Jerónimo Pimentel

es blanquiazul, los colores del Avaí brasileño. La noticia ha sido una decepción para los hinchas victorianos que soñaban con el regreso de uno de sus engreídos. Había razones para la expectativa: últimamente los veteranos han dado alegrías en Matute, como lo demuestran Barcos y Farfán, quienes en buena cuenta lograron el título del 2021. El retiro de Paolo en casa tenía, además, un componente emocional importante si se toma en cuenta que nunca debutó oficialmente en el club donde se formó. La idea no está descartada, ¿pero esa es una buena o una mala noticia para Alianza Lima?

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Paolo viene de años complicados: la suspensión que recibió en 2018, la para mundial por COVID, la lesión a la rodilla con 9 meses de rehabilitación… Cada suspensión, accidente, operación o impedimento perjudican la puesta en forma en una edad, futbolísticamente hablando, otoñal. La narrativa que él se ha creado, sin embargo, es la que honra su apellido y es difícil que a estas alturas vaya a renunciar a ella. Las raíces que ha echado en Brasil le permiten tentar a clubes menores con la posibilidad de tener un goleador graneado, quizás de 20 o 30 minutos por partido, si las cosas van bien, en 15 juegos el año. Es un lujo, digamos, que se puede permitir un presupuesto holgado en términos de refuerzo para la plantilla. Pero difícilmente se puede construir un proyecto deportivo en base a un fichaje de estas características.

En Alianza Lima lo saben y es difícil pensar que esa fórmula pueda ser efectiva. Económicamente solo hace sentido desde el contrato por tiempo de juego efectivo, unas condiciones que están lejos de ser ideales para un crack como Paolo. Deportivamente, tener 3 jugadores nacidos en 1984 como propuesta ofensiva en el 2022 o 2023 no tiene una lógica que no sea sentimental, sobre todo cuando en la cantera refulge una nueva figura como Juan Pablo Goicochea, juvenil sobre el que se debería construir un futuro antes de que emigre. Farfán es un buen ejemplo: el año pasado jugó 14 partidos y marcó 4 goles; en 2022 no ha pisado el césped. ¿Se puede doblar la apuesta?

La medicina deportiva y un alto sentido del profesionalismo han extendido las carreras de los jugadores de campo que logran soportar el rigor de las concentraciones y las pretemporadas. Cristiano Ronaldo es la mayor prueba de ello, pero también Ibrahimovic, Joaquín, Dani Alves o Thiago Silva. Sin embargo, los cuarenta años se yerguen como la barrera infranqueable que marca el ocaso de la mayoría de carreras o, en todo caso, su paso a ligas menores o poco competitivas. ¿Cuál es el espacio que Paolo le reserva a Alianza Lima, si es que le provisiona alguno? Quizás cuando cumpla 39 años, el próximo 1 enero, tengamos una respuesta.

Por lo pronto, mal haría el hincha aliancista en edificar los sueños del futuro con la nostalgia del pasado. Lo único que asegurará una sostenibilidad deportiva y financiera a los íntimos es que inviertan y rentabilicen su cantera, la gran fuente de alegría blanquiazul y blanquirroja.

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