“Lapadula ha sido la mejor incorporación de esta generación. Su trabajo es impecable”

Caminar a su lado por las calles de San Isidro fue como pasar por la alfombra roja de Hollywood junto a una superestrella. Unos cuantos afortunados con celulares en mano intentando tomarle una foto para subir a sus redes sociales y postear que la vida los puso al frente de un héroe nacional. Otros más osados se acercan y le piden una foto. Él, por supuesto, acepta sin ningún problema. Una señora lo queda mirando, duda por un momento y se acerca para pedirle un vídeo, unas palabras para su hijo que sueña con ser futbolista. Sueña con ser algún día tan grande como él. Es Julio César Uribe, mundialista, crack puesto a la altura de Diego Maradona por otros cracks como Antonio Alzamendi -campeón de América con Uruguay y del mundo con River Plate- o el mismísimo Roberto Baggio, uno de los más grandes de Italia.

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Con un pie de seda y un regate endemoniado, el Diamante Uribe brilló en los 80, una década que la inició subiéndose al Olimpo del fútbol peruano con una actuación soberbia, épica. En el mismísimo Centenario de Montevideo, estadio histórico que se construyó para el Mundial de 1930, el peruano bailó sobre césped ante los ojos del mundo. Un 2-1 histórico, apodado el ‘Centenariazo’ y que el propio Uribe recuerda en esta charla con DT El Comercio. En medio de un parque, con pizarra en mano y rodeados de algunos asombrados transeúntes, el maestro nos cuenta la historia detrás de la historia de aquel partido, los secretos de esa selección dorada y analiza el Perú vs. Uruguay de este jueves por las Eliminatorias con el deseo de que se repita un nuevo ‘Centenariazo’.

—¿Cómo recuerda aquella victoria en el Centenario en 1981?

Como todo la está recordando en estos momentos. Ganamos con total superioridad, dimos un baile y ese partido significó posteriormente nuestra clasificación para el Mundial España 82. Ojalá que este jueves sea un nuevo ‘Centenariazo’, que los muchachos estén en una gran tarde-noche para sostener esa sonrisa que nos dibujaron cuando fueron a Rusia 2018.

—¿Es cierto que usted estaba cantando en el camerino del Centenario mientras esperaban el inicio del partido?

Eso depende de la personalidad de cada uno. Algunos tenían un rostro adusto, otros normal y otros, como en mi caso, estábamos cantando. Era la forma de sentir la previa antes de salir a hacer lo que nos apasiona, que es jugar al fútbol, con la responsabilidad que implica representar a nuestro país. Ese día todos estuvimos a la altura de lo que estábamos buscando.

—¿Qué canción cantaba?

“Contigo Perú” de Augusto Polo Campos y que la canta, si mal no recuerdo, el Zambo Cavero. Esa que dice “cuando despiertan mis ojos y veo…”. Canciones que erizaban nuestras emociones, y nos hacían pensar en nuestra familia y en la gente de nuestro país. El compromiso era tan inmenso como lo es ahora.

—¿El cantar en la previa de un partido, en el camerino, era parte de usted? ¿Lo hacía normalmente?

Yo siempre era de los que cantaba, bromeaba. Genera sonrisas. Era la forma un poco de compartir esa previa. Lo de nosotros era seguridad y felicidad de representar a nuestro país, no vanidad ni mucho menos. Eso es invaluable. El fútbol por eso se denomina juego y juega aquel que siempre gana, pero haciendo las cosas distintas.

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—Usted a un costado cantando, relajándose, pero ¿cómo estaba don Héctor Chumpitaz?

El capitán de capitanes y señor de señores, el gran Héctor Chumpitaz. Pasaba, calentaba y decía: “¡Poquito más serio! ¡Ya, un poquito más serio, ah!”, Ja ja ja. Nosotros bromeábamos, reíamos. Muchos creen que ‘Chumpi’ era el capitán que gritaba y no es así. ‘Chumpi’ casi no hablaba. Con un gesto, su excepcional calidad de persona y lo crack que fue, el respeto era realmente tácito. Todos queremos mucho a Héctor.

—¿En el camerino, minutos antes de entrar al campo, se sentían confiados de jugar ese partidazo?

Para eso llegamos. Estábamos muy tranquilos. El equipo estaba muy seguro de lo que podía hacer. Obviamente hay entrenamientos previos al partido y, si ustedes vieran esas prácticas, todo el mundo se divertía, disfrutaba, sonreía. Lo mismo que estamos viendo en esa selección.

—¿Y el ambiente en el Centenario cómo estaba?

Nosotros salíamos por una ventanita del camerino en el que se podía ver el estadio, las tribunas y mirábamos cómo todos los uruguayos gritaban: “¡Uruguay! ¡Uruguay!”. Mirábamos, calentábamos y luego bromeábamos. Me acuerdo que los dirigentes, don Julio Natter y Pepe Aramburú, sí tenían una expresión diferente a la nuestra. Nosotros estábamos seguros y eso siempre te lleva a alcanzar tus propósitos.

—¿Cómo planteó Tim ese partido tan difícil?

Los que íbamos a iniciar éramos Quiroga; Duarte, el Panadero Díaz, Chimpitaz, Rojitas; Velásquez, este servidor, Cueto, Gerónimo Barbadillo, Juan Carlos Oblitas y Guillermo La Rosa. Nuestro propósito nunca fue agruparnos en nuestra cancha. Defendíamos con cuatro, un volante ancla que era José (Velásquez) y cinco atacantes. ¿Cómo se llama eso? Equilibrio. Arriba cada hombre era desequilibrante: Cueto, Oblitas, La Rosa, que no ha sido valorado como se debía, Gerónimo Barbadillo. Éramos un equipo que funcionaba como un relojito. Cada bien pase tenía una mejor devolución.

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—¿Hubo un trabajo específico para enfrentar a Uruguay?

Perú siempre jugó de igual forma con todos. De local o visitante. Pero sí había un movimiento que Tim nos marcaba mucho. Yo era el encargado de encarar, desequilibrar desde mi puesto (una especie de interior por izquierda) buscando ganar el fondo. Cuando yo subía, Oblitas, que era el win (extremo), venía a cerrar el hueco que había dejado en el medio, mientras Cueto frenaba y apoyaba a Velásquez. Entonces se formaba un clarísimo 4-4-2. A partir de la recuperación, yo podía recomponer, Juan Carlos volvía a ser extremo y nuevamente formábamos como al inicio con tres al medio. Ese movimiento lo marcaba mucho y así funcionábamos.

—¿Cuál fue la clave para ganar ese partido?

Siempre tuvimos más tiempo la pelota que ellos. Eso es lo primero. Éramos desequilibrantes, propositivos, generábamos más. Esa es la clave. Todos hacían bien su trabajo. Éramos, como te dije, un relojito. Y atrás teníamos nuestra caja de seguridad. Hoy se habla del arquero líbero. En el 82, Quiroga ya era un arquero líbero. Se adelantaba, salía a cortar ataques lejos de su área. Era un adelantado a su época, arquerazo.

—¿Cómo sintió el silencio del estadio después de los goles peruanos?

Claro, en silencio. Es que íbamos ganando y no nos metimos atrás, sino seguimos atacando. Ellos se encontraron con un gol de Waldemar Victorino que fue mano, pero igual lo convalidaron. Pero pudimos sostener el resultado atacando. Tuvimos un par de contras, faltas que no nos cobraron. Lo más importante es que se ganó y con autoridad.

—¿Qué recuerda de los festejos tras la victoria?

Felices. Hay una anécdota muy simpática. Te voy a contar la de Ramón (Quiroga). ¿La cuento o no?

—Cuente...

Cuando ya veníamos en nuestro bus pasando por las calles, los peruanos nos aplaudían. Todo muy bonito. Y (Ramón) tuvo un gesto con los hinchas que nos hizo matar de risa. Una de sus locuras. Le mostró su cariño (el trasero) a todos los hinchas por la ventana, ja ja ja. Estábamos felices por ganar tremendo partidazo.

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—¿Cuán importante fue ese triunfo en la clasificación de Perú a España 82? Hoy, la Bicolor está en un contexto similar…

Fue un partido muy importante, pero después jugamos de local dos partidos. Con Uruguay empatamos y a Colombia le ganamos 2-0, aunque tuvo que haber sido 5 o 6 a 0. Fue impresionante el volumen ofensivo que mostramos. Fue un partido que, revisando la historia, veo lo que generó Perú y no recuerdo haberlo visto nunca. Generamos por lo menos 12 posibilidades claras de gol. Contra Uruguay generamos un poco menos, pero hicimos figura a Rodolfo Rodríguez, el portero. Esa selección nuestra era una máquina, por eso seguramente estará como una de las mejores de la historia.

—¿Cuál era el secreto de esa selección?

La personalidad de todos, el disfrutar el juego y estar muy unidos. Un respeto espectacular, una valoración del compañero, nos protegiamos en los entrenamientos, nos cuidábamos. ¡Impresionante! Una unión para ponerla en un marco. Como dice la frase: “La unión hace la fuerza”.

—¿Qué pasó en España 82 para que esa selección dorada fracasara de esa manera?

Habría que profundizar en los desacuerdos que en la previa fueron acuerdos. En la desunión que en la previa fue unión. Y eso es lo que nosotros lamentamos en la historia. El volver a rascar qué pasó sería incomodar a algunos de nuestros integrantes. No vale la pena. Simplemente reconocer que cada uno fue grande en su momento, que todos fueron importantes y que la historia del Perú siempre tiene que estar unida y no dividida. Yo creo que ese debe ser el mensaje en estos tiempos.

—¿Para qué estaba esta selección en el Mundial?

Si revisan la previa del Mundial, nos daban como uno de los favoritos. Éramos uno de los tres o cuatro candidatos para ganar ese Mundial, imagínate. Lo que habíamos hecho había sido espectacular. Pero desafortunadamente la desunión fragmentó el grupo y eso nos alejó de lo que eran nuestras posibilidades, porque ya lo habíamos demostrado antes, solo faltó ratificarlo. Esa es la tristeza de esa generación.

—¿Cómo analiza el Perú vs Uruguay de este jueves?

Está para cualquiera. Perú tiene argumentos para hacerle daño, para lograr otro ‘Centenariazo’. Uruguay sabe, conoce el potencial de nuestra selección como nosotros de ellos. A partir de ahí, no sabemos si Perú va a esperar en campo propio o hará presión alta, que implica estar en campo contrario. Ambas son posibilidades. El juego está ahí y los técnicos analizamos todas esas situaciones. El fútbol es mágico justamente por eso.

—Uno de esos argumentos es que Perú demostró ante Colombia que sabe defenderse sin balón y hacer daño de contra…

Sí, contra Colombia se buscó mantener el cero y aprovechar la única que íbamos a tener tras una jugada de Christian Cueva, pase a Flores y chau. Lo mismo va a pasar contra Uruguay. Si Perú aguanta bien, una va a tener. Pero si ellos golpean primero, obligarán a que busquemos el empate y podemos dejar espacios atrás.

—¿Afecta en Uruguay que Luis Suárez y Edinson Cavani no tengan continuidad en sus clubes?

Suárez y Cavani son dos cracks, muy reconocidos, pero de repente su curva productiva no es la de antes. Eso también hay que tener en cuenta. El técnico que los dirige también evalúa eso. Si están para soportar el ritmo y cumplir con la necesidad que su capacidad significa en la selección uruguaya o pone gente más dinámica, más rápida. Pero más allá de eso, hay algo que compensa esa falta de ritmo: la mente y el corazón. Cuando están sincronizados hacen una fuerza que te permiten compensar alguna falencia en cuanto al ritmo.

—¿Hoy, Christian Cueva es el mejor jugador de Perú?

Christian está en su mejor momento y qué bueno que así sea. La selección lo necesita en ese nivel. Es importante, sin ninguna duda. Pero tiene que estar conectado como corresponde con Carrillo y Lapadula. Lo que sí está claro es que este equipo sabe lo que quiere, son seis o siete años juntos, es por demás que se sepa a qué tienes jugar y lo tienen muy bien interpretado. Pero tienen que estar todos en la gran tarde-noche. Estando todos bien creo que podemos defender el cero y hacer ese golcito que nos ayude a ganar.

—Gianluca Lapadula jugaría con una fractura en el tabique no operada, ¿usted lo pondría ante una selección con centrales que saben pegar?

Lapadula ha sido la mejor incorporación en esta generación. Su trabajo es impecable, desde lo profesional complementado con lo personal. Lo que ha producido cada vez que le tocó jugar solo en punta, con el corazón y la mentalidad que tiene. Cómo marca el pase, cómo presiona. A Lapadula hay que hacerle un excelente reconocimiento porque para mí es la mejor incorporación de estos tiempos.

—¿Una de las claves para este partido podría pasar por la conexión Cueva-Lapadula?

Sí, pero yo digo que a la selección le está faltando el que por ahí limpie a los adversarios. Lo hace muy de vez en cuando André Carrillo. Los pases, los movimientos, el adversario lo puede controlar; pero la impronta, lo imprevisto, es lo que hace daño en el fútbol. Va a ser un partido de pronóstico reservado. Uruguay no es favorito, Perú está bien.

—Más allá de cómo se den los resultados, ¿Ricardo Gareca debe continuar en la selección peruana?

Eso no hay ni qué pensarlo. Gran trabajo el de Ricardo Gareca. Cuando uno habla de gran trabajo, se sintetiza el liderazgo, la toma de decisiones, la relación con el grupo. Él ha sido un gran generador de sonrisas para el país y hay muchos motivos para sostener que debe quedarse.

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