Un 11 de abril del 2001, lo inverosímil trascendió en una cancha de fútbol como tantas veces lo ha hecho. Aunque quizá nada haya sido más inverosímil que lo que ocurrió en esa fecha. Dos días antes, el 9 abrileño, Australia había humillado a Tonga con un contundente 22-0, una abismal diferencia que desde ya resultaba absurda para tratarse de un partido de una fase clasificatoria para el Mundial. Pero los ‘socceroos’ se encargaron de seguir convirtiendo lo ficticio en realidad, cuando a esos 22 goles sobre Tonga le añadió nueve más en el marcador del choque contra Samoa Americana. Y fue así, con un apabullante 31-0, que el potencial rival de Perú en el repechaje protagonizó la mayor goleada internacional en la historia del balompié.
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En la ciudad de Coffs Harbour de Nueva Gales del Sur (Australia), no había espacio para las dudas. Solo había un favorito en esas épocas de antaño. Los ‘socceroos’ gozaban de un plantel excepcional, con jugadores que jugaban en clubes europeos o que brillaban en la liga local. Sus rivales de Oceanía, por su parte, apenas rozaban lo amateur. La única excepción era Nueva Zelanda. Y nadie más.
Es por ello que el combinado australiano no se hizo problemas para prescindir de sus principales figuras en los duelos contra Tonga y Samoa Americana en abril del 2001. De hecho, Mark Viduka y Harry Kewell, dos estrellas de los ‘Socceroos’ que entonces brillaban en el Leeds United, se ausentaron con su selección nacional en esa convocatoria, lo cual no representó ningún riesgo. Pero eso no es todo.
Después del 22-0 sobre Tonga, Australia decidió asumir el encuentro contra Samoa Americana con sus futbolistas menos habituales. El equipo con el que salió a la cancha fue tan alternativo que John Aloisi y Damian Mori, quienes habían anotado 10 de los 22 goles dos días antes, no jugaron el siguiente choque. No había razón suficiente para que lo hicieran.
La realidad, claro, seguía siendo bastante desigual con respecto a su contendiente. Samoa Americana viajó al sur de Australia con un plantel totalmente diezmado. Más allá de que no contaba con futbolistas profesionales, tal adversidad se hizo más notoria luego de que esta selección perdiera a la gran mayoría de sus jugadores.
De los 20 futbolistas que habitualmente convocaba Samoa Americana, casi todos (19) tuvieron problemas con el trámite de sus visas, ya que no habían nacido en el país. Solo el portero Nicky Salapu pudo viajar con normalidad. Pero eso no es todo. El partido contra Australia se desarrolló en una fecha que requería un gran compromiso académico (exámenes) en las universidades de su territorio, por lo que resultó imposible seleccionar a la sub-20 para que se hiciera cargo de ese cotejo.
Todo esto obligó a que Samoa Americana elabore una lista con muchos futbolistas adolescentes. Algunos tenían 15 años, otros 16, otros un poco más. Pero el promedio estaba entre esas edades, lo que finalmente pasó factura el día del partido.
El partido en lo absurdo
La diferencia abismal entre ambas selecciones ya se había patentado fuera del terreno de juego. Antes del encuentro, los australianos se dieron el lujo de alojarse en un opulento hotel, que contaba con campos de entrenamientos propios, así como también de golf.
Samoa Americana no tenía los recursos para darse el mismo lujo. Los jóvenes futbolistas de esta selección se las arreglaron para descansar en un viejo motel, ubicado en la autopista que une a Sídney con Brisbane, repartiéndose habitaciones de tres ocupantes.
Llegado el día de la acción, esas realidades antagónicas se revelaron con vehemencia sobre el verde. Tan solo nueve minutos y quince segundos fue el tiempo que Samoa pudo sostener su arco invicto. Con Boutsianis abrió el marcador tras un córner pésimamente defendido. Lo que vino después fue un auténtico festival de goles que ha pasado a la historia.
Mientras algunos de los jóvenes samoano americanos testimoniaron en el campo que aparentemente nunca antes habían jugado un partido de 90 minutos, los australianos se pasearon con tranquilidad infinitas veces hasta el área rival. De hecho, con ocho goles de Archie Thompson, los ‘Socceroos’ acabaron la primera parte con un humillante 16-0 a su favor.
Pese a su evidente superioridad, la escuadra australiana no bajó las revoluciones en el segundo tiempo. Celebró 15 goles más, de los cuales otros cinco fueron de Thompson. La supremacía de los ‘Socceroos’ fue tan manifiesta que Samoa Americana apenas pudo rematar una vez en el encuentro, en el minuto 86, con un tiro de Pati Feagiai que el portero pudo contener sin problemas.
Al finalizar el cotejo con un 31-0 a favor de Australia, casi todos los presentes habían perdido la cuenta de los goles. ¿Y cómo no si prácticamente se celebró un gol cada tres minutos? El marcador mostró un 32-0, pero finalmente se logró corregir el error. Un gol más, o un gol menos, nada podía evitar que esa sea la mayor goleada en un partido oficial entre selecciones.
Muy probablemente no vuelva a ocurrir algo similar. Para el portero samoano americano, Nicky Salapu, encajar 31 goles ha representado una pesadilla sin cese. Para Archie Thompson, por su parte, anotar 13 goles en un solo partido ha significado otro importante récord mundial, que ni siquiera el máximo goleador en la historia del balompié puede aspirar. Es prácticamente imposible.
“La selección de Samoa Estadounidense era un equipo de principiantes. En cierta forma, teníamos la sensación de que no estábamos haciendo lo correcto al avasallarlos de aquella manera, pero, por respeto al rival al menos, nuestro deber era emplearnos al máximo”, explicó Thompson, según declaraciones recogidas por la FIFA.
Las repercusiones
Las goleadas ante Tonga y especialmente ante Samoa Americana fueron trascendentales para la historia de Australia. En aquella etapa clasificatoria, los ‘Socceroos’ finalizaron la primera fase con todos sus partidos ganados(12), pero lo más contundente fueron sus 66 goles anotados y ninguno en contra.
Ya luego, la escuadra australiana derrotó a Nueva Zelanda, el líder del otro grupo, con un global de 6-1 para así hacerse un lugar en el repechaje intercontinental contra Uruguay. Lamentablemente, los ‘Socceroos’ no pudieron clasificar al Mundial 2002 tras caer ante los charrúas en la eliminatoria decisiva por un global de 6-1.
Este tipo de caídas, después de goleadas históricas en su continente, provocaron que la selección de Australia saliera de su zona de confort y aspire a mejores cosas. Y es que también es necesario tener en cuenta que, durante muchos años, el proceso eliminatorio de la Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC) fue bastante injusto.
Para Australia, monarca de su región, clasificar al Mundial representaba una gesta casi imposible de cumplir. Luego de consagrarse en su zona, tuvo que disputar incluso un doble repechaje -primero contra un país de la Concacaf y luego contra uno de la Conmebol- para recién conseguir su clasificación definitiva.
No por casualidad, como todo poderoso de Oceanía, solo pudo lograr la clasificación a dos Mundiales en más de 80 años (1974 y 2006). Pero todo cambió cuando los ‘Socceroos’ decidieron aventurarse en Asia.
Meses después de aquel 31-0 ante Samoa Americana, la Federación de Fútbol de Australia solicitó formalmente su cambio a la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) con el fin de mejorar su competitividad y tener más posibilidades de clasificar, lo cual fue aprobado por la FIFA en el 2005.
Aún perteneciendo a Oceanía, el combinado australiano pudo clasificar al Mundial Alemania 2006, tras eliminar en la repesca a Uruguay con una infartante definición por penales. Luego, ya participando en las Eliminatorias asiáticas, los ‘Socceroos’ se hicieron presentes en tres Copas del Mundo de tres posibles (2010, 2014 y 2018). Sin duda, fue una gran decisión.
En Rusia 2018, los australianos disputaron su último Mundial, cuando justamente se encontraron con Perú en el mismo grupo. Ahora, el equipo que dirige Graham Arnold se ha vuelto a cruzar en el camino mundialista de la ‘Blanquirroja’, aunque antes debe hacer valer su favoritismo ante los Emiratos Árabes Unidos en el repechaje asiático para, posteriormente, jugar el intercontinental contra la escuadra nacional.
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