Paolo Guerrero se despidió de Rusia 2018 anotando el último gol de Perú en la victoria 2-0 sobre Australia, la cual fue celebrado por todo lo alto. (Foto: AFP)
Paolo Guerrero se despidió de Rusia 2018 anotando el último gol de Perú en la victoria 2-0 sobre Australia, la cual fue celebrado por todo lo alto. (Foto: AFP)
Pedro Canelo

Los goles de no son un periódico de ayer. Nuestro delantero más importante de los últimos 30 años dribleó el paso de los tiempos en cada remate al arco. ¿Ya te olvidaste de su cabezazo ante Venezuela? ¿El disparo después de superar a Godín? ¿El tiro libre ante Colombia, que fue indirecto para el árbitro, pero directo a treinta millones de corazones? Guerrero, hoy suspendido hasta abril del 2019, nos regaló un álbum mundialista con el nombre de nuestro país impreso. No es hora de ser ingrato y cerrar todas esas páginas.

Con el paso de las semanas, cada noticia sobre Paolo debe ser gritada con más potencia para encontrar un eco. Hay más silencio que atención. Entre noviembre del 2017 –antes del repechaje ante Nueva Zelanda– y mayo del 2018 –cuando habilitaron a Guerrero para el Mundial–, todo lo que se publicaba sobre el atacante despertaba pasiones solo comparables con ataques de histeria colectiva. El Mundial de Rusia se acercaba y todo el país coincidía en que merecíamos volver después de 36 años con nuestro capitán vestido de corto. Estamos octubre del 2018, menos de cuatro meses de aquel tanto a Australia, y ese pronunciamiento del Tribunal Federal Suizo, que mantiene la suspensión a Guerrero, aterriza en el país sin aspavientos. Con cruel sutileza, buscando reacciones en el vacío. La indiferencia.

La defensa de Paolo asegura que el pedido de nulidad será el último recurso para habilitar al jugador del Inter de Porto Alegre. El castigo desde el TAS tiene relación con negligencia, más que con una culpa directa por el dopaje detectado. Y Paolo Guerrero, si no procede su último recurso, tendrá que pagarlo muy caro. Tendrá que levantarse, hay que repetírselo desde todos los frentes.

Desde la hinchada peruana de selección, premiada por la FIFA como la mejor del mundo, con una banderola en cada amistoso, hasta el periodismo que podría recomendar los pasos a seguir en estos seis meses de Guerrero sin fútbol profesional. Es urgente pedirle a Paolo que mire la Copa América 2019 como una isla de felicidad a la cual tendrá que llegar remando muy fuerte. Que se prepare en algún centro deportivo de alto rendimiento, que no descuide la dieta, que viva estos 200 días como aquel Paolo del comercial de un conocido banco antes del Mundial. Que persista como lo hace en el área, que sea terco, que no se rinda.

Esta invocación es humana, pero también periodística. No es difícil hacer análisis futbolísticos y entender que, por lo menos en los próximos dos años, será difícil encontrar un reemplazo natural para el ‘9’ de la Bicolor.

Los cuatro logros más importantes de la selección, en los últimos diez años, están relacionados al protagonismo de Paolo: tercer lugar Copa América 2011, tercer lugar Copa América 2015, quinto lugar Copa América Centenario y clasificación mundialista. Lo que toca es darle contención al todavía líder de la Blanquirroja. Guerrero se enfrenta a su última batalla y no debemos dejarlo solo. El apoyo más incondicional y directo está en su familia, pero, más allá de sus seres más queridos, también es papel de los hinchas y periodistas buscarle un lugar dentro de la lista de prioridades. No importa que no juegue en octubre, noviembre o marzo. Es solo una necesaria acción de gracias.

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