Es hincha de César Cueto, relató el gol con la mano con que Ruidíaz eliminó a Brasil de la Copa América Centenario 2016, y en este año le ha tocado narrar los partidos de Alianza Lima en la Copa Libertadores. Juan Arango es un conocedor a la distancia del fútbol peruano. Pero es sobre todo el protagonista involuntario de su mayor hallazgo de los últimos tiempos: un italiano de madre peruana llamado Gianluca Lapadula. Una tarde del 2015, Arango, quien lleva una carrera de más de veinte años en ESPN y GolTV, entre otras cadenas, se sentó frente al televisor a ver un partido del Pescara, el puntero de la Serie B. Para él fue un partido más. Para él Perú, la salvación. Se nos abrió un portal.
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Desde Miami, donde vive muy cerca de una nutrida comunidad peruana, Juan Arango narra en exclusiva y sin humo de por medio, cómo fue que abrió el camino para que el delantero del Benevento nos cayera del cielo.
—¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de Lapadula?
Simplemente un día me senté frente al televisor y puse la RAI para ver el fútbol italiano de la Serie B. La verdad no le estaba prestando tanta atención, pero cuando el relator dijo que el delantero del Pescara tenía una madre peruviana paré la oreja. Me pareció raro. Yo no sabía honestamente cómo son las leyes en el Perú en cuanto a ciudadanía. Cada país tiene sus propias reglas. Pero la verdad es que de inmediato le escribí a Víctor (Zaferson), un scout peruano, muy amigo mío a quien conocí en el mundial Brasil 2014 y le dije: acaban de mencionar a un muchacho italiano de madre peruana. Se llama Gianluca Lapadula. Luego Víctor empezó a averiguar para saber si era elegible o no. Allí comenzó todo este proceso que dio frutos años después.
—¿Regularmente veías la Serie B de Italia o muy de vez en cuando?
No muy de vez en cuando, pero sí veía. Por esos años, en el 2015, 2016 podía hacerlo. Ponía el televisor de fondo si estaba haciendo otras cosas o si me interesaba mucho me sentaba. Ahora ya no tengo tanto tiempo. Pero no era un experto en la Serie B, eh.
—Entonces quiere decir que la fortuna influyo allí. Porque no la seguías regularmente y justo sintonizaste ese partido.
Claro, yo no te voy a decir que fue “porque estaba siguiendo a Lapadula”. A mí me gusta ver diferentes Ligas. Puedo ver la Serie B más como para despejar la mente. Pero también puedo ver a Alianza Lima con un interés fijo porque después voy a tener que relatarlo en la Copa Libertadores. Depende del propósito que tenga. Ahora debo presupuestar mis tiempos. En ese momento vi al Pescara, porque tenía un gran equipo que peleaba por el ascenso y, además, tenía un jugador que la estaba rompiendo. Cuando llegó al Milan le presté más atención. Y cuando se hizo realidad su llegada a la selección peruana todavía más. Además me decía a mí mismo: Paolo Guerrero ya está avanzado en edad. ¿Quién sigue? No viene nadie. Por eso le trasladé mi curiosidad a Víctor Zaferson.
—¿Te defines como un periodista o un scout?
Hasta me pesa decir que soy periodista. Scout no soy. Nunca le he dicho a un equipo: préstale atención a tal o cual muchacho. No creo tener ese ojo. No sería justo decir eso. Aunque siempre estoy pendiente del reclutamiento y de los nuevos futbolistas que aparecen. También me pesa decir que soy periodista. Yo no estudié para serlo. Me salió. No lo tenía visualizado. Me surgieron oportunidades y en cierta parte de la vida uno tuvo que reinventarse. Y el reinvento salió bien. Siempre fui un apasionado del fútbol. Pero si me hubieran dicho cuando estaba en la universidad que sería relator de fútbol no lo hubiese creído. En cierta etapa de la vida uno dice sí. Uno es porque ha hecho esto y el otro. Hoy en día me siento más cómodo de decir que soy periodista que antes.
—¿Cómo seguiste la evolución de Lapadula? Al comienzo cuando le dijo no al Perú dividió muchas aguas. Pero ahora esa misma gente que lo cuestionaba es la que lo adora.
Pasa a veces. Con ese tipo de personas uno adquiere empatía. Él mismo lo ha dicho: él lamenta no haber estado tan ligado a la cultura peruana de chiquito. Seamos honestos: estaba más arraigado a Italia. Si hubiese tenido alguna conexión con Perú más joven capaz no lo hubiera pensado dos veces. Eso también lo ha dicho (Ben) Brereton en Chile. A uno le pasa también. Uno es de acá, pero es de allá. No es tan fácil llegar y decir: me voy o me quedo. Él además piensa en su carrera. Dónde será que puedo llegar a un mundial. cuál será la mejor oportunidad para mí. Italia era lo conocido. Perú era lo bueno por conocer. Uno como persona también tiene esas incertidumbres.
—¿Eso debe ocurrir mucho en Estados Unidos?
Así es. Es un fenómeno que se está dando. Muchos chicos colombianos que han nacido aquí, sueñan con jugar en la selección Colombia. Yo le he dicho a los periodistas colombianos: tienen que venir a buscarlos. Ellos cantan el himno. Gritan los goles como si hubiesen nacido allá. Están en medio de dos países. Pero al final van a escoger lo mejor para ellos y eso es respetable. Lapadula ha escogido al Perú y le ha ido bien.
—Es también tu caso, ¿no?
Sí, yo nací en New Jersey, pero mis padres son colombianos. A los seis años viví en Medellín, en pleno Mundial de España 82. Lo vi en un televisor chiquito en blanco y negro en casa de mis abuelos. Pero también soy un ciudadano italiano porque mi esposa que es Argentina tiene raíces allá. Y mi hija que nació en Argentina pero ha vivido en Estados Unidos desde que tenía un añito se siente colombiana. A mí me pasa también. Es parte de esa incógnita, pero también la belleza de saber: bueno, no soy de acá ni de allá, pero al mismo tiempo soy de acá y de allá. Uno tiene un pertenecer medio particular. Pero te da cierto orgullo decir que eres de varios lugares. Te da otra perspectiva.
—Cuando conoces a alguien, ¿cómo te presentas?
Es complicado (risas). Eso lo determina la persona. Los medios dicen: el periodista de Miami, el periodista colombiano o el periodista estadounidense. Todos tienen razón al final de cuentas. Soy de acá y de allá, como Lapadula. Es el goleador italiano y también el goleador de la selección peruana. Es lindo pertenecer a más de un país. Uno trata de representarlos de la mejor manera posible.
—Tu educación futbolera responde a varios países de hecho.
Claro. De chico me marcó el Calcio italiano. En los ochenta seguía muy de cerca la Serie A. Veía al Nápoli, al AC Milan de Arrigo Sachi, el Fiorentina de Sócrates, el Udinese de Zico, a la Juventus. Son tantos. Pero también he sido muy fan del fútbol colombiano. Imagínate que mi ídolo es César Cueto. El primer partido de mi vida fue cuando vi al Atlético Nacional. Tenía seis años. Mi papá, que era hincha de Independiente Medellín, me llevó porque lo jodía tanto y por su culpa me volví hincha de él. Creo que fue el primer partido de Cueto post-mundial España 82. Era la estrella.
—Hace un momento dijiste que Lapadula se arriesgó y acabó escogiendo bien. Pero qué tal paradoja, ¿no? Podría ser el único italiano que sí juegue en Qatar 2022.
Claro. Uno dice: Italia ni loco se pierde dos mundiales consecutivos. Pudo haberse dicho a sí mismo: ¿para qué me voy a Perú si Italia va a ir al mundial? Pero ocurrió lo inverso. Mira a Brereton, es un fenómeno en chile que nadie se hubiese imaginado. Hace un año nadie sabía quién carajo era. No es que hable el mejor español, pero se emociona con los goles.
—Lapadula es el caso más claro de que el scout en el Perú y en otras partes de Sudamérica no está tan desarrollado. A Lapadula lo hemos encontrado a los 26 años. Imagínate si hubiese sido a los 18 años.
Sí, y no solamente el scout, sino el desarrollo futbolístico. Uno ve las diferentes Ligas y luego de cinco partidos ya se quieren llevar a un juvenil a Europa. Generalmente por que el equipo tiene una deuda y debe venderlo lo más pronto posible. Pero el talento no se desarrolla bien. Ahí está el problema. Ahora, con lo globalizado que estamos como civilización no solo se trata de encontrar peruanos en todas partes, hay que averiguar el potencial de los hijos de peruanos. Allí está el futuro.
—¿Piensas que en las próximas Eliminatorias vamos a encontrar a más Lapadulas y más Breretons?
Puede haber. Eso ya depende de quienes ven réditos en esto, pues hay una inversión de tiempo y de recursos para encontrarlos. Y, claro, luego hay que ver la disposición. Eso sí, creo que se deben dejar de lado los romanticismos: no, que no canta el himno. No, que no come tal o cual comida. Lo que prima es el talento. Es como cuando uno juega dardos: el que tiene más probabilidades de acertar es el que lanza más. De pronto vas a fallar mucho, pero es mejor tener más oportunidades para acertar.
—Si tuvieses al frente a Lapadula, ¿qué le dirías?
Bien hecho. Le daría la mano. Seamos honestos: es un camino muy improbable el que tomó. Uno lo ve en la selección peruana con un gran nivel de felicidad. Se le ve contento. a veces uno como hincha opina: por qué te fuiste a tal lugar, por qué te mudaste a otra Liga. Es su carrera. Es su vida. Yo no lo conozco, pero creo que esta experiencia con Perú en lo humano lo ha convertido en una persona más completa. Ojalá que le siga yendo bien.
—Allá en Miami por donde vives, la comunidad peruana debe ser muy grande...
Es enorme. Yo vivo cerca al norte de Miami, cerca a Hollywood. La comunidad peruana es bien fiestera y alegre. En los partidos son de estar con la camiseta, las banderas y las bombas de estruendo. Te cuento que estuve en un bar con varios peruanos viendo el partido de la clasificación ante Nueva Zelanda. Y me decían: mi papá se murió hace meses y yo nunca vi a Perú en un mundial. Uno se emocionaba. Estoy contento porque están donde están. Como equipo se han maximizado. No tienen una superestrella, pero sí un colectivo.
—¿Y alguno de tus amigos peruanos sabe tu historia con Lapadula?
Yo no voy por la vida contándolo. No, no. Ninguno lo sabe. Creo que debería contarlo Víctor (Zaferson). A veces he compartido con mis amigos algunas entrevistas que le han hecho a Víctor donde me menciona. Y me han dicho: ah, pero vos sos más famoso que Laura (Bozzo) en Perú. Mi esposa me dice lo mismo: ya te vas a ir a Perú a ser famoso (risas). Tampoco tanto. No es algo que digo en público.
—¿No te sientes el descubridor entonces?
(Suspira y ríe) No sé. Puede ser que sí. Es como cuando dicen que Colón descubrió América. Cómo puedes descubrir algo que ya existía. El que se dejó descubrir fue el mismo Lapadula. Fue una casualidad. Yo conocía a Víctor (Zaferson) y se lo comenté. Él hizo todo el trabajo administrativo. Pero si me quieren dar el crédito me lo tomo. No voy a pecar de humilde (risas).
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