Los secretos del vestuario de Perú en el ‘Centenariazo’ de 1981 ante Uruguay en los recuerdos del ‘Diamante’ Uribe

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Para dimensionar la gesta histórica de esa selección dorada dirigida por Elba de Pádua Lima, Tim, se puede mirar desde varios ángulos. Pongamos algunos ejemplos: ¿qué equipo ha sido capaz de silenciar el Centenario con más o menos 60 mil uruguayos rugiendo en las gradas? Exacto, casi ninguna. A eso habría que sumarle que ese Uruguay venía de ser campeón del “Mundialito”, un torneo que se disputó en dicho país con motivo de los 50 años de la Copa del Mundo, y tenía la base del Nacional campeón del mundo en 1980, sumado a dos cracks (Jorge Barrios y Rubén Paz) que posteriormente salieron campeones de América.

A ese Uruguay se impuso un Perú que destilaba elegancia desde los pies de seda de Julio César Uribe, César Cueto y Juan Carlos Oblitas; pero también gracias al liderazgo de Héctor Chumpitaz y el equilibrio de José Velásquez. “Esa selección nuestra era una máquina”, afirma el Diamante. La historia le da la razón.

Pero ¿cuál era el secreto de esa ‘máquina’? ¿Qué movimientos tácticos hacía Tim para que ese equipazo lleno de cracks funcionase como un reloj suizo? Primero que nada había personalidad y jerarquía, dos palabras que solemos usar mucho en estos tiempos para explicar qué es lo que le falta a nuestro fútbol para competir afuera. Chumpitaz, Cueto, Barbadillo y Oblitas ya sabían lo que es ser campeón de América. Y Uribe era tan crack que no le movía ni un pelo jugar ante un Centenario repleto. Es más, cantaba en el camerino mientras miraba por la ventanita a los miles de hinchas uruguayos alentar a viva voz a su selección.

“Algunos tenían un rostro adusto, otros normal y otros, como en mi caso, estábamos cantando”, nos comenta en una entrevista. “‘Contigo Perú' de Augusto Polo Campos y que la canta, si mal no recuerdo, el Zambo Cavero”, nos responde cuando le preguntamos qué canción cantaba aquel día. “(Héctor Chumpitaz) pasaba, calentaba y decía: “¡Poquito más serio! ¡Ya, un poquito más serio, ah!”, Ja ja ja. Nosotros bromeábamos, reíamos”, recuerda.

Personalidad y jerarquía. Una combinación que se sumó a un movimiento táctico practicado por Tim que hacía que la Bicolor sea un rival casi indescifrable para esa época. Nos la cuenta el Diamante Uribe:

“Yo era el encargado de encarar, desequilibrar desde mi puesto (una especie de interior por izquierda) buscando ganar el fondo. Cuando yo subía, Oblitas, que era el win (extremo), venía a cerrar el hueco que había dejado en el medio, mientras Cueto frenaba y apoyaba a Velásquez. Entonces se formaba un clarísimo 4-4-2. A partir de la recuperación, yo podía recomponer, Juan Carlos volvía a ser extremo y nuevamente formábamos como al inicio con tres al medio. Ese movimiento lo marcaba mucho y así funcionábamos”.

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El manual a seguir para conseguir la hazaña

Para ganarle a Uruguay en su casa se necesita jugar un partido memorable. Ese domingo 23 de agosto de 1981 fue así. Y así debe ser este jueves para que el Perú de Ricardo Gareca logre un importante resultado en Montevideo.

La clave de ese triunfo no está en un expediente secreto. Tampoco tiene fórmulas indescifrables o pócimas mágicas. La clave estuvo en adueñarse del balón, saber administrarlo y ser peligrosos. Suena hermoso, como poesía, pero plasmarlo en el campo de juego es lo más complicado del mundo. Sino todos los técnicos jugarían como el Perú del 81, el Brasil del 82 o el propio Barcelona de Pep Guardiola. “Cada buen pase tenía una mejor devolución”, dice Uribe. Con tanto crack dentro del campo todo se hace más fácil.

“Siempre tuvimos más tiempo la pelota que ellos. Eso es lo primero. Éramos desequilibrantes, propositivos, generábamos más. Esa es la clave. Todos hacían bien su trabajo. Y atrás teníamos nuestra caja de seguridad. Hoy se habla del arquero líbero. En el 82, Quiroga ya era un arquero líbero. Se adelantaba, salía a cortar ataques lejos de su área. Era un adelantado a su época, arquerazo”.

Pocos lo dicen, pero desde aquella tarde, Uruguay empezó a respetarnos. Este jueves, 41 años después, la Blanquirroja tiene una nueva cita con la historia en el Centenario, un estadio en el que ya supimos celebrar.

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