En los últimos diez meses, el futuro deportivo de Lionel Messi ha sido un incansable signo de interrogación. ¿Se va a quedar o no en el Barcelona? Que lleguemos al 1 de julio sin que se firme el contrato de renovación, otra vez instala la duda. ¿Qué falta para que renueve? Más allá de esta situación incierta, el mundo del fútbol tampoco niega lo evidente: la primera opción para el futuro de Messi sigue siendo el club azulgrana. ¿Por qué el lazo que une al ’10′ con el Barza parece ser no tener fecha de vencimiento?
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La zona de confort en el fútbol: dícese de mantenerse en el mismo hábitat ganador, sin asumir riesgos. Ese riesgo que asumió Cristiano Ronaldo al irse del Real Madrid o el de Pep Guardiola cuando partió de Barcelona hacia un año sabático en Nueva York. A Lionel Messi lo han criticado porque su apuesta durante casi 20 años ha sido la estabilidad, el proceso y las rutinas.
Tuvo la intención de irse en medio de la peor crisis deportiva azulgrana de los últimos tiempos -lo expresó a través de un burofax-, pero después flexibilizó su posición. El directivo que tanto ruido le hacía, Josep Bartomeu, ya no está en el club. El nuevo presidente, Joan Laporta, sí es cercano a la ‘Pulga’ y eso abre el optimismo sobre la permanencia de Messi en el Barza.
No hay dudas, lo más difícil para Lionel será irse. En ese esfuerzo por hacer seguimiento a su carrera ha sido posible recuperar escenas donde queda certificado su arraigo no solo al club sino también a la ciudad. Messi es un animal competitivo, pero también un hombre de costumbres.
Durante más de cinco años, Lionel Messi se atendió con el nutricionista italiano Giuliano Poser. Después de la decepción en el Mundial 2014, Messi se puso como meta mejorar su estado físico y volver a disputar los premios mayores del balompié. De esta manera, bajó de peso, redujo porcentajes de grasa y, en el plano deportivo, ganó la Champions League y se llevó el Balón de Oro.
Para caminar firme en ese proceso, Messi tuvo que dejar atrás parte de su rutina gastronómica. Dejó de ir, por ejemplo, a “La Pampa” ese restaurante de comida argentina en Barcelona que tiene a Lionel como cliente premium. La ‘Pulga’ ha repetido más de una vez que no es sofisticado para comer: su plato favorito es la milanesa napolitana.
Además de esto, Messi lleva más de diez años viviendo en la zona residencial Castelldefels (allí también vivió Ronaldinho durante su reinado). Hoy comparte un hogar espacioso y despejado del ruido urbano, con su esposa Antonella y sus tres hijos. Thiago, Mateo y Ciro son tres niños que han convertido el Camp Nou en su parque de diversiones dominical. En su Disneylandia. Para Lionel Messi ese factor también podría ser no negociable ante la tentación de cambiarse de camiseta.
Esa conducta arraigada la ha mostrado desde sus primeros años en el fútbol. Aquí recordamos escenas de su niñez y vida adulta donde confirmamos que, para Messi, era durísimo decidir por irse de Cataluña sin mirar atrás. Todo empezó con el encuentro entre Lionel y el diario El Comercio en abril del 2013.
-La verdad de la milanesa-
En la foto aparece Lionel Messi abrazado a un niño peruano llamado Kevin Méndez. Han pasado más de veinte años del registro de ese retrato en una vieja cancha de fútbol que hoy es un almacén de contenedores en el puerto del Callao. El ’10′ argentino mira con algo de ternura esa imagen que hemos impreso para dársela como obsequio y homenaje antes de entrevistarlo en el aeropuerto El Prat de Barcelona. Es abril del 2013, unas horas antes Leo celebró un nuevo título de la Liga Española con el Barza usando un chupón de bebe y presentando en sociedad a su primer hijo Thiago.
Esa noche, el crack azulgrana se subirá a un jet privado que lo llevará a Qatar, donde ofrecerá una conferencia como imagen de una empresa de telefonía árabe. Antes de embarcarse, detuvo su apurado paso y recibió esa foto para regresar a ese verano noventero cuando obtuvo, con la camiseta de Newell’s Old Boys, el título de la Copa de la Amistad. Vestido con una polera blanca, con el rostro estampado de un joven Mick Jagger, el rockero Messi ha aceptado recordar los detalles de su primer gran concierto.
Llueve en Barcelona y por eso Messi baja con cuidado de su Audi blanco que ha estacionado al frente del ingreso del terminal corporativo del aeropuerto, donde se programan los vuelos privados. No hay mucho tiempo para hablar con él y Rodrigo Messi, su hermano mayor, nos comenta que unos meses antes Lionel solo le había dado quince minutos a la revista “Time” de Estados Unidos. “Y eso que se demoró cinco en tomarse las fotos de la portada”, comenta Rodrigo con algo de ironía.
Hemos llegado hasta la Ciudad Condal porque en dos meses (junio del 2013) Leo jugará un partido amistoso en Lima junto a Neymar, Mascherano, Julio César, Marco Materazzi, entre otros. Antes de grabarle un video donde invite al público a asistir al encuentro denominado “Messi y sus amigos”, ganamos una dosis extra de atención con esa foto de, lo que según confirman registros oficiales, podría ser llamado su primer título internacional como futbolista.
“Estaba muy chiquito cuando pasó todo esto. No sabía que aún existían algunas fotos o videos de este momento, están muy buenos. Detalles de cómo se dieron esos partidos no tengo muchos, solo que metíamos muchos goles y al equipo le llamaban la ‘Máquina’. Recuerdo un poco que tomamos el avión y fuimos a Lima. Pero más... no”, dice Messi sin soltar un solo minuto ese retrato ampliado e impreso en una hoja de papel periódico.
Después de haber pasado por el club Grandoli de Rosario, donde casi siempre jugó con niños más grandes que él, Lionel Messi llega con siete años a Ñuls. Con ese equipo de la categoría 1987, Leo obtuvo todos los campeonatos regionales y nacionales que disputaron. Es cierto, le decían la ‘Máquina’ por los marcadores de escándalo que alcanzaban en sus partidos. Hace dos décadas, les llegó la invitación para viajar a Lima y participar de la Copa de la Amistad, torneo infantil organizado por la Academia Deportiva Cantolao desde 1983.
De esa exhibición del primer Messi solo han quedado archivados seis videos de menos de cinco minutos, cuatro fotos de baja resolución y una pequeña camiseta rojinegra que Leo regaló a la familia limeña que lo hospedó. Kevin Méndez, el otro niño que aparece en la foto, dejó el fútbol cuando era adolescente. Vive en el corazón del distrito limeño de Pueblo Libre, a unas diez cuadras de esa casa que recibió a Lionel Messi. “Mi papá le preguntó a los organizadores del torneo por el jugador más talentoso que venía, le hablaron de Leo y pedimos hospedarlo. Estuvo casi una semana”, dice Kevin.
Esa noche de abril del 2013, antes de partir a Qatar, Messi tendrá una emergencia gastronómica que lo ratifica en su condición de argentino. Amante de las carnes, Lionel se alarmó cuando le dijeron que en el jet privado no había milanesas. A pesar de haberse embarcado, pidió salir del avión y se subió al Audi blanco en busca de unas hamburguesas en el fast food más cercano al aeropuerto.
“Lionel solo pedía milanesas cuando estaba en casa. No quería comer nada más. Pero cuando se acercaba la fecha de las finales, lo invitamos a que pruebe nuestro pollo a la brasa. Creo que le gustó, aunque lo malo fue que se intoxicó la noche previa a las semifinales”, cuenta Kevin.
Fue el único momento incómodo en esa primera visita al Perú de Lionel Messi. Durante esa semana, su rutina entre Lima y el Callao solo había captado instantes felices de un niño que lo único que quería es que nadie lo alejara del balón. Por aquellas tardes de la Copa de la Amistad, los padres de Kevin Méndez le encargaban comprar el pan para el lonche familiar. El huésped Lionel lo acompañaba, y en esa distancia de cinco cuadras hacia la panadería, Messi no dejaba de hacer ‘pataditas’ en una coreografía callejera solo antes vista en un anime japonés llamado “Supercampeones”. Los vecinos de la familia Méndez le decían Oliver, el protagonista de ese dibujo que estaba de moda por esos años en la televisión de señal abierta.
“Me trataron muy bien en el Perú. Tengo escenas algo borrosas y eso de que me enfermé también es de lo poco que aún me queda. Pero después de ese campeonato hubo varias giras con Ñuls y hubo otras familias en los distintos países que hospedaban a los jugadores. Me acostumbré rápido, aunque extrañaba un poco a la familia, a la abuela sobre todo”, nos dice Messi antes de emprender vuelo. La casa de la familia Messi Cuccittini no tenía teléfono fijo, y el pequeño Lionel cuando pedía hacer sus llamadas desde cualquier lugar del mundo tenía que marcar el número de sus vecinos.
Lionel Messi le dedica casi todos sus goles a su abuela al señalar con los dedos el cielo. Se fue de Rosario a los 14 años, pero cada doce meses intenta regresar. Se reencuentra con amigos, visita el cementerio donde está su ‘Nonna’. A Lionel le costó dejar Rosario y ocurrirá lo mismo si abandona Barcelona. Según las últimas noticias que vuelan mientras usted lee esta nota, Lionel solo espera una contraoferta para sellar su permanencia. Le cuesta irse, siempre está volviendo.
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