Para quienes creen que el fútbol empezó desde que dirige Guardiola, Claudio Ranieri es un absoluto desconocido. Breve status del hombre más célebre de Cerdeña en este momento: ganó la Copa del Rey con Valencia en 1999, la Ligue 2 con el Mónaco en 2013 y la Premier con el Leicester City, en 2016. Con el Valencia español, hacia finales de los 90, obtuvo también la Intertoto y la Supercopa del Europa. Pese a su CV en pdf de diez hojas y precisamente por su rostro duro, sin movimiento en los músculos, el abrazo que se dio con el goleador de la selección Gianluca Lapadula al final de la definición contra el Bari, pasará a la historia como uno de esos símbolos efusivos de cómo el fútbol convierte a los hombres en niños. A la piedra en espuma.
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