Roberto Mosquera es un creyente de la religión del toque. Ese dogma no lo ha convertido en un declaración en zona mixta sino en un discurso de convencimiento. “Mi sueño es que mis equipos jueguen a un toque, Cristal juega por ratos a dos toques. Hoy todos tocan, todos son solidarios”, me responde vía telefónica. A un día del estreno en la Fase 2, Mosquera toma con calma la oportunidad de obtener su tercer campeonato nacional. Este entusiasmo deportivo del presente, de un club que pasó de estar a pocos puntos de la zona de descenso a ocupar el tercer lugar del acumulado, se une a una proyección por un futuro planificado. El presidente del club, Joel Raffo, ya dijo que le van a proponer la renovación. Mosquera prefirió evitar tocar el tema, aunque sus respuestas son de un profesional que no se quiere ir. De un técnico que es feliz en casa.
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