Carlos Salas Abusada

Su versión televisiva de hoy, cordial y accesible, contrasta de algún modo con el zaguero bronco y duro que supo ser. Si en los años 80 había un reto catalogado de misión imposible era salir sin rasguños de la cueva de la selección argentina que defendía Óscar Ruggeri. Casi cuatro décadas después de aquello, estoy frente al campeón mundial de México 86, quien de arranque sonríe y parece decir: “Dale, no muerdo”, como recordándome que fue un back implacable, de los bravos-bravos, pero también es el panelista coloquial de Vignolo, el exconcursante divertido de Tinelli y, cómo no, el gran aliado de Gareca.

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