Encender la televisión y mirar a Ricardo Gareca aparecer en la publicidad de un banco, a pocos días del inicio de las Eliminatorias, es casi una ironía. Al final de ese video promocional, al ‘Tigre’ solo le faltó guiñar el ojo y decir que él, más que nadie, sabe lo que es tener “un buen crédito”. Ese cheque en blanco que el país firmó con Gareca, después de la clasificación a Rusia 2018, es lo que tanto le falta a Juan Reynoso en este inicio de Eliminatorias. Ni siquiera ha comenzado a competir y Juan Máximo ya sabe que el tiempo a favor es mínimo. Gareca tenía un crédito lleno de bonanza y de libre uso; Reynoso ni siquiera ha pedido un préstamo y ya lo vemos como moroso.
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Conducir a la selección peruana a una clasificación mundialista después de 36 años, le permitió al ‘Flaco’ adueñarse de una tabla mágica para surfear cualquier ola posible. No importó que Brasil nos goleara 5-0 en la Copa América 2019 o arrancar la Eliminatoria 2022 con solo un punto en cinco partidos. Tampoco hubo juicio popular por las inconductas de Christian Cueva, ni críticas por no llevar a Paolo Guerrero al repechaje contra Australia. Quizá si hubiera iniciado un tercer proceso la armadura del ‘Tigre’ habría estado más vulnerable, como para preguntarle, por ejemplo, por qué insistió en un partido tan decisivo (como el de Doha) con un jugador como Sergio Peña, quien tenía más minutos en programas de farándula que en segmentos deportivos.
En el fútbol, un buen resultado es mucho más que un aliado: es tu mejor amigo. Y Juan Reynoso comienza muy solo en esta Eliminatoria. No solamente tiene una valla olímpica (decir alta es muy poco) para saltar, sino que sus propios antecedentes hacen que se rodee de una sensación de deudas por pagar. Como jugador rompió los corazones de los hinchas de Alianza Lima y como entrenador se sacó los bolsillos en una final para decir, a su manera, que Sporting Cristal compraba títulos. Su trayectoria, como líder de la selección peruana noventera y como entrenador, se ha acompañado de una forzada confrontación con el periodismo. Al mínimo desliz, como en la goleada ante Japón, aparece el ceño fruncido del ‘Cabezón’ frente a un micrófono o cámara. “Nadie los citó aquí”, les dijo a los reporteros que lo esperaron en el aeropuerto a finales de junio.
Cuando Gareca llegó al Perú, en el 2015, la referencia más cercana es que había dado la vuelta olímpica con la ‘U’ en un Apertura. Su cuaderno estaba en blanco. Si Reynoso quiere borrar todos los garabatos acumulados, tiene que ganar o, al menos, empatar en estos primeros partidos. Sumar o sumar. Suena injusto hasta un poco cruel y apurado, pero es la realidad y cualquier sondeo en redes sociales lo comprobaría. Sin importar las bajas o el recambio generacional, el margen de error para el entrenador de la bicolor es mínimo.
Y si queremos agregar más deudas anticipadas podemos sumar la prolongada gira internacional de Juan Máximo. Si pierde con Paraguay y Brasil, le sacarán las millas de sus viajes. Además, de manera innecesaria, se ha convertido en un acompañante de las fotos sociales del cuestionado presidente FPF, Agustín Lozano. El partido con Paraguay aún está cero a cero, sin embargo, Reynoso arranca con el marcador en contra.
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Sería un despropósito esperar que a nuestra querida selección le vaya mal. Cuando Perú clasifica a los Mundiales ganamos todos. Tenemos una oportunidad inmejorable con seis plazas y media para Sudamérica. Hubo minutos en los amistosos ante Marruecos y Corea del Sur en los cuales este nuevo proceso anunciaba posibles buenas noticias. Más ayuda fortalecer lo construido que en derrumbarlo todo y comenzar desde cero. Juan Máximo Reynoso es un muy buen entrenador de clubes, negar eso es aprovecharnos del anticuerpo. Es un desquite periodístico innecesario. Lo que tiene que demostrar, y tiene poco tiempo para hacerlo, es que también puede ser técnico de una selección.
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