros jugadores. Ese también es un evidente problema de formación.
Casos como el de Jefferson Farfán y el mismo Claudio Pizarro (que se fueron del Perú a los 21 años y no regresaron más) no se repiten hace mucho. Ascues estuvo en Portugal y regresó al fútbol local. Con Reimond Manco está casi demás hacer el penoso recuento de sus malos pasos en el extranjero. Markarián tuvo que ‘recuperar’ a jugadores treintañeros como Lobatón, Retamozo o el mismo Cruzado porque no tenía volantes para escoger. El universo de futbolistas peruanos algún día crecerá si los verdaderos juveniles crecen en su tiempo. No tenemos que esperar tanto.